7. Natalie

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Las tres nos quedamos con la boca abierta.

  - ¿Su hija?

  - Por eso chicas, hacerme caso; es mejor pasar de ella.

Asentí. No quería meterme en una pelea.
De camino al comedor, Carol y Ari seguían hablando de Natalie y de lo que le pasaría si se metiera con alguna de nosotras. Annie y yo nos reímos tanto que el cuerpo volvió a dolerme, aunque traté de ignorarlo lo mejor que pude.

Mientras llenaba mi plato de lentejas, oí una horrible risa a mi espalda que ya comenzaba a hacerse familiar para mí.

  - Has hecho bien en alejarte de él —La voz de Pingüina a mi lado ne sacó de mis pensamientos. ¿Por qué me hablaba ahora? Creía que el día anterior me había dejado bastante claro que yo le caía mal.— Fíjate —Señaló con la cabeza a la mesa que teníamos detrás—; un monstruo con el otro.

Por el rabillo del ojo vi a León sentado junto a Natalie. Él le miraba fijamente, como esperando una respuesta, y ella... bueno, era ella. La verdad es que tenía sentido con lo que había dicho Pingüina, aunque no parecían muy cómodos juntos.

  - Confieso que yo al principio también me fijé en él —Me guiñó un ojo tras unos breves segundos en silencio.

  - ¡¿Qué!? —Reaccioné un poco tarde, dándome cuenta de a lo que se refería.— Yo no...

Pingüina comenzó a reírse en ese momento y no tardé en unirme a ella. Puede que, al fin y al cabo, no fuera tan borde como había parecido a una primera vista.

  - Por cierto; mi nombre es Samantha, aunque puedes seguir llamándome Pingüina si lo prefieres.

  - Yo soy Lena —Cogí mi bandeja ahora llena de lentejas y comencé a andar, pero me giré de nuevo al darme cuenta de que en ningún momento había visto a Pingüina hablar con nadie más en la escuela. ¿Y si no tenía amigos? Yo estaba tremendamente agradecida con Carol, Annie y Ari por haberse acercado a mí el primer día y ofrecerme un lugar junto a ellas, por lo que decidí hacer lo mismo. Y si decía que no, no pasaba nada.— ¿Quieres sentarte con mis amigas y conmigo?

La morena pareció dudar un momento, pero finalmente aceptó; esbozando por primera vez desde que le había visto una gran sonrisa. Empezaba a caerme bien. En la mesa Carol y Annie charlaban con otro chico, mientras Annie parecía preocupada. Me senté en frente de ella y Samantha se colocó a mi lado.

  - ¿Estás bien? —Annie asintió, aunque no parecía muy convencida.— Ella es Samantha —Cambié de tema.— Su animal es el pingüino.

  - Encantada, yo soy Annie o Tigresa —Esta vez se dirigió a nuestra nueva compañera de mesa, mostrando una de sus típicas y alegres sonrisas.— ¿Te puedo llamar Sammy?

  - ¡Claro!

Las puertas del comedor se abrieron de golpe y todos nos quedamos en silencio. Unos pasos firmes se acercaron, el subdirector Hugo tenía una postura rígida y seria.

  - Buenas tardes alumnos de Unearthly. No vengo a interrumpiros la comida, sino a avisaros. Este centro tiene unas importantes normas que debéis seguir. Ya son varias las personas que en algo se las han saltado. Si lo hacéis, recibiréis un castigo que os ayudará a recapacitar para futuras ocasiones —No pude evitar al escucharle que mi vista se dirigiera a León, quien para mi sorpresa cruzó su mirada con la mía y luego la dirigió al suelo con rabia.— Avisados quedáis; disfrutar de la comida.

Un murmullo se extendió por la sala. ¿Cuál sería el castigo que había recibido León? Viniendo de Hugo, no parecía ser nada bueno. Se marchó como había venido y me giré de nuevo hacia la mesa.

  - ¿El subdirector no os da mala espina? —Preguntó una tímida Samantha.

¡Al fin alguien que pensaba como yo!

  - Sí —Admití.— No me gustaría meterme en problemas con él.

  - Si Hugo es así... imagínate como será el director. He oído que es peor aún.

La escuela comenzaba a asustarme. Hugo había hablado de los castigos dejando claro que eran horribles; y la expresión de León me lo confirmaba. ¿Y si tenían razón las personas que escuché el primer día? ¿Y si Carol podía meterse en graves problemas? Ya le habían advertido, y ahora a nosotros; esto era una cosa seria.

Me levanté de la mesa a por un postre, pero tropecé con algo y caí sobre la bandeja; manchando mi blusa con algunos restos de lentejas. Esperaba que no me hubiese visto nadie, pero por desgracia no fue así.

  - ¡Mirad quién es una pato-sa! —Gritó Natalie, poniéndose en pie sobre la silla y señalándome para así asegurarse de que todo el mundo le prestaba atención. Bueno, a ella... y después a mí, en el suelo.

A su lado, León me observaba indiferente. Me puse en pie y les lancé a los dos una mirada de odio, mientras escuchaba las risas de la mayor parte de los que estaban en el comedor. En seguida, Carol, Ari, Annie y Samantha vinieron a ayudarme. Salimos del comedor sujetando a Carol, que gritaba a Natalie queriendo abalanzarse sobre ella.

Ya en mi habitación, me cambié la blusa por otra limpia y agradecí a las chicas por defenderme.

  - Esa estúpida...

  - Está bien Carol, no importa.

  - ¡Claro que importa, Lena! Estoy segura de que ella te puso la zancadilla para que cayeras.

  - ¿Por qué la toma con Lena? —Preguntó Ari, pensando en alto.

  - A Natalie le gusta meterse con todos los que cree inferiores —Respondió Annie.

  - Mi puño sí que no va a ser inferior —Murmuró Carol.

No pude reprimir una risita. Ellas sí que eran amigas de verdad a pesar de que sólo me conocían de dos días, y estaba muy contenta de haberlas encontrado.

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