Capitulo 24.

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    Mis manos están sudorosas y vuelvo a moverlas sobre mis muslos para secar la humedad en ellas. El taxi ha estado detenido desde hace unos cinco minutos aproximadamente y aunque el conductor me mira a la expectativa de que baje, no dice nada al respecto, después de todo el taxímetro sigue contando y eso significa más ganancias para él.

Siento que me ahogo dentro del taxi, que el asiento es demasiado incomodo y hace demasiado calor, pero aun así soy incapaz de bajar de este, porque peor que esto es lo que se encuentra dentro del pequeño café, donde desde el lugar en el que estoy observo a Alex mirar su reloj cada ciertos segundos.

Se ve guapísimo en traje, aunque no cuadra para nada con el lugar, pero él solo ha venido hasta aquí para desayunar conmigo, luego probablemente se dirija a su trabajo y yo estoy atrasando más su llegada.

—Señorita ¿Piensa bajar o estará el resto de la mañana mirando por la ventana?

La voz del taxista es ronca, brusca y no me inspira confianza, pero me da el último empujoncito que necesito para terminar de bajar de una buena vez del taxi.

—Lo siento, solo pensaba —musito tendiéndole el dinero y disponiéndome a bajar.

El taxi arranca apenas cierro la puerta, haciéndome tambalear un poco sobre mis pies. Me doy la vuelta de nuevo hacia la entrada del café y veo a Alex mirar nuevamente su reloj. Miro de nuevo hacia abajo para comprobar que nada esté fuera de lugar, mis jeans azul oscuro de corte a la cadera están a la perfección, combinando con mí blusa verde sin mangas estilizan mi figura y moldean mis curvas. Mi blazer negro combina con mis zapatillas y con mi cartera, y siento como la coleta de caballo en mi cabello se mantiene en su lugar.

Tomando una fuerte bocanada de aire, entro al café.

Los ojos de Alex están sobre mí al instante, sonriéndome con calidez al acercarme.

—Pensé que no vendrías —musita cuando me siento frente a él.

—Lo siento, había un poco de tráfico —me disculpo.

Alex toma mi mano derecha y la lleva a sus labios sin dejar de mirarme a los ojos. Un estremecimiento recorre mi cuerpo al contacto de sus labios con mi piel y tengo que retirar la mano para no terminar viéndolo como idiota.

—No estaba seguro de qué querrías para desayunar, así que no he pedido nada todavía —dice lentamente.

—Imaginé que lo harías para ahorrar tiempo —su ceño se frunce—. Tienes que ir a trabajar, ¿no?

—Carece de importancia en este momento, además soy socio, puedo llegar cuando se me antoje y si no lo has notado, estoy cerca de la oficina

No me había dado cuenta de eso. Tan ensimismada estaba en sacar suposiciones acerca de nuestra charla que no note en ningún momento que su oficina estaba a solo dos cuadras.

—Estás guapísima —dice de repente tomando mi mano de nuevo.

Esta vez no se la lleva a la boca, si no que acaricia mis nudillos con sus dedos en un gesto delicado.

No puedo decir nada al respecto, ¿qué podría decirle? ¿Qué está guapísimo también? ¿Qué me muero por sentarme junto a él y que me abrace? Sacudo la cabeza, nada de eso es una buena idea.

—¿Lista para ordenar? —pregunta con una sonrisa.

Asiento débilmente sin dejar de sentir cada pequeño roce de sus dedos en mis nudillos.

Alex llama a una camarera que se acerca de inmediato.

—Lo de siempre Dani —le dice a la chica—

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