Había pasado casi una hora desde que comenzamos a buscar a nuestras amigas, pero no había ni rastro de ellas. Ayudamos a algunos alumnos a acabar el ejercicio o salir de sus escondites. El simulacro había acabado. Sólo quedaba un lugar por mirar, aunque cruzaba los dedos porque no estuvieran allí; la enfermería.
Nos fijamos en uno de los mapas que había colocados en la pared y seguimos el camino indicado. Al abrir la puerta pasó junto a nosotras una enfermera que parecía estar muy atareada. Una fila de camas recorría cada lado de la habitación, y en todas ellas había personas heridas; algunos más que graves que otros.
- Creo que hay unas 40 personas, - observó Carol - seguramente estén aquí.
Por una parte quería que así fuera, pero por otra deseaba no encontrarlas allí; eso significaría que el simulacro no había acabado bien para ellas.
Empezamos a caminar entre las camas, buscando alguna cara conocida. Ver a tantos alumnos en ese estado no me gustaba nada.
- ¡Chicas! - nos llamó Carol - ¡Venir deprisa!
Samantha y yo intercambiamos una rápida mirada y fuimos a donde estaba Carol.
- ¡Ari! - exclamé observando a la paciente. Su cuerpo estaba peor que el de Samantha y el mío - ¿Qué te ha ocurrido?
Me lancé a darle un abrazo pero rápidamente me separé por si le hacía daño.
- Tranquilas chicas; - respondió ella - estoy bien. Supongo que fui demasiado cabezota y me negué a finalizar la pelea hasta que hubiera acabado con ellos.
- Nuestra guerrera Ari - dijo Carol sacándole una sonrisa.
- Siento tener que cortar el momento, - interrumpió una voz a nuestra espalda - pero tengo que ponerle una inyección en el brazo.
Nos dimos la vuelta para contemplar a la chica alta vestida de colores oscuros que nos sonreía. Murciélago no parecía tener heridas ni rasguños, aunque tal vez los hubiera curado ella misma. Nos apartamos a un lado para que pudiera acercarse a nuestra amiga.
- ¿Tú también eres enfermera? preguntó Samanta evitando mirar la aguja que le estaba colocando a Ari.
- No, - respondió Murciélago concentrada - pero había muchos alumnos a los que curar, y me presenté voluntaria para ayudar.
Yo estaba segura de que no podría hacerlo; no tenía miedo a la sangre, ni a las agujas, pero estaría nerviosa sabiendo que tengo otra vida en mis manos.
- Mi madre lo era; - añadió mientras se colocaba unos guantes de látex - ella me enseñó cuando era pequeña.
Una sonrisa triste apareció en su cara. ¿Es que estaba muerta? Tenía curiosidad, pero decidí no preguntar; no era un buen tema sobre el que hablar.
- Bueno, - sacudió la cabeza, como intentando quitarse algún pensamiento - vuestra amiga estará bien dentro de unas horas; ahora debería descansar.
- Nos vemos luego Ari. - se despidió Carol, y se giró hacia nosotras - Vamos, tenemos que encontrar a Annie.
****
Levanté la vista del suelo cuando Carol bajó las escaleras.
- ¿Alguna noticia? - preguntó Samantha a mi lado.
Ella dirigió su mirada a otro lado y apretó la mandíbula. Nada. Habíamos recorrido la escuela entera de nuevo; pero no había ni rastro de Annie. ¿Qué le habría pasado? Una imagen de Annie ríendo en las mesas del comedor me vino a la cabeza. Ella era tan dulce y tímida... no podía pensar que le hubiese pasado algo.
Carol se sentó en el suelo junto a nosotras con la espalda en la pared. Ya habia perdido la esperanza de encontrarla pero mi cuerpo no parecía querer aceptarlo.
La puerta de la enfermería se abrió y Sapo salió cojeando levemente.
- Me han dicho que buscáis a Tigresa - asentí esperanzada - Delfín tampoco ha aparecido.
- Ella me da igual - contestó Carol seca.
- Chicas, yo también estoy preocupado. - suspiró - Si no fuera por este estúpido simulacro ahora Tigresa no estaría...
- Desaparecida. - le corté - Está desaparecida, y no se te ocurra pensar otra cosa.
- Muy bien; ¿y como la encontramos?
- No lo sé, pero lo haremos. - sin poder evitarlo comencé a sollozar mientras hablaba como cuando era pequeña - Estoy segura... lo haremos... estará bien...
El brazo de Samantha me rodeó los hombros, mientras Carol seguía mirando fijamente el suelo.
- Sapo - interrumpió una voz asomando tímidamente la cabeza desde la enfermería - oh, perdonar; no quería molestar.
La pequeña Pantera nos observaba desde el marco de la puerta, con las manos tras la espalda.
- Tranquila - sonrió Sapo - ¿qué querías decirme?
- Murciélago me ha pedido qué te traiga una muleta.
- Muchas gracias.
- ¿Vosotras estáis bien? - se acercó despacio, y se paró frente a Pingüina - Tú deberías entrar para que te curemos.
Ella se miró los brazos y asintió; todavía los tenía llenos de arañazos y tierra.
- Avisaré de qué estáis aquí; - posó su mirada en cada una de nosotras - Panda, Pato y... ¿tú cómo te llamas?
Aquello me sorprendió; ¿por qué conocía nuestros nombres y no el de Samantha?
- Pingüina - contestó poniéndose en pie.
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Duck | PAUSADA |
Science Fiction«No soy normal. Quiero serlo. Nunca lo seré.» Lo único extraño en la vida de Lena Jumprose hasta ahora era la marca de nacimiento que tenía en su muñeca. Porque seamos sinceros, ¿quién tiene una marca de nacimiento con forma de pato? Sin embargo, no...