26. ¿Se puede arreglar?

103 15 0
                                    

Pasaron varios minutos sin que ninguno de los dos dijera nada. Mi cabeza, durante ese rato, daba vueltas a todo lo ocurrido desde mi llegada a Unearthly; habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo.

Cuando volví a la realidad, me di cuenta de que León seguía a mi lado, sin moverse, con la mirada todavía fija en el techo. Apoyé las manos tras mi espalda para incorporarme, provocando un muy pequeño chirrido que hizo girarse al chico.

  - Gracias por el vídeo, otra vez —Pasó los dedos por su pelo, en un intento de ordenarlo rápidamente, y yo sacudi mi cabeza de un lado a otro varias veces.

  - No hay de qué. ¿Quieres quedarte mi móvil, para volver a verlo?

  - Oh, no es necesario, necesitarás tu móvil —Con la otra mano me acercó el teléfono, y sus cejas se cruevaron ligeramente hacia arriba—. Aunque, ¿podrías pasarme el vídeo? Te daré mi número, y así es más fácil.

  - ¡Claro! —Recuperé mi teléfono con rapidez y desbloqueé la pantalla para así apuntar según él me iba dictando su número telefónico—. En un rato te lo mando, ahora... creo que deberíamos ir al comedor.

Si el reloj de mi móvil no me engañaba, la hora de comer había empezado hacía seis minutos.

  - Cierto, yo... iré en un rato, antes debo hacer una cosa.

  - ¿Como ir a ver a tu amada? —Retuve la pregunta antes de decirla en voz alta, y forcé una sonrisa mientras me dirigía a la puerta.

Por el rabillo del ojo pude ver cómo se ponía en pie también y se sacudía sus pantalones; arreglandose de forma rápida.

  - Claro, nos veremos allí.

Empujé la puerta a mis espaldas, y con el teléfono sujeto con fuerza entre mis dedos, corrí escaleras abajo en dirección al comedor. El sonido de los cubiertos sobre los platos no tardó en llegar a mis oídos, y me maldije por haber dejado a Carol sola ahora que no teníamos con quién sentarnos.

En cuanto crucé el umbral de las grandes puertas me detuve, teniendo que colocarme de puntillas para echar un vistazo a toda la sala. No tardé mucho en encontrar algunos rostros conocidos entre todos los alumnos. Annie estaba en una mesa al fondo junto a Sapo, Eli, Ainara y otros chicos que hasta entonces sólo había visto en clase. Samantha; un par de mesas por delante, parecía tener prisa en acabar, y no entablaba conversación con ninguna de las personas que le rodeaban. Ari, sin embargo... no estaba. Recorrí la sala de un lado a otro varias veces y ni rastro de ella. ¿Por qué me preocupaba tanto lo que hiciera? Si quería enrollarse con León en sus ratos libres, allá ella.

  - ¡Lena! —Había estado tan preocupada buscando a la pelirroja que no me percaté de que Carol estaba justo a mi espalda, en la fila para recoger la comida—. Menos mal que has aparecido, esto estaba comenzando a ponerse algo incómodo. Sammy no deja de lanzarme miradas furtivas, y yo no tengo la culpa de que el chico que le gusta sea un completo idiota.

Chasqueó la lengua, como si aquello fuera un tema de poca importancia, pero pude ver en su rostro que estaba preocupada.

  - Tendremos que hablar con ella —Me coloqué a su lado para coger un plato y llenarlo de paella con ayuda de un cazo—, cuando pase un poco todo esto.

  - Estoy de acuerdo, me gustaba más cuando estábamos juntas —Sujetando el plato con una mano, se ajustó las gafas con la otra—. ¿Y si volvemos a recibir una nota?

La verdad era que no había pensado en ello. Me golpeé mentalmente por anteponer otros temas al descubrimiento de la persona tras las notas, y frunci ligeramente el ceño; sopesando una vez más las posibilidades.

  - Supongo que tendremos que investigar un poco por nuestra cuenta —Respondí finalmente, comenzando a caminar entre algunas mesas.

  - Investigar —La cabeza de Carol se movió en un rápido asentimiento—, suena guay —Me siguió apenas unos pasos por detrás, escrutando con la mirada todas las mesas de la sala—. Oye, ¿por casualidad sabes dónde vamos a sentarnos? Porque no veo muchos sitios libres por aquí.

A decir verdad, no tenía ni idea; normalmente nos sentábamos las cinco juntas, y nos guardabamos el asiento unas a otras. Pero por suerte, mi ángel de la guarda apareció con una solución ante nosotras. Águila me vio, y con una gran sonrisa me indicó que nos acercaramos; empujando las sillas que tenía a su lado.

  - ¿Vamos a sentarnos con tu novio? —Carol alzó varias veces ls cejas y me dio un suave codazo, asegurándose de que no se nos caía la comida a ninguna de las dos.

  - No es mi novio —No pude evitar poner los ojos en blanco ante su gesto, aunque tampoco me molesté en esconder una sonrisa.

  - Ajá, todavía.

Por supuesto, Carol estaba al día de todo lo ocurrido en el baile, y según ella la química entre Águila y yo era tan obvia que hasta un mono con los ojos vendados podría darse cuenta. De lo que no me había percatado hasta que estuve demasiado cerca era de quién más estaba sentada en aquella mesa. Una media sonrisa se formó en el rostro de Natalie al vernos, y pasó la mirada de Carol a mí varias veces.

  - ¿Soy yo o cada día el tinte de esta chica es peor? —Me susurró mi amiga, tras ver mi mueca de desagrado—. Yo creo que hoy simplemente ha cogido un bote de pintura y se lo ha tirado por la cabeza.

Por supuesto aquel comentario me hizo soltar una carcajada; una pena que nadie más pudiera compartir nuestro chiste.

Tras apoyar la bandeja en la mesa, me senté junto a Águila, quien pasó el brazo por el regazo de mi silla con agilidad; como si lo hubiera hecho muchas veces antes.

  - Parece que el club de las pringadas se ha separado —Comentó Natalie, cómo no, intentando meter mierda al asunto—. Suerte que habéis decidido uniros a este bando, al fin habéis hecho una buena elección.

Su sonrisa de superioridad continuó estando presente mientras tomaba una cucharada de arroz, frente a la mirada de desprecio que le lanzó Carol.

  - Tú nos odias, y eres una persona asquerosa —Escupió mi amiga, sin apartar la mirada en ningún momento de la pelirroja frente a ella; como si esperara que fuera a desaparecer en cualquier momento.

  - Error, yo no odio a nadie —La cuchara de Natalie se alzó entre sus dedos, remarcando cada palabra que ella decía—. Y si estáis aquí es por algo, ¿no?

Yo estaba demasiado ocupada tratando de ignorar la sensación de incomodidad que sentía al tener tan pegado a Águila todo el tiempo, aunque me dije a mí misma que eran los nervios porque nunca había estado tan cerca de un chico de ese modo.

Sin embargo, todo pensamiento se fue de mi mente cuando las puertas del comedor, apenas a unos metros de nosotros, se abrieron y por ellas entraron dos personas. Aquello confirmó todas mis sospechas. Ari estaba junto a León; habían estado juntos todo este tiempo. La mirada de la pelirroja se posó en mí apenas unos segundos después, y no me molesté en disimular que yo también les estaba observando. La mano de Ari buscó la del chico a su lado, y muy despacio, entrelazó sus dedos.

Podía sentir la mirada de Ari sobre mí, y mi corazón yendo demasiado deprisa.

Antes de detenerme a pensarlo, cogí una gamba de mi plato, y con todas mis fuerzas, se la arrojé a "mi amiga".

Duck | PAUSADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora