Capitulo 3.

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Reviso todas mis cosas en busca de algo decente que usar mañana en mi primer día de trabajo. Las propinas como mesera no fueron lo suficiente para comprar una falda tubo así que me encuentro buscando entre mis vestidos uno lo suficientemente decente. Tengo mucha ropa, si, pero no para trabajar en una oficina. Definitivamente debo ir de compras con el primer cheque de sueldo que obtenga.

-Creo que este podría funcionar -musito mirándome al espejo.

Estoy usando un vestido vino tinto, sin mangas y con escote cuadrado, nada revelador ya que apenas y se me ve un poco la piel del pecho. Llega hasta un poco más arriba de la rodilla y me acentúa las curvas. Uno de los pocos vestidos que tengo que no tienen demasiado escote, tienen la espalda descubierta o muestran demasiada piel. Eso estaba bien cuando estaba junto a Alex, ya que a él le gustaba tener un fácil acceso a mi piel y eso en su momento estuvo bien. Ahora todo es diferente.

Me quito el vestido y lo acomodo perfectamente sobre la silla del escritorio, donde no se arrugará y podré tomarlo con facilidad mañana por la mañana. Acomodo el resto de vestidos en el armario únicamente usando ropa interior y cuando termino me pongo una bata de seda rosa para bajar a la cocina, donde se está cocinando a fuego lento una salsa bolognesa.

La pruebo y gimo de placer al sentir su exquisito sabor en mis labios, apago la estufa y en otra olla vierto suficiente agua. Solo probar la salsa y me ha dado apetito. Quién diría que yo iba a ser tan buena cocinera, supongo que Elena si hace magia después de todo. Decido preparar suficiente comida para ella también, probablemente llegue hambrienta.

Cuando el agua hierve, vierto la pasta dentro de la olla y revuelvo para que no se pegue. Escucho la puerta de entrada abrirse y cerrarse segundos después y me alegro ante la idea de que comeré junto a Elena y no sola.

-Estoy en la cocina Elena -exclamo-, llegas justo a tiempo. Preparé la salsa bolognesa como me enseñaste y solo debemos esperar que la pasta esté al dente para comerla

Me giro con la cuchara en la mano y tanto es mi sobresalto al chocar contra un pecho macizo que esta se cae de mis manos.

-¿Pero qué...? -levanto mi vista-. Alex -chillo sorprendida.

Él sonríe y se agacha para tomar la cuchara del suelo.

-¿Así que llego justo a tiempo? -pregunta tendiéndome la cuchara.

-No, lo decía pensando que era tu madre la que había llegado

-¿Preparas la salsa de mi madre y no piensas darme un poco? Me hieres Amanda, no es esa la manera de tratar a tu ex esposo

Blanqueo los ojos.

-¿Qué haces aquí?

No lo había visto desde el día de la entrevista, esa mañana en la que desayunamos juntos.

-¿Debo recordarte que madre vive acá? Vine a verla, ¿Sabes dónde está? -niego con la cabeza.

-Solo sé que saldría con unas amigas

-En ese caso, no debe tardar en llegar. No te molesta que la espere ¿Verdad? Tu salsa huele delicioso

Tomo una bocanada de aire y le doy la espalda. Busco otra cuchara y vuelvo a revolver la pasta, aunque esto es solo una excusa para no verlo a la cara. ¿Por qué tiene que ser tan malditamente hermoso?

-¿Mamá te enseñó a hacerla? -miro sobre mi hombro.

Alex está sentado en la encimera, frente a mí, mirándome fijamente.

-Si, me ha estado enseñando mucho desde que estoy aquí

Me doy vuelta y lo encaro. No puedo darle la espalda siempre. Alex se levanta de su sitio y se acerca a mí. Mi corazón se acelera cada vez más mientras la distancia entre ambos se hace cada vez más corta. Cuando está frente a mí, estira el brazo por encima de mi hombro y luego se lo lleva a la boca. La salsa, ha tomado la salsa con los dedos.

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