Capitulo 31.

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    Le doy un sorbo a mi jugo mientras reviso los anuncios de empleo. La mayoría son de labores de oficina, pero esa mayoría exige tener experiencia y título en mano. Yo no tengo un titulo y mi experiencia fue demasiado escasa para tomarla en cuenta, sin contar que dudo mucho que Chelsea accedería a darme una carta de recomendación.

Lo que hablé con Alex anoche en la cabaña era cierto, yo no quería ser la mujer de alguien y nada más, quería ser alguien. Pero esperaba que eso sucediera pronto, porque en el fondo me moría de ganas por vivir con él. Sobre todo después de que esta mañana me despertara antes de las seis para decirme que él debía estar en la oficina antes de las ocho por lo que debíamos salir de inmediato.

Ni tiempo nos dio para desayunar, lo que me tiene ahora sentada en la barra del departamento de Gloria, esperando que se tuesten unas rodajas de pan mientras leo la sección de empleos en el periódico.

Adiós a nuestros días perfectos.

La tostadora emite un pitido, el pan ya está. Le estoy untando mantequilla cuando la puerta principal se abre y Gloria aparece en la cocina, luciendo tan sorprendida como yo.

—Creí que seguías fuera de la ciudad —chilla.

—Y yo creí que seguías durmiendo —le señalo el pan tostado—. ¿Quieres desayunar?

—De acuerdo —dice sentándose frente a mi—. Dime que preparaste café

Tomo una taza y vierto un poco del café que hice con anterioridad antes de meter dos nuevas rebanadas de pan a la tostadora.

—Así qué... No dormiste aquí —afirmo.

Gloria suspira.

—No, no lo hice. Soy un mujer mayor de edad e independiente, puedo dormir donde se me antoje

—Y con quien se te antoje —replico.

Le doy un mordisco a mi tostada mientras ella me mira con los ojos entrecerrados.

—No estás en la posición de criticarme Amanda, estuviste varios días fuera

—Claro, con un hombre que me ama y que me está protegiendo de un lunático que tiene una obsesión conmigo y que posiblemente me violó —encojo un hombro—. Yo también tomo mis propias decisiones

Me levanto cuando la tostadora vuelve a emitir un leve pitido, coloco los trozos de pan sobre un plato y dejo éste frente a ella en la barra. Me siento, y continúo tomando mi pan sin decir nada más.

Gloria suspira.

—De acuerdo, estuve con Jhon. Pasé la noche con él

Sigo masticando, mirándole fijamente. Gloria se mueve nerviosa.

—Di algo —me pide.

—Creí que eras una mujer adulta que duerme con quien quiere

—No te pongas melodramática ahora, Amanda, estoy vuelta un lío aquí

—Yo no creo eso —afirmo—. Me dijiste que él sale con otras mujeres, cosa que tu no apruebas, aún así él viene, tienen sexo y tu lo permites como si nada. Eso no es estar echa un lío, es ser cabrona

—No seas tan dura conmigo, él quiere estar conmigo

Mis labios se fruncen.

—¿Te estás oyendo?

—Sólo escucha Amanda. Él pasó por mi ayer al salir del trabajo y me llevó a cenar. Habló de estar arrepentido, de querer hacer bien las cosas ésta vez —Gloria me sonríe—, de vivir juntos

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora