24. Separadas

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Lena's POV

Me desperté gracias al horrible pitido de la alarma que nos ponían cada mañana; y la voz de la profesora Helen por el megáfono tampoco lo mejoraba. Giré sobre mi cuerpo, ya que tenía la cabeza hundida en la almohada y noté el impacto del golpe contra el frío suelo en el momento. Abrí costosamente los ojos y me quedé observando el blanco techo durante unos segundos. Escuché unas pisadas junto a la puerta y supuse que la mayoría de los alumnos habrían bajado a desayunar.

Me llevé la mano a la cabeza a la vez que me incorporaba todavía sobre el suelo; tratando de que se me pasara el dolor.

Traté de centrar la vista en algo, pero la cabeza no paraba de darme vueltas, y sentía unas inexplicables ganas de vomitar. Me apoyé en la cama para ponerme en pie justo cuando el manillar de la puerta se movió, y esta se abrió; dejando pasar a un chico.

  - ¿Qué haces aquí? - preguntó rápidamente al verme.

  - Eso iba a preguntar yo - le apunté con un dedo frunciendo ligeramente el ceño.

  - Pues... no sé; ¿qué te parece ir a mi habitación? - respondió sarcástico.

  - ¿Entonces? Ésta es mi habitación.

Alzó ambas cejas; y señaló a su alrededor, extendiendo ambos brazos.

  - Me parece que en eso te equivocas. ¿Llevas toda la noche aquí?

¿Cómo se atrevía a decirme aquello? Me crucé de brazos, tratando de mantener mi postura cuando me percaté de algo. La habitación era exactamente igual a la mía, pero las cosas de la mesilla y el armario no lo eran.

  - ¡Oh, no! - murmuré con algo de miedo - ¿Qué hago...? ¿Éste es tu cuarto?

  - Eso te he dicho - dió un paso hacia mí; mirándome ésta vez con preocupación -. ¿Estás bien?

¿Por qué había dormido en la habitación de León en vez de en la mía? Traté de recuperar algunos recuerdos borrosos de la noche anterior, y me di un pequeño golpe en la frente con la palma de la mano.

  - Anoche creo que bebí demasiado - dirigí mi mirada al suelo -. Nunca lo había hecho, creo que me pasé y... luego debí tomar un camino equivocado a tu habitación - le expliqué rápidamente, mientras mis mejillas cambiaban de color debido a lo avergonzada que me sentía en aquel momento.

  - Oh, bueno, está bien - sacudió la cabeza mirando a otro lado -. No pasa nada.

  - Un momento - alcé la mirada dándome cuenta de un pequeño detalle -; ¿cómo es que no te habías enterado hasta ahora? Debiste verme en tu cama al volver de la fiesta.

  - Yo... no he dormido - respondió en un murmuro a la vez que cogía algo de su armario.

  - ¿Y por qué no? ¿Dónde has estado toda la noche?

  - Eso no es de tu incumbencia - respondió en un tono seco.

  - Vale, vale - alcé las manos en señal de rendición -; ya está aquí el señorito secretos.

  - No es eso, es sólo... que es mejor que no lo sepas - se giró hacia mí soltando un pequeño suspiro -. ¿Te importa que...? - señaló la ropa que tenía en la mano.

  - Oh, claro - caminé hasta la puerta con una risa nerviosa -; lo siento.

  - Nos vemos luego, supongo - se rascó la nuca antes de darme la espalda de nuevo.

Revolví mi pelo y eché un vistazo a mi arrugado vestido; sin duda estaba hecha un desastre. Me había dejado los tacones en la habitación, pero seguramente León ya se estaba cambiando, por lo que decidí no molestarle.

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