41. Cotilleos ocultos

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Pingüina's POV:

18:42

Por más que miraba una y otra vez el reloj frente a mí, las manillas de los minutos y segundos parecían haber decidido ir exageradamente lentas.

Un gruñido se escapó de mi garganta a la vez que dejaba caer mi cuerpo sobre la mullida cama en la que cada noche me acostaba. ¿Por qué no podía existir una de esas máquinas para viajar en el tiempo que aparecían en algunas películas? Sólo en lo que llevaba de tarde ya había probado a ordenar la habitación, doblar y colocar mi ropa por tipo de prenda y hasta me había hecho cinco peinados diferentes. Pero apenas había conseguido distraerme durante una hora.
Realmente odio esos momentos en los que no sabes qué hacer para que pase el tiempo cuanto antes.

Mi teléfono, a sólo unos centímetros de mi cabeza, emitió un pequeño sonido; avisándome de que tenía un nuevo mensaje. Sin embargo, aquello era extraño. Desde que había llegado a Unearthly apenas usaba el teléfono salvo para hablar con mi madre, y ella decía que los mensajes eran una pérdida de tiempo, ya que para comunicarte son mucho mejores las llamadas.

No tardé ni tres segundos en alcanzar la Blackberry, y otros dos en desbloquear la pantalla.
Y no, no era capaz de dejar de contar el tiempo ni aunque estuviera haciendo otras cosas.

Un mensaje enviado por un número desconocido aparecía de forma llamativa en la bandeja de entrada, y esta vez sí que me detuve antes de abrirlo. En otra ocasión habría pensado que era publicidad o algo así, pero esos números ya los tenía bloqueados para que aquello no ocurriera.

Tras dudarlo un momento, presioné el mensaje para así abrirlo, dejando que una imagen ocupara casi toda la pantalla.

"Pillados: León y Ari viéndose a escondidas."

Bajo esta cabecera estaba precisamente la imagen de una pelirroja a la que conocía de sobra abriendo una puerta. Y asomándose por esta... estaba León.
Y bastante cerca de ella, a decir verdad.

Oh Dios mío.

Seguro que a Lena le encantaría ver esto.
Y no precisamente porque quiera que ellos acaben juntos, sino porque siempre está preguntando por Ari. Y por desgracia León le cae demasiado bien.

- Una pena que Lena nunca vaya a ver esta foto.

Sin apenas detenerme a meditarlo, salí del mensaje y pulsé el botón de «borrar». Habría sido una información muy buena para hacer chantaje o esparcir cotilleos, desde luego, pero yo tenía otra idea en mente. Ahora lo importante era que, si el número que me había enviado aquella imagen también se la había enviado a otras personas, fuera como fuera Pato no debía verla. Aquello sólo haría que la morena se interesara más en el idiota. O por lo menos, en hablar con él.

Mierda, mierda, mierda. Quizá ya es demasiado tarde.

Mi mirada se dirigió una vez más en aquella tarde al reloj que colgaba de una de las blancas paredes de la habitación.

18:48

Al menos había encontrado algo con lo que entretenerme.
Una idea pasó por mi cabeza, que me hizo ponerme en pie de un salto. Quizá y sólo quizá mi amiga todavía se encontraba en su habitación y no había leído el mensaje.

Una ventaja de que la habitación de Pato estuviera pegada a la mía era que en menos de 10 segundos ya estaba frente a ella.

Me preparé una excusa no muy enrevesada que le diría para sacar el tema de aquello y llamé varias veces a la puerta número 11.
Tras unos segundos en los que no se oyó nada al otro lado, decidí que no perdía nada por abrirla yo misma, y así lo hice.

Ni siquiera la puerta hizo ruido alguno al abrirse, y de esta forma comprobé que no había nadie dentro.
Su habitación era igual a la mía, salvo por las fotografías que estaban colocadas sobre su mesilla, de ella junto a un señor algo mayor; y la organización de esta.

Sin detenerme a observar mucho sus cosas, levanté algunas prendas de ropa que había sobre su cama y posteriormente miré en los bolsillos de estas, en busca de su teléfono móvil. Pero por desgracia no encontré nada. ¿Tan difícil era dejarlo en la habitación a plena vista? Ni que tuviera que utilizarlo para nada, vaya.

Al parecer iba a tener que cambiar un poco mi plan. Lo primero sería buscar a mi amiga, pedirle el móvil y entonces borrar el mensaje. Y así todo volvería a la normalidad.
Era una pena desperdiciar cotilleos como aquellos, pero cuanto más alejara a mi amiga de León, más segura estaría. Si ella no fuera tan cabezota y dejara de acercarse a él todo el tiempo, todo esto no sería necesario.

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