Abraham Meyer es un hombre que impone su presencia nada más entrar en una habitación. Es de cuerpo robusto, un poco más bajo que Alex, cabello canoso y un traje impecable hecho a la medida. Sus ojos verdes brillan como esmeraldas dentro de sus ojos, donde se forman arrugas diminutas cuando ríe. Él es realmente un hombre muy agradable, y la velada junto a él habría sido agradable, si Chelsea no hubiese venido con él a almorzar.
Cuando ambos llegaron Alex me miró pidiéndome perdón con los ojos. Yo no sabia a ciencia cierta si lo sabia o no, pero fingí no haber notado nada en su mirada mientras Chelsea lo abrazaba efusivamente. Ellos estuvieron hablando por un rato al tiempo que yo terminaba de hacer el almuerzo. Alex les sirvió a ambos una copa de vino y le prestó toda su atención a Abraham, mientras Chelsea no dejaba de observarlo como si fuera el único hombre sobre la faz de la tierra.
No pude dejar de sentir un poco de celos observando todo aquello. Pero cuando finalmente todos pasamos a la mesa, donde estaba servido un salmón perfectamente cocido con arroz salvaje, Alex me brindó una mirada incinuante antes de observar la mesa, lo que me hizo recordar lo que habiamos hecho sobre ésta horas antes, y mis celos se esfuman al instante.
—Entonces, Amanda —Abraham deja su servilleta sobre el plato vacío—. Me comentó Alex que eras modelo
Es la primera vez desde que llegó que se dirige a mi directamente y puedo ver que a Chelsea no le agrada el interés de su padre en mí.
—Asi es Sr. Meyer
—Oh, dime Abraham. No me gusta la formalidad después de comer —me guiñe un ojo.
Río levemente.
—De acuerdo, Abraham
—Recuerdo que cuando era pequeña, Chelsea quería ser modelo también
—Papá —sisea ella.
Mis cejas se alzan sorprendida. Nunca lo habría creído viniendo de ella.
—Pero su estatura no era la adecuada —continua Abraham haciendo caso omiso de Chelsea.
—Creo que todo este asunto no es solo cuestión de estatura —digo—, tampoco de tener un cuerpo y una cara bonita. He conocido mujeres que se esmeran por lograr un objetivo y conseguir lo que quiere., solo hay que perseverar
—¿Donde estabas hace diez años? —pregunta Abraham—. Eso le habría caído como anillo al dedo a mi pequeña hija malcriada
—Papá —repite Chelsea.
—Estoy de acuerdo contigo, Abraham —dice Alex—. Eras una pequeña malcriada, me atrevería a decir que aun lo eres
Chelsea lo fulmina con la mirada, y ésta se intensifica cuando ve que la mano de Alex desaparece bajo la mesa y él la deja descansar sobre mi muslo desnudo.
—Lo es —afirma Abraham.
—¿Estamos aquí para hablar sobre mi o sobre la estúpida revista que piensas lanzar al mercado? —pregunta Chelsea con indiferencia.
Me levanto de la mesa cuando los tres vuelven a hablar sobre papeles, deportes, asuntos legales. Recojo todos los platos y comienzo a lavarlos para que ellos sigan en lo suyo.
Chelsea llega tan de repente a mi lado que me da un susto enorme.
—¿Necesitas algo? —pregunto lo más educadamente posible.
Ella me mira de pies a cabeza y se cruza de brazos.
—¿Realmente crees que te saliste con la tuya?
—¿Disculpa?
—¿Crees que porque usada bonitos vestidos y te maquillas a la perfeccion ya tienes derecho sobre lo que es mio?
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Mírame
RomanceDespués de su divorcio, Amanda Thorne se ve obligada a vivir con su suegra por una temporada. Dejó todo atrás, inclusive su carrera de modelo por su esposo que, tras un año de matrimonio decidió divorciarse. Dejándola sola, sin un hogar y sin un em...