18. Un baile

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  - ¿Qué ha pasado? - preguntó confusa Annie - ¿Qué querías decir con que León está herido? ¿Y por qué ha sido tu culpa?

  - Es un poco largo de explicar - suspiré.

  - Creo que tenemos tiempo - se sentó en el borde de la camilla -; si quieres contármelo.

  - Yo...

Las palabras no conseguían salir de mi boca; tenía un nudo en la garganta. ¿Cómo iba a explicarle que puede que León estuviera muerto por mi culpa? Dejé escapar un gran suspiro, intentando llenar de aire de nuevo mis pulmones.

  - Quizá sea mejor no revivir los recuerdos esta noche - me mostró una sonrisa tranquilizadora.

Asenti mientras me cubría la cara con las finas sábanas que tenía a mis pies.

Media hora después seguíamos sin tener noticias de Murciélago y León. Annie me acompañó hasta mi cuarto, y esperó a que me vistiera para ir a buscar a nuestras amigas.

Nuestra primera parada fue la habitación de Samantha; que estaba a menos de un metro de la mía. Abrimos la puerta ligeramente y me alivió saber que estaba durmiendo en su cama.

Subimos las escaleras hasta la segunda planta, y nos aseguramos de que Ari también descansaba en su habitación. Sin embargo, al entrar en la de Carol, vimos que estaba vacía.

Annie me dirigió una mirada preocupada y yo me encogí de hombros. La última vez que había visto a Carol estaba sentada en el pasillo frente a la enfermería, pero Annie se habría cruzado con ella si aún siguiera allí.

Regresamos al pasillo; la única luz que lo iluminaba era la que desprendían los primeros rayos del alba. Nos guiamos por el ruido de unas pisadas, y por suerte pudimos distinguir rápidamente su voz. Aceleré el paso acercándome al pequeño hueco que escondían las escaleras en su interior, pero Annie me detuvo cogiendome del brazo.

  - ¿Qué pasa?

Ella como respuesta colocó el dedo índice sobre sus labios; indicando que guardara silencio. Decidí hacerle caso, aunque seguía sin entender muy bien lo que ocurría.

  - Has sido muy hábil con tu plan.

Traté de concentrarme en la voz de Carol, que se oía apenas a dos metros de distancia de nosotras.

  - No lo habría conseguido sin tu ayuda - susurró otra voz.

Al parecer, Panda estaba conversando con alguien. Acerqué mi oído para seguir escuchando con mayor claridad. La siguiente vez que habló la segunda voz, me di cuenta de porqué me sonaba tanto; la otra persona era Natalie.

****

El subdirector entró en el comedor, interrumpiendo todas las conversaciones. Hugo siempre formaba ese silencio cuando aparecía. Después de observarnos a todos un momento, comenzó a hablar:

  - Traigo noticias para vosotros, alumnos de Unearthly. Tras el gran revuelo que ha causado el simulacro, el director quiere que os animéis - dió un paso, alejándose de la puerta - y ha preparado un baile. - No sé si esperaba que comenzaramos a dar saltos de alegría, pero todos permanecimos en silencio -Se celebrará mañana en el gimnasio y por supuesto iréis en parejas - miró Natalie y ésta le devolvió una sonrisa -. Estas parejas ya han sido establecidas. Espero que lo paséis bien - añadió con un tono serio -.

  - ¿Para qué vamos a querer hacer un baile? - preguntó Ari alzando una ceja.

  - El director está seguro de que os alegrará poder disfrutar de una pequeña fiesta.

  - Sólo quiere que nos olvidemos de los problemas que hemos tenido por el simulacro - susurró Carol.

  - Todo no se soluciona con un baile.

Apenas pude escuchar lo último que dijo Ari; ya que mi cabeza me había transportado al recuerdo de aquella madrugada:

  - Has sido muy hábil con tu plan.

  - No lo habría conseguido sin tu ayuda - susurró otra voz.

  - ¿Cómo colocaste las notas en la habitación de Lena y Samantha?

  - ¿Notas? No sé de que me hablas.

  - ¿Sabes que mientes fatal?

  - Mira quién habla. Conozco tu secreto, Panda.

  - Estás loca - escupió las palabras.

  - ¿Vas a seguir ocultandolo durante más tiempo?

  - Es imposible que sepas nada sobre mí.

  - ¿Quieres que lo probemos? Puedo contárselo a tu grupito de amiguitas, a ver si les sigue pareciendo buena idea ir contigo —Natalie soltó una pequeña risita que seguramente hizo enfadar a Carol, igual que a mí. Pero sin embargo sólo respondió:

  - ¿Qué quieres que haga?

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