17. Se acabó

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Vi a Samantha desaparecer cuando la puerta se cerró. Pantera se quedó dubitativa, pero le detuve antes de que se fuera. Ya eran casi las dos de la madrugada, así que técnicamente era otro día.

  - Espera, ayer no pude preguntarte; ¿cómo sabes nuestros nombres?

  - Es que... Delfín os odia; su habitación está junto a la mía, así que le oigo criticaros.

  - Oh.

  - Pero mi hermana dice que quizá no seais tan malas. Yo tenía curiosidad y por eso decidí sentarme junto a vosotras.

  - ¿Tu hermana?

  - Es amiga de Delfín.

  - ¿Y a Pingüina no le odia? - fruncí el ceño.

  - Nunca ha hablado de ella.

  - ¿Y tu hermana es como Delfín? - preguntó Carol distraída.

  - No. Bueno... un poco, pero ella es mucho más maja.

  - ¿Tu hermana está bien? - traté de cambiar de tema - Me refiero... después del simulacro.

  -  Sí, sólo se ha desmayado; acabo de estar con ella.

Apreté con fuerza la venda de mi brazo; todavía no la había cambiado.

  - ¿Qué es eso?

  - Solo es una pequeña herida.

  - Ven - tomó mi mano -, te lo curarán en un momento.

No quería dejar a Carol, pero ni Sapo ni ella parecían tener ganas de hablar. Seguí a Pantera por el pasillo hasta una camilla vacía.

  - Túmbate aquí, llamaré a una enfermera enseguida.

Salió corriendo antes de comenzar a quedarme dormida; llevaba muchas horas despierta y la mayoría te los alumnos habían regresado a sus habitaciones.

****

Sentí una presión en la mano. Lentamente abrí los ojos parpadeando varias veces. A mi alrededor reconocí la sala de enfermería con las paredes pintadas de azul marino. Alguien estaba junto a mi cama, sujetandome la mano.

  - ¿Estás despierta?

  - ¿Annie? - mi voz sonaba ronca.

  - ¡Me alegro tanto de que estés bien!

  - ¿Es un sueño?

  - ¿El qué? - preguntó extrañada.

  - Esto; tú estás aquí... y no tienes heridas.

  - Humm... eso es porque... conseguí escapar.

  - ¿Cómo sabías que estaba aquí? - me incorporé en la camilla.

  - Os estaba buscando, y cuando te encontré decidí quedarme a tu lado hasta que despertaras.

  - Gracias - me incliné para abrazarla.

El brazo ya no me dolía y podía moverlo perfectamente; lo que fue un alivio.

  - ¿Cómo están las demás?

  - Carol está bien, Samantha y Ari fueron a la enfermería.

  - Creo que ya han salido todos; estarán durmiendo, aún son las 6 de la mañana.

  - Por cierto, Sapo te estaba buscando. Bueno, a tí y Natalie.

  - ¿Ha dicho algo de nosotras? - sus ojos se agrandaron de pronto.

  - Creo que no, sólo dijo que estaba preocupado.

  - Vale, luego iré hablar con él.

Estuvimos un rato en silencio, hasta que se abrió la puerta.

  - Buenos días - entró Murciélago.

  - ¿No es un poco temprano?

  - Quería acabar de recoger todo esto. - señaló las camillas vacías a mi alrededor y la mesa llena de utensilios de enfermería - ¿Cómo va tu brazo?

  - Perfectamente. ¿Lo curaste tú? - ella asintió - Gracias.

  - Me encanta hacerlo - sonrió.

Pensé en todos los alumnos heridos en la enfermería y como había visto a Murciélago junto con dos señoras atenderles. Pero entonces recordé que todavía había alguien que necesitaba atención médica urgentemente, y que seguro que estaría en un lugar muy agradable.

  - ¡Murciélago!

  - No hace falta que grites; sigo aquí - respondió sin darse la vuelta.

  - Tienes que hacerme un favor -  Annie me miró extrañada - ¿has curado a un chico llamado León?

  - No le he visto desde ayer.

  - Me lo temía - susurré - Se lo llevaron para castigarle, y tiene una gran herida. ¡Ayúdale por favor! Está así por mi culpa.

  - Creo que sé dónde lo podemos encontrar.

  - ¿Sí? - pregunté esperanzada.

  - Iré a buscarlo a una de las salas secretas de la escuela. Allí llevan a cabo algunos castigos.

  - Muchas gracias Murciélago.

  - Tú quédate aquí, - cogió su chaqueta - volveré enseguida. Y por cierto; llámame Ainara, mi apodo suena demasiado formal - sonrió y salió por la puerta de la enfermería.

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