37. Estoy preocupada

130 13 7
                                    

Para mi sorpresa, esa mañana tampoco vi a Carol, ni más tarde a la hora de la comida. Ya estaba comenzando a preocuparme, aquel era un tema serio. ¿Y si la habían expulsado? ¿O si estaba en alguna de las salas de castigos desde el día anterior? Los nervios de aquello me estaban comiendo por dentro; sabía que tenía que hacer algo.

Deslicé mi bandeja sin demasiada alegría, al contrario que unas horas antes. Cada vez que descubría algo nuevo en la escuela, me enteraba de que había muchísimas cosas más sobre las que no tenía ni idea. Aquello era un tremendo caos para mi cabeza.

- Esto... chicas -Samantha, a mi derecha, parecía nerviosa por algo-. ¿Os importa si voy un rato con Ari? Es para que no esté sola y eso.

- Seguro que está con León -Tardé unos segundos en darme cuenta de que lo había dicho en alto, pero ya no sabía qué añadir para arreglarlo-. Esto... porque...

- ¿Tú también lo has notado? -Me cortó Annie, y en el fondo se lo agradecí-. Últimamente se les ve mucho juntos. ¿Creéis que tienen algo?

- Iugh, yo espero que no -Samantha, quien todavía no se había movido del sitio, arrugó la nariz haciendo una pequeña mueca.

- Según Ari él no es su tipo -Intervine, encogiéndome de hombros.

- ¿Eso ha dicho? Vaya -Annie parecía decepcionada-. Habría sido bonito tener un romance por aquí.

- Y puede haberlo. Sólo tienes que lanzarte -Aparté la mirada de mi plato para levantar y bajar varias veces las cejas-. Ya sabes, no es tan difícil.

- Tú también podrías hacerlo, Lena.

- ¿Q-qué? ¿Declararme? -Podía notar cómo mis mejillas cambiaban rápidamente de color, algo que siempre me avergonzaba más aún.

- Sí. A tu querido Águila. Es muy obvio que ambos os gustáis.

- Oh, eso -Ladeé un poco la cabeza, frunciendo los labios ligeramente hacia la derecha-. No había pensado en ello, la verdad. Además, aún me parece pronto para hablar de ello.

Aparte de que pensaba que teníamos temas más importantes que ese de lo que preocuparnos.

- Pues yo lo haré. Algún día -Pingüina se puso en pie, colocándose una chaquetilla fina sobre los hombros-. Y no os preocupéis, tendréis todos los detalles -Nos guinó un ojo, cogiendo su bandeja con ambas manos antes de alejarse de allí.

Le seguí con la mirada por curiosidad, queriendo ver lo que hacía Ari. Ella era la única con la que todavía no hablamos solucionado las cosas. Sin embargo, parecía que no le importaba seguir en contacto con Samantha.

- Lena -Annie frente a mí también se estaba poniendo en pie-. Voy a ir a buscar a Eli antes de la reunión, ¿quieres venir?

Yo negué un par de veces, tenía otra idea en mente.

- Tengo que hacer una cosa, nos veremos allí.

- Está bien. No te metas en líos -Se despidió, con una pequeña sonrisa en sus labios-. Oh, y si tienes alguna noticia de Panda no dudes en avisarme.

- Lo haré.

Mi vista hizo un rápido repaso de la sala una vez más; buscando a una persona en especial. Me alegró encontrarla poco después, y sin esperar un minuto más, me levanté para dirigirme a su mesa.

- ¡Ainara!

Hacía días que no hablaba con ella, a decir verdad, pero ahora la necesitaba. Ella había sacado a León de una de las salas secretas que usaban para castigos una vez, y esperaba que pudiera ayudarme a encontrar a Carol, si es que estaba en una de ellas.

- ¿Puedo hablar contigo?

Pude ver cómo, por el rabillo del ojo, todos sus compañeros de mesa estaban atentos a mí.

- Umm... claro. ¿Qué ocurre? -La morena se frotó las manos mientras centraba su atención en mí.

- Esto... ¿puede ser a solas?

No iba a decirlo en alto, pero me incomodaba tener a un grupo de desconocidos escuchándome.

- Está bien -Su silla soltó un pequeño chirrido al ser arrastrada por el suelo, y después comenzó a caminar hacia la puerta del comedor, sin molestarse en recoger sus cosas.

Yo la seguí dando zancadas a lo largo de toda la sala, y me mordí el interior de la mejilla de forma inconsciente antes de hablar.

- Verás... tú conoces el lugar donde hacen castigos y esas cosas, ¿cierto? -No esperé a que me respondiera antes de continuar, soltando todo deprisa-. Necesito que me lleves allí.

Ella me miró con el ceño fruncido, sin decir nada.

- Es una urgencia. Por favor -Añadí en un pequeño susurro.

- Sí, lo conozco. Por desgracia he estado allí alguna vez más de las que me gustaría reconocer.

¿Así que Murciélago también había incumplido las normas? Aquello me dejó bastante sorprendida.

- Pero no es fácil llegar. Pueden pillarte. Y además hay que recorrer muchos pasillos...

- No me importa.

Estaba decidida a ir allí, y si además podía echar un vistazo para ver de qué era capaz de hacerles Hugo a los alumnos, mejor que mejor.

- ¿Te han dicho alguna vez que eres un poco cabezota y que eso te puede llevar a meterte en líos en el futuro? -Sacudió su cabeza de un lado a otro en forma de reoresalia, pero pude ver una pequeña sonrisa en sus labios.

- Alguna que otra vez -Reconocí, sin darle mucha importancia.

Ella se frotó las sienes con los dedos y finalmente dejó escapar un ligero suspiro.

- Está bien. Mañana iremos.

¿Mañana? ¡No podía dejar a Carol allí encerrada otro día más!

- No puedo ir mañana, te he dicho que era una urgencia -Estaba comenzando a impacientarme.

- O mañana o nada -La morena frente a mí alzó una de sus cejas, desafiándome.

No, ni de broma.

- Ainara, por favor.

- No tengo tiempo para malgastarlo con los juegos de una niña.

Disculpa, ¿qué? Que fuera más bajita y quizá algo menos madura que ella no significaba que fuera una niña pequeña.

- ¡Si a Panda le pasa algo en este tiempo por no haber ido a ayudarla, será por tu culpa! -Alcé la voz al ver que se daba la vuelta, y de alguna forma conseguí que se detuviera.

- ¿Panda?

- Sí, Panda. Una chica de cabello negro y ojos oscuros con gafas de pasta, ¿te suena?

- ¿Qué ha pasado con ella?

Al fin me escuchaba. Esta vez fui yo la que suspiró.

- Ayer fue a ver al director porque él le había llamado, y todavía no ha vuelto a aparecer por aquí. Estoy preocupada.

Ainara negó varias veces antes de hablar, aunque ya no parecía estar molesta como hacía un momento.

- Si está en una de las salas de castigo la soltarán, siempre lo hacen. Solo hay que esperar -Abrí la boca para protestar, pero ella no me dejó-. Entiendo que estés así, pero lo mejor es que sigas mi consejo. Podrías meterla en un lío más grande si vas a buscarla. Y por mucho que quieras, no puedes solucionar todo.

Cerré mi boca de nuevo, sin añadir nada más. Eso ya lo sabía, pero me parecía una tontería quedarse de brazos cruzados cuando había una mínima posibilidad de ayudar. Sin embargo, por esta vez, decidí hacerle caso. Y resultó que no tardé tanto como creía en volver a ver a mi amiga, aunque no precisamente en el lugar y situación que esperaba.

Duck | PAUSADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora