—¿De verdad tenemos que regresar mañana? —pregunto con tristeza.
Solo hemos estado aquí tres días, y debemos regresar. Me parece que fue muy poco tiempo.
—Tengo que arreglar un asunto en la oficina. Ya no puedo seguir trabajando desde el computador, muñeca —me explica Alex.
No digo nada, solo le doy la espalda y veo a través de las puertas de vidrio al lago Míchigan. Está oscureciendo ya y el cielo está teñido de naranja. Será el último atardecer que vea desde aquí por ahora.
—Todo irá bien, Amanda —asegura Alex detrás de mí.
Lo miro sobre mi hombro y asiento, antes de salir hacia afuera, caminar hasta el barandal del balcón e inclinarme sobre éste. La brisa fresca mueve mi cabello al instante y crea suaves olas a lo lejos, en el lago Míchigan, que delante de los edificios de la ciudad y el cielo yendo de naranja a azul oscuro crean un espectáculo maravilloso. No me importaría vivir en este lugar. Aunque es pequeño, es muy acogedor. Me he sentido muy segura desde que llegué aquí, no quiero renunciar a esta seguridad.
—Es una bonita vista ¿no?
Me giro para ver a Alex mirarme desde la puerta de cristal. Como todo el tiempo desde que llegamos aquí, lleva solo pantalones de pijama, dejando su musculoso y tentador torso a la vista.
—Pero me gustas más tú, llevando mis camisetas
Le sonrío.
De nada le sirvió pedirle a Gloria que empaquetara mis cosas, yo no he usado nada más que sus camisetas desde que llegamos, es por eso que él sólo puede usar pantalones de pijama y a ambos nos gusta. Yo tengo una vista exquisita y él tiene un rápido acceso a mí cuando deja de trabajar para estar conmigo, porque ni siquiera unas bragas he querido usar.
Otra cosa por la que la casa me gusta: no sólo me hace sentir segura, me siento libre aquí, más que en cualquier otro lugar.
—Me gustan tus camisetas —admito—, y en gustaba tú sin camiseta
Alex ríe y camina hacia mí, rodea mi cintura con sus brazos y pega mi cuerpo al suyo. Puedo sentir todos los músculos de su cuerpo, algunos un poco más duros que otro.
—¿Acaso te excita el trabajo? —bromeo.
Alex vuelve a reír.
—No, me excitas tú. Llevo un rato observándote, y con esta camiseta en particular, cuando te inclinas hacia adelante se te ve ese bonito trasero
Sus manos descienden hasta mi trasero y lo acarician por debajo de la camiseta.
—De nuevo, no estás usando bragas —susurra mirándome a los ojos.
—No he estado usando bragas los últimos días
—Y eso me agrada mucho —asegura tirando de mi trasero.
Me sienta sobre el barandal del balcón y se sitúa entre mis piernas. Mientras más oscurece, menos puedo ver sus bonitos ojos, pero sé que están sobre los míos y que no dejan de observarme.
—Sigo queriendo tomarte aquí afuera —asegura acariciando mi mejilla con sus nudillos.
Tomo su mano y la beso.
—Ya no hay condones —susurro.
Otra razón más para marcharnos.
Alex sonríe.
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Mírame
Roman d'amourDespués de su divorcio, Amanda Thorne se ve obligada a vivir con su suegra por una temporada. Dejó todo atrás, inclusive su carrera de modelo por su esposo que, tras un año de matrimonio decidió divorciarse. Dejándola sola, sin un hogar y sin un em...