48. Informe.

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Tigresa's POV.

  - Dos desfallecimientos y cuatro grupos eliminados.

  - ¿Tiempo récord?

  - Veintiocho minutos cincuenta y tres segundos, señor.

  - Vaya desastre.

  - Y luego está la alumna que han traído inconsciente a enfermería —Informó otro guardia, adelantándose un paso por delante del resto.

  - ¿Una menos?

  - Aún no se sabe, señor. Quizá todavía nos sirva.

Yo suspiré, sin apartar la mirada de mis Converse azules. No era nada agradable tener que estar presente en las reuniones post-actividades que realizaba mi padre.
Natalie, al otro lado del despacho, parecía muy entretenida con su móvil. De hecho seguramente ni estaba prestando atención a la reunión.

  - Informarme cuando se sepa algo.

  - Sí, señor.

  - Y quiero una lista con los nombres de los cinco estudiantes ganadores de la gymkana. Necesitan entrenamiento extra.

  - ¿Se lo ofrecemos como un premio?

  - Exactamente. Ponérselo de forma que no se puedan negar. Necesitamos soldados disciplinados, no una panda de... preescolares que se desmayan en cuanto les hacen correr un rato.

Las palabras de mi padre me hicieron apretar los puños con rabia. No podía creer que realmente pretendiera hacer máquinas de unos adolescentes. Y sobretodo detestaba ser partícipe aunque de forma indirecta de todo aquello.

Deslicé mis manos por la fina seda de la capa que todavía llevaba puesta y las detuve al llegar a la capucha. Si ellos iban a seguir por ese camino, yo continuaría por el mío.
Antes de que pudiera llegar a la puerta del despacho, la voz de mi padre me detuvo.

  - ¿A dónde vas, Anabelle?

Me resistí a contarle a dónde me dirigía. Sin embargo todos sabían que me era imposible mentir.

  - Iré a ver cómo están mis amigos.

  - Muy bien. Traeme después un informe de cómo va todo con Panda, Pato, Pingüina y el resto.

Presioné mi mandíbula mientras él hablaba. Suerte que en ese momento estaba de espaldas a él.

  - Adiós, papá —Me limité a despedirme. Pero, cómo no, no hubo respuesta alguna por su parte.

En cuanto estuve fuera de aquella habitación solté un prolongado suspiro. Entendía que Natalie fuera una cotilla y le contara todo sobre los alumnos a nuestro padre, pero él no podía esperar que yo hiciera lo mismo. Y menos aún sabiendo cuáles eran sus intenciones con aquella información.
Tras unos segundos en los que me aseguré de que no había nadie por el pasillo, volví a colocarme la capa azul marino sobre la cabeza; de forma que no se viera ni una mínima parte de mi rostro.

No era sencillo colarse por los lugares secretos de la escuela, por lo que trataba de ocultarme lo máximo que podía.
En cuanto divisé una ventana en mi camino me asomé para buscar algún rostro conocido que todavía estuviera en el patio exterior. Pero por desgracia ya apenas quedaba gente a la que pudiera ayudar allí afuera.

Traté de que eso no me desanimara. Aún tenía varios asuntos pendientes, y uno de ellos implicaba a Sapo. Después podría pasarme por la enfermería para ver cómo se encontraban los tres alumnos de los que le habían hablado a mi padre aquellos guardias.
Una de las cosas buenas de ser la hija del director de Unearthly, tenía que admitirlo, era conocer hasta el más mínimo rincón de aquella escuela. No había lugar en el que yo no hubiera estado, y esto ayudaba en situaciones como aquella. Solo tendría que buscar en cada una de las salas de castigos hasta encontrar en la que estuvieran Sapo y Murciélago.

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