Capítulo 1.

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Tomé mis pocas cosas, solo era un mochila con comida y ropa, mi pistola y mi navaja, no podía tener mucho peso. Había pasado ya una semana desde que estaba en esta asquerosa cabaña, demasiado para mi.

Lo bueno de la cabaña era que muy pocos errantes se internaban en un bosque en medio de la nada, pero lo bueno nunca dura mucho; había dormido lo suficiente para obtener las energías necesarias para mi próximo "golpe".

Los había estado estudiando durante más de 2 meses, era una gran comunidad con gente idiota y débil que no sobreviviría ni un minuto en el mundo real. Pero tenían comida, protección en armas, y medicamentos. Y a mi se me estaban acabando las cosas, por lo cual solo había una solución.

Comencé a caminar hacía dónde, recordaba, quedaba la tal "Términus".

-Hasta su nombre es estúpido- Hablé conmigo misma como lo había echo por los últimos 2 meses. Según lo que sabía, tomaban a mucha gente, por eso tantos carteles de cómo llegar. El último "golpe" que había dado era a un pueblo llamado Woodbury, los idiotas ni se dieron cuanta cuando desaparecí por estar en "guerra" con una prisión comandada por un Sheriff. Si, muy bizarro todo.

Woodbury habría podido salir adelante si no fuera porque su líder, El Gobernador, se hubiese vuelto loco al perder su ojo. Pobre de ellos, lástima que no me importaba una mierda lo que le pasara a toda esa gente, si no hubiese sentido pena verdadera.

Lo último que supe de ellos fue que querían tomar venganza contra la prisión, haciéndola mierda de todas maneras.

Ahora que lo pensaba, quizá la mejor idea sería ir hacía esa prisión, seguramente El Gobernador, ya había cumplido su promesa y toda la gente había escapado o muerto. Por lo que allí quedaba muchísimos recursos abandonados. Era una corazonada.

Cambié el rumbo de mis pasos tomando el mapa que tenía en mi mochila; allí había marcado cada uno de los grupos de sobrevivientes que me rodeaban, siempre lo hacía, era por seguridad. Sabía todo de cada uno de ellos (aunque solo eran 4 y uno de ellos eran nómadas asesinos con los cuales tenía una tregua) y ellos ni sabía de mi existencia. Eso me daba una gran ventaja a nivel estratégico.

Casi al atardecer llegue a la prisión. Mi corazonada, en efectivo, era real. Estaba echa mierda, no quedaban muros en pie ni vida a la cual salvar. Comencé a preguntarme porqué no había caminantes.

-Supongo que algo le llamó la atención a la horda...- Susurré para mis adentros mientras caminaba por lo que, alguna vez, fue un lindo patio recreativo.

Caminaba con mi pistola apuntando en frente de mi, atenta a cualquier movimiento fuera de lo común cuando un sonido llegó a mis oídos.

Era un llanto, de bebé...

Corrí hacía dónde, parecía, provenía el sonido, sin detenerme a pensar que le podría haber pasado. Unavdesesperación anormal por llegar a donde sea que esté el bebé, una deseperación de la que bien sabía la razón .Logré ver un tanque de guerra y ahí entendí porqué todo estaba tan devastado, no habían sido bombas o granadas como yo había pensado, no, había sido el tanque. Al parecer El Gobernador si quería vengarse...

Vi una pequeña cuna y me acerqué a ella, pero estaba vacía y llena de sangre, podría decir que me asusté, pero sería mentira, no conocía de quién era el llanto y aún no entendía porqué iba hacía él. Sólo sería un problema más. Suspiré.

Los llantos no venían de allí sino de un pequeño invernadero junto a ella. Había plantas y matorrales pero ninguno de ellos tenía frutos, estaban todos muertos revelando la pequeña figura en vuelta en una mantita en un tipo de cajón o caja. Una bebé muy bonita que lloraba angustiada. No me imagino lo que habrá pasado...

Mi máscara. (Carl Grimes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora