—Ya te puedes ir Amanda —comenta Chelsea mientras se coloca las gafas de sol.
—Pero Glinda aún no llega —musito refiriéndome a la chica que ocupa mi lugar por las tardes.
—No te preocupes, no debe tardar en llegar y yo almorzaré afuera —ella llama al elevador—, apenas llegue seguirá con lo que sea que hayas dejado pendiente —las puertas del elevador se abren y ella entra—. Nos vemos el lunes —comenta antes de que las puertas se cierren.
Me relajo en mi silla y cierro los ojos, repasando lo sucedido en mi primera semana de trabajo. Nada demasiado complicado, anotar citas de Chelsea o reprogramarlas, ir a la fotocopiadora a hacer impresas algunas cartas, por supuesto después de haberlas transcrito. Nada fuera de lo común. Pero ya era viernes, tenía el resto de la tarde y dos días sin nada que me pudiera distraer de lo que llevaba días carcomiéndome por dentro: Alex.
Después de nuestra discusión, no había vuelto a hablar con él. Solo una vez había regresado a casa del trabajo y lo había encontrado junto a Elena en la cocina, así que lo había ignorado por completo y después de saludar a Elena me había encerrado en mi habitación hasta que se marchara. Y aunque Elena había intentado hablar conmigo de ello, la había cortado de inmediato antes de que comenzara. Sería más fácil olvidarlo si no estaba continuamente hablando con él.
Abro los ojos, recojo mis cosas y dejo el escritorio perfectamente acomodado para que Glinda lo utilice. Es una obsesiva compulsiva con el orden e intento facilitarle un poco las cosas. Cuando todo está perfectamente acomodado, me dirijo al elevador. Este va curiosamente vacío para ser la hora en la que todos almorzamos, pero al llegar al primer piso todo cambia.
—Amanda —saluda Gloria al entrar en el elevador acompañada de unas seis personas más.
Ambas nos movemos hacia la parte trasera del elevador permitiendo el paso de todos.
—Hola Gloria —le sonrío.
Solo la he visto una vez esta semana. Su trabajo parece ser un poco más exigente que el mío.
—Justo iba a subir a buscarte, quería invitarte a almorzar
—Me encantaría acompañarte —aseguro sin dudar.
Es agradable pensar en ella como una posible amiga. Puesto que no conozco a muchas personas en la ciudad, Gloria con su actitud fresca y chispeante es la elección perfecta.
—¿Qué tal tu primera semana? —pregunta ya fuera del edificio.
—Oh, bastante bien. Chelsea no es tan atemorizante como creí que seria
Ambas caminamos por la acera, una junto a la otra.
—Nunca he trabajado con ella de cerca, pero he odio que es muy exigente
—Solo un poco —replico—. Le gusta la eficiencia
Ambas entramos a un pequeño café en el extremo de la cuadra y de inmediato conseguimos una mesa. A pesar de que está a reventar, Gloria parece ser cliente fija y siempre le guardan una mesa.
—¿Lo de siempre Gloria? —pregunta el camarero llamado Jhon mientras le guiña un ojo.
—Si, y para mi amiga también guapo —responde ella señalándome.
Jhon asiente y se aleja con nuestra orden.
—¿Acaso el camarero estaba coqueteándote? —pregunto sin poder evitarlo.
Gloria deja escapar una carcajada y asiente.
—Sí, lo ha hecho. Comenzó a trabajar hace cuatro meses aquí, desde ese momento comenzó a hacerlo. Al principio solo le seguía el juego por diversión, quiero decir, a toda mujer le gusta sentirse llena de atenciones, pero luego lo observé con más cautela y... —ella sonríe—. ¿No está como para comérselo pedacito a pedacito?
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Mírame
RomanceDespués de su divorcio, Amanda Thorne se ve obligada a vivir con su suegra por una temporada. Dejó todo atrás, inclusive su carrera de modelo por su esposo que, tras un año de matrimonio decidió divorciarse. Dejándola sola, sin un hogar y sin un em...