Capitulo 38.

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-Apareciste -siseo.
Él se carcajea.
-No pareces muy sorprendida de oírme
-Tomando en cuenta que me sigues a todos lados de una manera enferma y obsesiva. No, no me sorprende
-No quieras pasarte de listilla conmigo
-¡Y tu deja de arruinarme la vida! -grito-. ¿Qué demonios quieres? ¿Volverme loca igual que tú?
-Ahh -dice-, viste la fotografía donde salimos desnudos. La verdad, debo confesar que esa es mi favorita
Aprieto mi móvil con mi mano.
-Eres un enfermo
-Y tú eres mía, Amanda. No importa por cuánto tiempo finjas ser la esposa perfecta, eso no te va a durar
-¡Quiero que me dejes en paz! -grito de nuevo.
-¿Amanda?
Me volteo para ver a Alex saliendo del baño. Las gotas de agua caen por su cuerpo y solo está cubriéndose con una toalla. Me mira confundido, mientras se acerca.
-Solo recuérdame -susurra Fred.
Alex se plata junto a mí y me arrebata el teléfono, pero ya es demasiado tarde, Fred ha cortado.
-¿Era él? -pregunta dándose por vencido con el teléfono y tirándolo sobre la cama.
Yo asiento.
-¿Qué te dijo?
Suspiro.
-No demasiado, en realidad. Solo me dijo que lo recordara y que fingir ser la esposa perfecta no me iba a durar demasiado
Alex maldice.
-Necesito darle tu teléfono a Collins. Tal vez puedan rastrear tu llamada -sugiere Alex.
-Sí, eso estaría bien
Alex me abraza.
-Lo siento muñeca, debí suponer que te llamaría
-Nada de esto es ti culpa, así que no te disculpes -escondo mi cara en su cuello-. Más que asustada estoy molesta. Quiero que deje de joderme la vida
-Lo sé muñeca, lo sé
Lo miro a los ojos.
-¿Puedo darme esa ducha ahora?
Él asiente.
-Hazlo mientras llamo a Collins. Quiero ponerlo al corriente cuanto antes
Asiento, saliendo de sus brazos. Alex tira de mi mano hasta que mi pecho choca contra el suyo y me besa.
-Tenía buenos planes para nosotros en esa ducha -asegura él.
-Lo sé -le aseguro.
Y también por eso estoy cabreadísima con Fred.

Collins hace unas cuantas llamadas y habla con Alex en voz baja. Apenas distingo cuales son, pero mi atención está centrada en las gotas de lluvia que han comenzado a caer en la ciudad. No es que no me importe la conversación que están teniendo, solo siento que ya todo lo asociado a más guardaespaldas, un detective privado y comenzar a rastrear mis llamadas es algo que Alex maneja mucho mejor.
Francamente no esperaba oír su voz después de tanto tiempo, y sinceramente, no sonaba para nada como la recordaba cuando él era todo amor conmigo, tampoco como lo fue en los mensajes de voz amenazantes que me dejó hace un tiempo atrás. Ahora sonaba calmada, y fría, como si todo estuviese saliendo como él lo había planeado y como si todo estuviésemos siendo solo títeres en su juego.
Espero equivocarme, sin embargo. No quiero estar en lo correcto porque temo por mí y por Alex, y por todos los que nos rodean. De repente me siento un poco vacía, y una imagen de mamá aparece en mi mente. No sé porqué, pero me encuentro extrañándola por primera vez en años. Quizás porque tengo un estúpido presentimiento instalado en el pecho que me dice que Fred tiene pensado hacer algo, y algo muy grande.
Me estremezco al pensar en ello.
-¿Tienes frío? -pregunta una ronca voz a mis espaldas.
Miro sobre mi hombro a Alex detrás de mí.
-No demasiado
Estoy usando una de las camisetas de Alex con unos enormes pantalones de dormir de él también ya que si iba a hablar con Collins ninguno de los dos quería que yo usase una de las diminutas batas que él compró para mí.
-Estás temblando muñeca -replica él.
Me abrazo a mí misma.
-No es para tanto -digo volteándome para verlo de frente.
Collins nos observa desde lejos.
-No tengas miedo Amanda, te dije que lo encontraríamos antes de que pudiera hacerte algo -dice éste.
Asiento.
-Lo sé, Collins. Gracias
Él me da un asentimiento.
-Bueno, creo que los dejaré pasar el resto de la noche tranquilos -anuncia Collins.
-Mantenme informado -le dice Alex volteándose para mirarlo-, y conduce con cuidado
-No te preocupes -asegura, luego me mira-. Buenas noches, Amanda
-Buenas noches, Collins
Él nos da un asentimiento de cabeza y se marcha. Alex vuelve a mirarme y me envuelve entre sus brazos.
-Sé que no estás bien
Escondo mi cara en su pecho, mis ojos llenándose de lágrimas de repente.
-No sé qué sucede
-Estás alterada, y eso es completamente normal después de haber recibido su llamada. La verdad me sorprende que no estés teniendo un ataque de pánico ahora mismo
-Quizás esté a punto de hacerlo
Alex toma mi rostro y me observa fijamente. Sus pulgares acarician mis mejillas, limpiando las lágrimas que finalmente han salido.
-Eres una mujer admirable, Amanda. Jamás creí que algo como esto no llegase a pasar pero tú lo estas tomando de una manera increíble
-No es para tanto -susurro.
-Por supuesto que lo es -Alex besa mi frente-. Eres toda una guerrera, muñeca
Sus labios rozan los míos mientras habla.
-Estoy muy orgulloso de ti
-Ahora si estoy al borde del llanto
Él no me lo permite.
Suspiro cuando sus labios succionan los míos. Tanteo con inseguridad su lengua con la mía, disfrutando de un beso en el que me transmite todo ese orgullo y amor.
-No más lágrimas muñeca -me pide con los ojos cerrados y su frente presionada contra la mía.
-No sé si pueda -soy interrumpida por mi estomago gruñendo.
Alex abre los ojos y luego de unos segundos, los dos reímos.
-Había olvidado que no hemos cenado -musita él dirigiéndose conmigo a la cocina.
-Nada como una interrupción de tu estómago para evitar que llores -bromeo.
Alex besa mi cabello.
-En ese caso, fue en el momento justo
Me siento en un taburete de la encimera cuando Alex decide que solo comeremos pan tostado con mantequilla y adicionalmente para mí, un vaso de chocolate caliente.
-¿Quieres ir a casa de mamá mañana? -pregunta Alex.
Asiento.
-Si eso quieres
-También quiero lo que tú quieres
-En ese caso, si, me gustaría
Alex sonríe mientras deja sobre la encimera varias rodajas de pan tostado y la mantequilla a un lado.
-¿Quieres malvaviscos en tu chocolate?
Asiento sin dudarlo.
Lo veo buscar en los estantes los malvaviscos, disfrutando de la vista. Casi sonrío cuando recuerdo lo sucedido antes, una imagen de mamá aparece de nuevo en mi mente, haciendo que desaparezca la sonrisa que estaba a punto de nacer.
-Aquí están -anuncia Alex entusiasmado.
Su entusiasmo desaparece cuando me mira.
-¿Qué pasa?
Muevo mis dedos sobre mi regazo.
-Extraño a mi madre -susurro apenas audible.
Sus ojos se abren por la sorpresa unos segundos antes de sentarse junto a mí y tomar mis manos entre las suyas.
-Lamento si no sé qué decir, pero...
Niego con la cabeza interrumpiéndolo.
-Está bien, quiero decir, desde que nos conocimos he sido toda "no quiero hablar de mis padres" y ahora salgo con esto -hago una pausa-. Sinceramente, no sé porqué pienso en ella, pero desde la llamada de Fred siento algo extraño en mi pecho Alex y junto a ese sentimiento surgió el de añoranza
Alex asiente, luce pensativo.
-Quizás es toda esta situación -dice finalmente-. Sientes que estas en peligro y por eso piensas en ella. Desde que nacemos quienes velan por nuestra seguridad son nuestros padres, de ahí el que al sentirte insegura pienses en ella. Es algo primitivo pero forma parte de nuestra necesidad de supervivencia
-Suena lógico -admito.
-Tienes muchos años sin hablar con ella, quizás deberías intentar hacer las paces con ella
Recuerdo nuestra conversación anterior acerca de esto y yo siendo negativa al respecto. Ahora, quiero pensar que si existe la posibilidad de arreglar las cosas.
-Quizás cuando todo esto se arregle, podamos hacer una corta visita a Los Ángeles -propone Alex.
-¿Hablas en serio?
Él asiente.
-Totalmente en serio -me señala el chocolate-, ahora tómalo antes de que se enfríe
Hago lo que me pide y él toma una tostada y le unta mantequilla. Mientras cenamos en silencio, no saco de mi mente el hecho de poder arreglar todo con mis padres.
Cuando todo esto termine...
-¿Has estado tomando tu píldora responsablemente? -pregunta Alex interrumpido mis pensamientos.
Lo miro con los ojos muy abiertos.
-¿Qué?
-Me oíste bien -se lleva un trozo de pan a la boca y lo mastica lentamente sin dejar se mirarme.
Le doy un sorbo a mi chocolate que ya está casi frío.
-Si, estoy siendo responsable con mi control de natalidad ¿Por qué la pregunta?
Alex encoje un hombro.
-Curiosidad
Enarco mis cejas.
-¿Ah, sí? ¿Sólo por eso?
Alex ríe.
-De acuerdo, me atrapaste. Quiero saber porque me interesa estar al tanto cuando podré deshacerme de los odiosos condones sin la posibilidad de embarazarte
Mi ceño se frunce. ¿Él no estaba ansioso por embarazarme?
-Sabes que quiero verte embarazada -continúa él como si hubiese leído mi mente-. Pero estoy dándote la razón en eso de llevarlo con calma, y si vamos a ir a Los Ángeles no estoy seguro de cómo me sentiría al respecto contigo viajando embarazada -Alex hace una mueca-. ¿Y si en pleno vuelo tienes dolores de parto? ¿O te da un antojo que no puedo complacer?
Muerdo mi labio, sintiéndome más enamorada que nunca.
-Me tiene al punto del colapso la incertidumbre en la que Fred nos tiene. Odio sentirme fuera de control, sin saber a ciencia cierta qué sucederá, así que no habrá ninguna manera en el infierno en que yo me monte a un avión contigo embarazada. Ni hablar
Río tontamente, lanzándome contra sus brazos, entierro mi cara en su cuello y lo estrecho contra mi cuerpo.
-Eres el mejor novio del mundo
Alex ríe.
-¿Novio? No sé si la palabra novio es la adecuada para mí
Me separo para verlo a los ojos.
-Es mejor que ex esposo
-Bueno, sí, no me siento como un novio
-¿Cómo te sientes entonces?
-Como tu esposo -asegura-. Como tu hombre, como tuyo
Muerdo mi labio.
-¿Así que te presentaré como mi hombre? No sé si eso suene bien para otros
Alex vuelve a reír.
-Tienes razón -su mano desciende a la parte baja de mi espalda-. ¿Qué opinas de prometido?
-No recuerdo haberte pedido matrimonio -bromeo.
Alex me da un azote en la nalga haciéndome chillar.
-No me da risa
Sonrío, acariciando su cabello.
-Prometido ¿eh?
Alex ahueca mi mejilla con su mano.
-Está claro que volverás a ser mi esposa, por lo que sí, eres mi prometida
Asiento débilmente.
-Está bien, prometido
Alex sonríe y yo no puedo evitar hacerme papilla ante esto.
-Eres perfecto ¿Lo sabes?
-Yo no soy un hombre perfecto -musita Alex.
-Por supuesto que sí, para mí lo eres -aseguro.
-Creo que disto mucho de serlo, pero sea como sea te tengo a ti
Le doy un casto beso.
-Claro que te tengo, y eres mío y de nadie más
Él se ríe.
-Así es -asegura.
-Más vale que lo sea, o tendremos problemas
-Así será siempre muñeca -afirma antes de besarme en los labios.
Él si sabe cómo defender su punto.

Antepenúltimo capítulo señoritas. Estamos a dos capítulos del final :')

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