Capitulo 27.

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    —Amanda —exclama Elena cuando me ve entrar.

Inmediatamente me abraza y yo cierro mis ojos, disfrutando de sus brazos. Se siente como una eternidad desde la última vez que la vi, y fue hace solo unos días.

—Ya veo que estás mucho mejor, y eso me alegra mucho

—Estaría mejor si no te hubieses ido —replica dejándome entrar a la casa.

—Elena, no hablemos de eso —le ruego sin mirarla.

Ella toma mi brazo y me hace verla. Luce herida.

—Lamento si tu estancia aquí no fue la más cómoda de todas

—Lo siento, yo nunca dije eso —me apresuro a decir—. Si me fui fue a causa de Alex, no a causa tuya. Lo juro

Ella suspira.

—Alex —musita—. Siempre Alex, me pregunto que habría hecho su padre de ver lo ocurrido, probablemente le habría dado un infarto al ver como dejaba a una mujer tan maravillosa como tu

Mis cejas se alzan.

¿Alex todavía no le cuenta nada a su madre de nuestra reconciliación? ¿Eso debería preocuparme o molestarme?

—Pero supongo que no deberíamos hablar sobre Alex teniendo en cuenta que estás con alguien más ¿no? —continúa Elena.

La piel se me eriza al recordar a Fred y las fotos que me envió. Aun no arreglo eso y no debo olvidar hacerlo.

—¿Por qué no mejor hablamos sobre ti, Elena? Mi vida amorosa no importa mucho en estos momentos

Ella se carcajea mientras camina hacia la cocina. Nos sentamos en la barra de desayuno luego de que Elena sirviese café en pequeñas tacitas para acompañar las galletas que le he traído.

—No sé que decir sobre eso —dice Elena tras tomar un sorbo de café—. Quiero decir, sabes que ha pasado con mi vida en los últimos días, pero en el tiempo que estuve en el hospital te sucedió algo y no quieres contarme

Abro mis ojos. ¿Estará hablando de Alex y yo?

—¿Alex no se lo ha contado? —pregunto en voz baja.

Ella frunce el ceño.

—Alex no ha hablado mucho conmigo desde que me dieron el alta ¿qué tendría que contarme?

—Que me despidieron —dejo salir sin pensar.

¿Por qué he dicho eso y no que estamos juntos de nuevo?

—Madre Santa de Dios ¿Hicieron qué? —Elena abre mucho sus ojos al hablar, realmente está sorprendida—. ¿Pero cuándo? ¿Y por qué?

Encojo un hombro, jugueteando con un trozo de galleta que ha quedado dentro de la tacita de café.

—Chelsea no estaba muy feliz conmigo siendo su asistente, y cuando falté el martes a trabajar ella lo tomó como una buena excusa. Creo que era por Alex en realidad pero no puedo probarlo de todos modos

—¿Alex? —pregunta Elena.

Levanto la mirada para encontrarla con el ceño fruncido.

—No tiene ningún sentido. Ellos salieron hace mucho tiempo

—Alex no es un hombre que pueda superarse con facilidad, Elena —recordar a Alex saliendo de la oficina de Chelsea con la bragueta abierta y el cómo estuve a punto de morir de los celos me hace sonreír—. Quizás no concebía la idea de estar con la mujer que pudo ser su esposa por un tiempo, o no lo sé, pudo haber sido cualquier otra cosa

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