Capítulo 35.

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Sonrío y asiento. Miro a la peluquera y me sorprendo ante lo bien que me ha dejado el pelo.

-Gracias por todo.

-No hay de qué - sonríe.

Me miro al espejo y observo cómo mi pelo ya no es rubio, pero tampoco castaño. Le pedí a la peluquera un tono intermedio entre rubio y castaño, ella me eligió el rubio oscuro. Observo de espaldas cómo me llega ya casi por la cintura.

Me acerco al mostrador y le pago todo, me despido de ella y salgo del salón. El frío de invierno hace que la piel de mi cara quede helada. Soplo y me dirijo hacia la parada de bus. La calle está transitada a aquellas horas del mediodía, tengo que volver a la universidad, pero cuando empiezo a ir más rápido, me topo con alguien.

-¡Ve con cuidado!- le grito volteándome hacia aquella persona.

El chico se girq.

-¿Diego?- pregunto extrañada.

-Perdona, ¿quién eres?

-¡Soy yo, Lucía Rodríguez!

Abre los ojos de par en par.

-¡Lucía, mi niña! - grita.

Corre hacia mí y me abraza para elevarme al aire. Hace cuatro años que no sabía nada de mi mejor amigo y le echo mucho de menos. Le abrazo fuertemente y aspiro su aroma, huele igual que siempre.

-Has cambiado mucho- le comento.

-Tú tampoco te quedas atrás - me dice observándome.- Ya no estás rubia.

Río.

-No, ya no. ¿Qué tal tu vida, sigues con Amanda?

-No - suspira.- Lo dejamos hace dos años.

-¿Estás bien?

Asiente con la cabeza.

-¿Y tú sigues con Eric?

-Sí - afirmo sonriendo.- Ya hace cuatro años que estamos juntos.

Él ríe.

-Me pediré padrino del niño.

Río y miro mi reloj.

-Perdona, me tengo que ir, llego tarde a la universidad. ¿Sigues teniendo mi teléfono? - asiente - ¿Entonces te va bien quedar algún día? Intentaré juntar a todos.

-Claro, perfecto. Nos vemos, pequeñaja.

-Adiós, Diego.

Le abrazo y él me corresponde, nos damos dos besos y me alejo agitando la mano a modo de despedida. Él hace lo mismo. Corro por las calles transitadas hasta llegar a la parada del bus, me subo y en unos minutos me encuentro en la universidad.

Tomo aire y me adentro.




***




Gemidos salen de nuestras bocas para después dejar paso a un grito de placer tras haber llegado yo al clímax. Eric sigue embistiéndome fuertemente hasta que se corre, cae encima de mí y me abraza.

-No sabes cuánto te quiero - me dice.

Beso su frente y él se coloca al otro lado de la cama, se quita el preservativo y lo lanza a la papelera.

-Hace tiempo que no lo hacíamos- comento con voz adormilada.

-Yo me descargaba con la mano - murmura.-Prefería antes masturbarme a no dejarte estudiar y que suspendas.

- Es muy... ¿bonito?- agradezco extrañada.

-¿Tú no has hecho nada este mes?

Niego con la cabeza.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora