36. Un encuentro con la pelirroja

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Louis resultó ser un chico muy majo con más cosas en común conmigo de las que había pensado en un principio. En seguida entré en confianza con él por su forma de ser tan abierta y espontánea. Y en varias ocasiones acabamos riendo tanto que esparcimos parte de la leche de nuestras tazas por el suelo. Algo que, por supuesto, no teníamos pensado limpiar.

  - ¡Corre, corre, corre!

Yo traté de no soltar otra carcajada por sus señas nada disimuladas y aceleré el paso entre las sillas del comedor, llamando la atención de nuevo de algunos de los alumnos que estaban allí.
En cuanto llegamos a la puerta, Louis se tiró al suelo, haciendo la croqueta para salir de la sala, y esta vez, no pude evitar reír a carcajadas.

  - Vamos, Lena, es un movimiento ninja. No te rías -Me dio un pequeño codazo una vez que se había puesto en pie de nuevo.

  - Lo siento, no soy capaz de hacer eso —Negué levemente, cubriéndome la boca con ambas manos para que mi risa no se escuchara tan alto.

  - Poco a poco, pequeña padwan.

  - Sólo por curiosidad, ¿qué tenían esas galletas que te has tomado, señor ninja?

Él alzó un dedo al aire, como si fuera a dar una respuesta muy importante, pero volvió a cerrar la boca tal y como la había abierto un segundo antes.

  - La verdad es que no me sé los componentes de las galletas, pero nada fuera de lo normal. Que yo sepa. Y sino, es culpa de la cocinera.

  - Ajá, será eso. Ella es la culpable de todo —Asentí, siguiendo su broma.

  - Yo que todos vosotros tendría cuidado con lo que prepara la cocinera. Es malvada.

El chico señaló a las personas que pasaban a nuestro lado, llamando su atención al momento.

  - ¡Louis! —Exclamé, tirando de su brazo—. ¡Nos están mirando todos!

A pesar de que me daba vergüenza que la gente me mirara de aquella forma, en ese momento me sentía como una niña pequeña jugando libremente en el parque. Y me agradaba aquella sensación. Sobretodo porque ya había dado por hecho que no volvería a tenerla desde que entré a Unearthly.

  - Oh, cierto. Descubren nuestra tapadera. ¡Huida ninja!

Y de nuevo se tiró al suelo para rodar. Sólo que esta vez yo también lo hice, comenzando a reír con él al instante. Crucé los dedos mentalmente porque nuestra ropa no acabara demasiado sucia después, y no me detuve hasta que alguien carraspeó frente a nosotros. Alguien que no se apartaba del camino como habían hecho los demás.
Me incorporé, llevándome una mano a la cabeza y me encontré con la fría mirada de Ari. Aquello me hizo ponerme en pie de un salto, para sacudirme los pantalones con las manos un segundo después.

  - Oh, hola.

Quizá no debería haberle saludado, ya que ella todavía estaba enfadada conmigo, y llevábamos días sin hablar, pero en aquel momento no me paré a pensarlo.

  - Sabéis que no estamos en la guardería, ¿verdad?

Aquellas palabras resultaron mucho más hirientes de lo que podría haber imaginado. Esa actitud habría sido normal en Natalie, pero de Ari... no me lo esperaba. Claro que ya no sabía qué debía o no esperar de ella.

  - Buenos días a ti también. Y sí, aunque gracias por el detalle.

  - Pues intentar demostrarlo —La pelirroja dio varios pasos, aunque se detuvo al llegar a mi lado, y se quedó unos segundos en silencio, observándome—. Intenta dejar de hacer las cosas sin pensar. No traes nada bueno para los que te rodean.

Sin duda con aquello estaba haciendo referencia a lo ocurrido con León, pero, ¿qué había de malo en lo que estaba haciendo ahora?

  - Cualquiera puede tener un error —Elevé mi voz para que pudiera oírme a pesar de que ya había retomado el paso.

  - ¿A eso le llamas un error?

Para mi sorpresa se detuvo para volver a mirarme, aunque esta vez no se acercó a mí. A mi lado, Louis me miraba sin saber muy bien qué hacer o decir, y con un pequeño movimiento de mi mano traté de decirle que todo estaba bien. Aunque no fuera así.

  - Escucha, yo no pretendía hacer daño a... tu novio —Las dos últimas palabras salieron costosamente de mi garganta—. De verdad. No sabía qué era lo que ocurría, ni porqué se escondía. Y ya le pedí perdón.

  - A veces una simple disculpa no basta.

  - Ya, pero esto en realidad no tiene mucho que ver contigo. Es decir, entiendo que te preocupes, pero es un tema de... —Comencé a hablar rápidamente, pero Ari me cortó.

  - Y León no es mi novio.

Mi ceño se frunció a la vez que una sonrisa divertida se extendía por sus labios.

  - Aunque me alegra saber que eso es lo que pensabas —Pasó los dedos entre los finos mechones de su pelo, recolocándoselo mientras yo simplemente no sabía qué decir—. El chico no está mal, pero... no es mi tipo.

¿Así que realmente todas las veces que Ari y León habían desaparecido a la vez eran simplemente... casualidad? Parpadeé varias veces, sin ser capaz de entender todo.

  - Sólo intenta no hacerle nada más —Dejó caer su mano una vez que su pelo quedó como ella quería y giró sobre sus talones para continuar su camino—. Oh, y si hablas con él... no le menciones nada de esta conversación.

Me quedé allí, observando como se alejaba como si fuera una supermodelo caminando por una pasarela, y no pude evitar envidiarla. ¿Por qué la gente tenía tanta facilidad para dejar la cabeza hecha un lío a los demás? No había mencionado nada del incidente de la gamba, y en el fondo esperaba que se debiera a que no sabía que había sido yo. Pero Ari era lista. De hecho, hasta pudo haberme visto lanzársela sin demasiado disimulo.
Lo que no cuadraba era... ¿por qué se preocupaba tanto por León? Hasta el día de la enfermería no les había visto cruzar palabra, y de repente se comportaba como si él fuera lo más importante en su vida. Tan importante como para abandonar a sus amigas.

Duck | PAUSADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora