49. Chantajes.

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Pingüina's POV.

Estúpido grupo. Estúpido Louis. Estúpido todo.
Parecía mentira que gracias a mis "fantásticos" compañeros ni siquiera hubiéramos sido de los diez primeros grupos en terminar la gymkana. Y eso que yo al final me había esforzado mucho.

Lancé mi peto verde chillón hecho una bola al cesto de la ropa de gimnasia. Al menos aún quedaban varias horas para la cena, que podría aprovechar pensando en cualquier otra cosa.

- ¡Sammy!

Justo cuando pretendía alejarme de toda la masa de alumnos para encerrarme en mi habitación y simplemente escuchar música, varios de mis compañeros de equipo se acercaron corriendo.

- ¡Sammy, espera!

Solté varios gruñidos al escuchar cómo me había llamado el chico idiota, y di media vuelta para encararle.

- Los apodos te los guardas para tus amigos, niño.

- ¿Siempre eres tan gruñona? -Alzó las manos por encima de su cabeza; en un gesto de inocencia.

- ¡Hemos perdido por tu culpa! ¿Cómo quieres que me ponga?

- ¡Pero si eras tú la que no paraba de decir cosas negativas!

- ¡Intentaba ser realista! Obviamente contigo en el grupo era imposible ganar -Concluí.

A pesar de lo despreciable que acababa de ser mi comentario, a Louis no pareció afectarle. De hecho, se lo tomó con humor. Reaccionó llevándose una mano al pecho dramáticamente, y retrocedió varios pasos como si acabaran de dispararle.
¿Es que no era capaz de tomarse nada en serio ni por un momento? Para colmo, el resto de los compañeros se rieron de su penosa gracia.

- Me voy a mi habitación -Me limité a decir, ahora girándome solamente hacia Eli.- Si te cruzas con alguna del grupo diles que nos veremos a la hora de la cena.

- De... acuerdo -Tardó en responder ella, por lo que yo me di la vuelta con intención de irme ya.- ¿Estás bien, Samantha?

- Perfectamente.

- Quizá... te encuentres con León por el pasillo -Agregó Eli tras unos vagos segundos, causando que me detuviera de pronto.- He oído que estaba en la puerta de en enfermería.

Por suerte, León era ya un tema que no me preocupaba. Si mi plan salía bien, ya no tendría que volver a cruzarme con él nunca más.
Sin embargo, una pequeña visita para asegurarme de que todo seguía el camino que debía llevar no me haría mal.

Redirigí mis pasos hacia la zona de la enfermería tras despedirme de nuevo de Eli. Los pasillos a mi alrededor resultaban totalmente silenciosos en contraste con el bullicio junto al que acababa de pasar. La puerta que buscaba no estaba muy lejos. Y cuando me quedaban simplemente unos metros escuché su voz. Por lo visto no estaba solo.
Con la esperanza de no haber sido vista todavía, doblé a esquina más cercana y pegué mi espalda a la pared. Quería saber con quién hablaba.

- Está... dentro.

Por desgracia, no hubo respuesta alguna por parte de la otra persona. Solamente el ruido de una puerta cerrándose. ¿Se habría marchado?
Conté hasta diez antes de estirar muy despacio mi cuello para poder mirar de nuevo el pasillo. León estaba allí de pie, mirando la puerta de la enfermería. Y ahora sólo. Era mi oportunidad.

- Vaya, vaya. Parece que volvemos a encontrarnos -Le sorprendí, caminando con toda tranquilidad hasta él.

- Un no muy agradable encuentro, desde luego.

- ¿Qué es lo que está ahí dentro? -Tenía curiosidad, y ya había aprendido que con León lo mejor era siempre ir al grano. Ante su mirada de extrañeza rodé los ojos, y volví a probar de nuevo.- Acabas de hablar con alguien. ¿Qué es lo que está ahí dentro?

- No es de tu incumbencia.

- ¿No vas a decírmelo? Y yo que pensaba que tú y yo ya no teníamos secretos.

- No sabes nada de mí.

- Te equivocas, León. Sé mucho sobre ti -Esbocé una media sonrisa. Tenía la situación totalmente controlada, y ambos lo sabíamos.- Te lo preguntaré una última vez. ¿Qué es lo que...?

- Una persona -Me cortó. Por lo visto al fin se había rendido. Mejor.- Una de tus amigas.

Esto se ponía interesante. ¿Una de mis amigas estaba en la enfermería?
Me dispuse a continuar con mi ronda de preguntas cuando vi la preocupación en sus ojos. En ningún momento me había mirado a mí; continuaba con la mirada fija en la puerta.

- Es Lena.

Ni siquiera hacía falta preguntar. Era obvio.

- Espero que no le hayas hecho nada malo.

- ¡Yo no he hecho nada! -Esta vez sí que reaccionó, apartando la mirada de la puerta y frotándose la sien con ambas manos.- Bueno... sí que ha sido mi culpa, pero yo no quería. No era mi intención. No le habría hecho daño.

Por primera vez desde que le conocía, León había perdido toda la seguridad que le caracterizaba. Y con ello, parte de su encanto. Parecía realmente destrozado.

- Espera, espera, espera. ¿No habrás...? -Me detuve en medio de la frase, observando durante unos segundos más su rostro.- Lo has hecho. Has inclumplido el pacto.

No podía creerlo.

- Y yo que te creía una persona de palabra...

- ¡Me chantajeaste! Y si la pregunta es si he hablado con ella, sí. Lo he hecho.

- ¡No has cumplido...!

- No tienes derecho a hacer lo que le estás haciendo, Pingüina.

Y de nuevo, aquí estaba el León que conocía. Decidido, arriesgado y leal. Le detestaba.

- No me digas lo que tengo derecho a hacer o no, León. Tú no sabes nada.

- Quizá tengas razón. Quizá no sepa lo que tienes entre manos. Pero sí se algo: eres una persona realmente despreciable. ¿Sabes qué? Cuentale lo que quieras. Paso. Paso de tus chantajes. Que sepa la verdad y entonces elija ella.

- No vuelvas a hablar con ella nunca.

- Lena es mi amiga. Te hice caso la última vez. Pero ya no pienso volver a caer. No vas a prohibirme nada.

Me negué a admitir que hubiera ganado. Él no.

- Muy bien. No me dejas otra opción que... hablar con el director.

Habíamos llegado hasta el final con aquello. León sabía perfectamente que yo siempre guardaba un as en la manga. Jaque mate.

- Haz lo que te de la gana. Como siempre.

Aquella no era la reacción que me esperaba. Ni siquiera parecía haberse alterado ni un poquito.

- Sabes las consecuencias que esto traerá, ¿cierto? -Elevé una de mis cejas con incredulidad. No podía darle igual todo aquello.

- Por supuesto. Así que hazlo si quieres, pero yo ya paso de seguir tus normas aquí. Que Lena vea cómo eres realmente.

- Lena me conoce. A tí no.

- Yo creo que más bien es al revés -Esbozó una minúscula sonrisa que denotaba seguridad, y sin dejar que añadiera nada más entró a la enfermería.

Yo me quedé allí; observando aquella puerta que acababa de cerrarse frente a mí. Había ganado, de eso estaba segura. Y sin embargo no me sentía como si lo hubiera hecho.

- Te aseguro que me las pagarás, William Leduc.

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