33. No entiendo nada

96 11 0
                                    

El silencio se había instalado en la habitación desde hacía unos minutos. Samantha me miraba y yo... simplemente trataba de evitar una posible verdad.
Finalmente, fui yo la que rompió el silencio.

  - Hablaré con él.

  - ¿Qué? —Me dirigió una mirada atónita—. ¿Vas a acercarte y preguntarle si ha escrito las notas? ¿No recuerdas que ya nos lo negó una vez?

Más de una, en realidad.

  - No. Iré y conseguiré pruebas de que él no fue.

Samantha puso los ojos en blanco.

  - Eres cabezota.

  - Sólo cuando estoy segura de que tengo razón.

  - Como quieras, me rindo —Alzó ambas manos al aire, para dejarse caer sobre la cama un segundo después.

--------

Samantha y yo nos habíamos pasado gran parte de la noche charlando de todos los temas que nos venían a la cabeza, y yo agradecí que el nombre de León no volviera a salir. El problema fue cuando la alarma de la escuela sonó. Solo había pasado una hora desde que había conseguido dormir, y ahora estaba destrozada. Al igual que Pingüina, al otro extremo de la cama.
Solté un gruñido cuando la voz de la profesora Helen se escuchó por todo el edificio para darnos los buenos días, al igual que había hecho la primera mañana.

  - ¿Alguien puede decirle que se calle? —Murmuró una adormilada Samantha, tirando de las sábanas para cubrir su cabeza—. O tirarle algo, también sirve.

Estiré parte de mí cuerpo, soltando una pequeña risa a la vez por el comentario de mi amiga, y no tardé en sentir el maravilloso y duro suelo contra mi cuerpo. Por lo visto, no había sido buena idea quedarme dormida hecha un ovillo a los pies de la cama.

  - Deberían poner unas alfombras blanditas justo aquí —Alcé uno de mis dedos al aire para luego dejarlo caer en el suelo, consiguiendo despejarme por el golpe.

Mi subconsciente sabía que tenía que arreglarme y bajar a desayunar lo más rápido posible o llegaría tarde a clase, pero mi cuerpo estaba en modo apagado.
Perezosamente me puse en pie, pasando la mirada por la habitación hasta fijarme en Samantha, quien había vuelto a dormirse. ¿Pasaría algo si nos quedábamos unas horas más en la cama? Al fin y al cabo, sólo nos perderíamos una clase.

Estaba a punto de dejarme llevar por esa opción cuando una cara apareció en mi mente. Y no una cara cualquiera; la cara del subdirector. Aquello fue como si me hubieran hechado un cubo de agua fría por encima; consiguió ponerme activa y totalmente despierta en un momento. Después de lo que había dicho en la cena, saltarse ahora alguna norma era, sin duda, lanzarse hacia un castigo demasiado doloroso como para ser contado después.
Sacudí a mi amiga tras ponerme una falda gris con pliegues y una camisa blanca, decidida a despertarla como fuera.

  - Sammy, si no te levantas ya, yo misma voy a arrastrarte hasta el comedor en pijama —La amenacé, esperando que así se levantara, pero todo lo que conseguí fue un gruñido de su parte—. ¡Vamos, vamos, vamos! ¡Llegaremos tarde a clase!

  - ¿A clase?

Bien, al menos me escuchaba. Eso significaba que aún había posibilidad de levantarla y desayunar a tiempo.

  - Sí, ya sabes. Como las que tenemos todos los días. Hoy toca clase de escalada con la sra Helen.

Ella sacudió una de sus manos por encima de su cabeza, balbuceando algo que yo no logré descifrar. Samantha no parecía querer despertarse, pero yo no iba a rendirme. Como había dicho que haría, usé todas mis fuerzas y tiré del brazo de la morena de forma algo brusca; haciendo que finalmente acabara en el suelo, al igual que yo unos minutos antes.

  - ¡Auch!

¡Ahora sí que estaba despierta! Aplauso para mí.

  - Tienes un minuto para cambiarte en tu habitación y bajar a desayunar si no quieres que acabemos en una de las salas de castigo.

Samantha no parecía muy contenta con la idea de  moverse, pero al menos obedeció. En cuanto estuvo lista fuera de su cuarto tiré de ella escaleras abajo, cruzando los dedos para que  con lo adormiladas que íbamos no tropezáramos y acabáramos en la enfermería de nuevo.

La clase estaba a punto de empezar cuando entramos en la sala, cogiendo una gran bocanada de aire tras haber corrido desde el  comedor. Por suerte, Helen no hizo ningún comentario al respecto. Una vez que hube recuperado todas mis fuerzas; o al menos, todas las que podía tener tras haber dormido poco más de una hora, traté de prestar atención a las explicaciones de la clase. Esperaba que escalar no fuera tan difícil como siempre me lo había parecido. Al fin y al cabo, llevábamos arnés y todo era seguro, ¿no?

Mientras los primeros alumnos se dirigían a la pared de escalada, fui a reunirme con Carol, Annie y Eli; sentadas sobre una colchoneta en una esquina del gimnasio.

  - ¡Buenos días! —Saludó Eli, sacudiendo una de sus manos en el aire con entusiasmo.

Me vi incapaz de devolverle el saludo de aquella forma, por lo que simplemente me dejé caer en la colchoneta frente a ellas antes de hablar.

  - Chicas, tengo que contaros algo.

No quería parecer maleducada, pero necesitaba hablar de la conclusión a la que habíamos llegado Pingüina y yo cuanto antes.

Ambas me miraron con curiosidad, manteniéndose en un silencio que me invitaba a continuar hablando.

  - Anoche Samantha y yo estuvimos haciendo algunas hipótesis sobre el autor de las notas —Me detuve un momento para dejar paso a sus comentarios, que no tardaron en llegar.

  - ¿Samantha y tú?

  - ¿Eso quiere decir...?

Eli sólo nos miraba a la expectativa, y suouse que no se había enterado de las discusiones que había tenido nuestro pequeño grupo.

  - Ajá, hemos vuelto a hablar. Y quiere disculparse contigo, Carol, aunque temía que estuvieras enfadada.

Ahora que lo pensaba... ¿dónde estaba Sammy? Habíamos llegado juntas al gimnasio, pero después no había vuelto a verla. Fruncí el ceño, extrañada por aquello, girando parte de mí cuerpo para poder buscarla por la sala.

  - ¿Enfadada? Pero, ¿por qué iba a estar enfadada?

  - Eso mismo le pregunté yo —Me encogí de hombros, volviendo a mí posición anterior.

No tardé en ponerles al día sobre todo lo que habíamos hablado durante la noche, y ambas estuvieron de acuerdo en que un alumno que se hubiera colado en una sala para coger el ordenador de la escuela también era una posibilidad que debíamos barajar. Hasta Eli aportó alguna idea, colaborando con nosotras en la investigación; y prometió no contar nada de aquello a nadie.

Esperaba que la morena apareciera a la hora de la comida para sentarse con nosotras, ya que no había vuelto a cruzarme con ella en toda la mañana. Sin embargo, ya estábamos todas en el comedor y aún no había noticias de nuestra amiga. Seguramente estaría haciendo algo importante. O quizá se hubiera lanzado a hablar con Aarón y ahora estaban entablando amistad en algún lugar de la escuela... más tarde le preguntaría.
Recordé que tenía algo pendiente de hacer cuando me crucé con León, que iba a por su bandeja. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios y di varias zancadas hasta colocarme a su lado en la fila de la comida.

  - ¡Hey! —Exclamé, quizá con más entusiasmo del que debería tener tras una agotadora mañana como aquella.

Pero, para mi sorpresa, no hubo respuesta alguna por su parte. El chico se limitó a observarme un segundo de soslayo y posteriormente continuó con su camino. ¿Pero qué...? ¿Por qué había pasado de repente de mí? ¿Dónde había quedado eso de "eres mi amiga" del día anterior?

  - ¿León? —Lo intenté de nuevo, pero ni se molestó en mirarme esta vez. Y estaba totalmente segura de que me había escuchado.

Definitivamente no entendía nada. ¿Podría ser... que sólo se hubiera comportado bien conmigo para conseguir el vídeo de mi móvil? Fue la primera idea que pasó por mi mente. No estaba segura de lo que se suponía que debía hacer ahora. Así que me quedé allí, observando cómo el chico al que había defendido una y otra vez frente a mis amigas ahora me ignoraba por completo.

Duck | PAUSADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora