Capitulo 40.

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—¿A dónde me llevas? —es lo único que logro articular.

Fred tiene mi teléfono, ha trabado las puertas y conduce como si nada entre el tráfico de la ciudad, siempre observando hacia atrás por si un auto nos sigue y yo rezo que mi dichoso guardaespaldas, esté siguiéndonos.

—¿A dónde me llevas? —pregunto de nuevo.

Él me mira a través del espejo retrovisor pero no dice nada.

—Fred, esto se está escapando de tus manos. Ya no solo me acosas, ahora estás llevándome en contra de mi voluntad a quien sabe qué lugar, y el único perjudicado aquí serás tú

—¿Por qué seré perjudicado cuando estoy tomando algo que es mío? —pregunta fríamente—. No te llevo en contra de tu voluntad, Amanda. Eres mía, por ese solo hecho ya tú no tienes voluntad sobre ti misma

Jadeo sorprendida. Esto es todo, él realmente ha rebasado los límites de la cordura.

—Te llevaré a un lugar donde seremos felices, sin que ningún hijo de puta vuelva a alejarme de ti otra vez

—Oh por Dios. Realmente eres un enfermo mental

—Solo estoy enamorado

Se detiene momentáneamente frente a un edificio que yo reconozco de inmediato, habla con el vigilante quien lo deja pasar al estacionamiento subterráneo de su complejo de apartamentos. No puedo creer que justamente me esté trayendo aquí, pero quizás para él tenga un sentido particular.

Sin embargo, ésta puede ser mi oportunidad para escapar. En cuanto abra la puerta del auto puedo golpearlo entre las piernas y salir huyendo, y lo hago sin pensarlo demasiado. Pero Fred es más astuto que yo, esquiva el golpe sin problemas y dobla mi brazo hacia mi espalda ocasionando una punzada de dolor en mi brazo, a la cual añade el dolor en mi cabeza, cuando tira de mi cabello hacia atrás.

—¿Intentas realmente escapar, Amanda? —susurra en mi oído.

—Suéltame —me quejo, intentando salir de su agarre pero es inútil.

—No quiero lastimarte aún Amanda, así que hagamos esto por las buenas

—No hay nada que podamos hacer por las buenas joder. Estás loco y quieres lastimarme ¿y así dices que me amas? ¿Qué clase de enfermo amor es ese?

Fred me obliga a caminar hacia las escaleras de servicio en la posición en la que me tiene sin contestar a mi pregunta, apretando mi brazo más fuerte contra mi espalda cada vez que intento zafarme de su agarre. La palabra "aun" se cuela por mi cabeza, y me doy cuenta de que es cierto, porque él ya está lastimándome.

—Fred por favor, no hagas esto —le suplico al borde de las lágrimas—. Ya jugaste con mi mente, me perseguiste a todos lados, me violaste —susurro esto último, no queriendo recordar las fotografías.

Detrás de mí, Fred se carcajea.

—Quería jugar con tu mente, Amanda. Quería que supieras lo atento que estaba a todas tus estúpidas saliditas con el imbécil ese —sus palabras son rudas y escupidas contra mi cabello—. Quería que entendieras que yo no te iba a dejar en paz, porque tú me perteneces, a mí no a él

—Estás loco —digo cerrando mis ojos.

Fred tira de mi hacia delante, contra el suelo de madera. Antes de que pueda levantarme está tirando de mi cabello, haciéndome gritar mientras me arrastra por el suelo hasta dejarme tirada en éste tras pasar a lo que asumo es su departamento.

Solo puedo ver sus zapatos frente a mí mientras me acomodo sobre mis rodillas y manos, sintiendo como mi cuero cabelludo duele al igual que mi brazo y mi garganta por los gritos, sin embargo éstos últimos no atrajeron en ningún momento la curiosidad de los vecinos de Fred.

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