Capítulo 20.

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Rompo el segundo huevo y lo dejo caer en el bol. Empiezo a batirlos con la varilla mientras escucho como Nuria y Cristina cuentan cosas graciosas para intentar subirme los ánimos.

Hoy hace exactamente dos semanas desde aquello. Sé que no le tendría que tomar importancia, o tal vez no tanta, pero es que en mi cabeza no hay día que no me acuerde.

Suelto la varilla y me giro, apoyo mis manos en la encimera y suspiro. Ambas dejan de hablar y me miran interrogantes esperando que hable. Nuria se encuentra sentada encima de la isla de granito, en cambio Cristina está de pie con el móvil en su mano.

-Parad ya de hacer todo esto - suplico.

-¿Hacer, el qué?- pregunta confusa Cristina.

Volteo y sigo batiendo los huevos.

-Todo esto -suspiro.- Intentar animarme.

- No quiero volver a verte cómo te vi por Skype.

-Ni yo.

-Necesito tiempo - les pido mientras pongo los huevos juntos las patatas en la sartén y empiezo a hacer la tortilla.

-No me gusta verte así...

Nuria se acerca a mí y me rodea la cintura con los brazos mientras apoya su barbilla en mi hombro. Muerdo mi labio inferior y sigo haciendo la tortilla mientras Nuria y Cristina hablan sobre algo, a penas escucho.

Mi mente recuerda los pequeños e inesperados encuentros con mi profesor después de aquello. Tan solo nos hemos visto en clases, y alguna que otra vez en la salida, pero nada más. Yo quería más, pero claro, quería... Ahora no sé lo que quiero.

-Ya está.

Pongo la tortilla en un plato y la llevo a la mesa, Nuria y Cristina me aplauden y empiezan a devorar la tortilla, en cambio yo me limito a mirarlas.

-¿No comes?- pregunta Cristina arqueando una ceja.

Niego.

-No tengo hambre - miento.

-Llevas días sin comer, y no me gusta - me riñe Nuria.

Pongo los ojos en blanco y pincho un poco de tortilla, la mastico y me la trago. Sonrío a Nuria y ella asiente para después seguir comiendo, y yo tan solo las observo.











***











Acaba de acabar la clase de matemáticas. Me levanto rápidamente e intento recoger todo en tan solo segundos, pero cuando estoy por meterlo todo en la mochila, se me cae. Nuria se encuentra a mi lado, así que me ayuda a recoger las cosas y meterlas en la mochila.

Solo quedamos ella y yo en el aula, bueno, también Federicco pero le ignoro, o eso intento. Salimos de la clase, Nuria se despide pero yo no digo nada, no me salen las palabras cuando le tengo delante.

Al llegar a la puerta principal, las tres nos despedimos y cada una emprende camino hacia su casa. Mientras me dirijo a la parada del bus, noto una mirada en mí. Mi intuición dice que es él, pero cuando me siento y miro, no veo a nadie.











Llego a mi casa y me lanzo sobre la cama de mi habitación. Noto como la tela roza cada centímetro de mi piel. Me siento fresca, y por una vez en casi dos semanas y media, me siento bien.

Me incorporo y me dirijo a la ducha. Tras ducharme, me siento en la silla de mi escritorio y empiezo a estudiar las derivadas parciales.

Me pasé toda la tarde y parte de la noche estudiando. No tenía los exámenes hasta el mes que viene, pero en el fondo sabía que solo hacía eso para mantener mi mente ocupada y no pensar en Federicco.









***








Un sonido me hace despertar bruscamente. Miro de dónde proviene y apago la alarma de mi teléfono, me levanto y me siento en la silla de mi escritorio para volver a estudiar. Es sábado, así que no me tengo que preocupar por faltar al colegio.










Estuve hasta las dos del mediodía estudiando hasta que la vibración de mi teléfono me interrumpe. Cojo mi móvil, lo desbloqueo y veo un mensaje.

"Esta noche copas 2x1 en el bar de la esquina ¿Quién se apunta?"

Me han mencionado en un tuit, miro quién ha sido y cuando me doy cuenta de la persona que es, entro directamente al WhatsApp y le respondo.

Yo: "Me apunto a lo de esta noche ;)"





***









Son las ocho de la tarde y Eric me tiene que venir a buscar. El timbre suena y me levanto del sofá, ajusto mi falda y aliso la camisa.

Al salir de casa, saludo a Eric con dos besos, en cambio él me abraza y después suelta una risita nerviosa.

Le miro y observo la sonrisa que tiene al verme, que produce que un escalofrío recorra mi espina dorsal y poco a poco el corazón augmente de ritmo.

-¿Vamos para allí?

Asiento entusiasmada y emprendemos camino hacia el bar que se encuentra a dos calles de mi casa. Por el camino, hay una cierta distancia entre nosotros, pero poco a poco nos empezamos a acercar más.

Yo no quiero eso; es cierto que he sentido algo ante su sonrisa, pero no quiero ni puedo liarme con Eric mientras siento algo por otra persona.

-¿Y qué tal con tu novia?- pregunto curiosa.

-Estamos algo mal.

-¿Por qué?

Me acerco a él y rodeo su brazo con el mío mientras que con la otra mano la poso en su hombro.

-Estamos un poco distanciados- ríe débilmente.- Creo que ya no siento lo mismo.

Me niego a verle así toda la noche, así que le animo con un par de bromas y algo de alcohol.

La noche ha sido increíble, Eric me protegía de los hombres y yo a él de las mujeres. Es como un hermano para mí, pero era un hermano que me ha hecho sentir algo confuso al verle.







***







Hace tres semanas que ha pasado lo de Federicco. Sé que soy pesada pensando en el tiempo que transcurre, pero el dolor se incrementa al pensar que no vendrá ya a buscarme.

Al principio pensaba que iba a necesitar tiempo para pensar, pero después empecé a perder la ilusión; sabía ya de antemano que no vendría al recordar cada dos por tres la expresión de su cara tras besarle.






Dejo los libros que no necesito en mi taquilla, la cierro y subo las escaleras para ir al patio donde lloré hace unas semanas.

Me siento en el mismo banco que siempre y miro la vista de todo el pueblo, contemplo también a la gente que pasea por las calles, y sobre todo miro a aquellos que van juntos de la mano. Mientras veo a las parejas, pienso que quizás un día sea mío con el tiempo.

"Si no lo fue hace tres semanas, ahora tampoco lo será - me dice mi subconsciente."

Asiento dándole la razón de lo que me ha dicho.

Un ruido hace que salga de mi trance y miro la puerta de entrada al patio, está abierta y tras ella entra él, Federicco. El cuerpo se me hiela cuando veo que me mira fijamente sin apartar la vista.

-Lucía, ¿sabes dónde está José Luís?

No aparta la vista de mí ni un momento. Niego lentamente y él voltea para salir de allí, pero se queda quieto mientras yo observo su espalda cubierta por una americana azul marino oscuro y el corazón empieza a latirme rápidamente mientras que las lágrimas amenazan con salir.

Se gira y cierra la puerta, camina lentamente hacia mí hasta estar a unos pasos enfrente mía.

-Tenemos que hablar - frunzo el ceño.- Sobre el beso.

El cuerpo se me hiela más de lo que lo tengo ya, mis ojos se abren y el miedo viene a mí.

Tengo un mal presagio.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora