Capítulo 28.

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Me quedo helada. El frío aire que entra por la ventana aquel día de mayo no es comparable con el frío que siento ahora.

Quiere dejarlo, quiere dejarme.

Me armp del suficiente valor para que las lágrimas no salgan y ser ante sus ojos una débil. No puedo serlo. Respiro profundamente y le miro, está recogiendo las cosas, cómo si lo que me ha dicho importara poco.

-¿Por qué?- pregunto al fin.

Alza la vista y me mira.

-Por todo - respira profundamente.- Es demasiado arriesgado todo esto.

Mi instinto me dice que aquello no es cierto, que no es el motivo real. Dejo mi mochila en el pupitre que hay al lado, me seco las sudorosas manos en mis shorts y le miro.

-No te creo.

-No me creas, esa es la verdad.

-Y si esa es la verdad, ¿tan difícil es para ti vivir un sueño? ¡Yo te quiero! ¡Me he entregado por completo a ti!- grito.

-Es algo muy complicado.

-No lo es cuando no quieres.

-Lo siento - me dice mirándome a los ojos.

-Espero que no te arrepientas - cojo mi mochila y me dirijo a la salida, pero antes de salir, me giro.- Ah, y cuando quieras, cuéntame el motivo de verdad, no soy tonta.

Salgo de allí a paso lento hasta dirigirme a la parada del bus, subo al vehículo y me dirijo al asiento de siempre. Los ojos me arden y ya no puedo aguantar más, entonces, lloro.

Lloro en silencio en aquel asiento trasero del autobús. Yo amo a Federicco, he arriesgado todo por él, pero él me ha dejado.

Se ha cansado de mí.




***




Las semanas transcurren lentas, sobretodo en su aula. Desde aquel día le evito, arranqué todas nuestras fotos de mi habitación y las quemé. Nuria y Cristina me consuelan desde que se enteraron de la noticia, y están ahí cuando lo necesito día a día.

Las clases que me imparte él suelo saltármelas, no puedo verle. Me ha roto el corazón.

Las primeras semanas me dedico a llorar y maldecir su existencia, pero después todo cambió. Un odio se instaló en mí y empecé a conocer a hombres para sustituirle.

Llegamos a finales de mayo y empecé a fumar y me teñí el pelo de rubio, también me gradué junto a mis compañeros. Mis padres, al enterarse de que fumaba, me castigaron bastante tiempo sin salir a pesar de ya tener la mayoría de edad, pero a mí ya me daba todo igual.

Él ya no me quería.

En estos instantes nos encontramos en el patio tras haber ido de visita, me dirijo a la parte trasera del colegio y me enciendo un cigarro, el tercero que llevo del día. Pienso que he ido sola hasta allí, pero unas manos me arrojan el cigarro al suelo y me quitan el mechero y la caja.

-Entonces es verdad...- dice decepcionada Cristina.

-¿El qué?

-Pues que fumas. Nunca pensé que arrojarías tu vida a la mierda - se cruza de brazos Nuria.

-Quiero cambiar.

-¡Así no cambias!- me grita Nuria.- ¡Te matas por dentro!

-¿Qué te pasa, Lucía?- me pregunta Cristina.- Tú no eras así.

Me siento en el suelo en posición fetal, me coloco de lado el pelo rubio que tengo y miro al suelo con los ojos empañados.

-No me quiere - susurro.

Cristina y Nuria se sientan a cada lado y me miran preocupadas mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas.

-Sigo enamorada de él.

-Es un capullo - murmura Nuria.- Hay que salir hacia delante, nena.

-Nuria, entiende que es difícil. Le ha visto todos los días.

Nuria asiente y yo no digo ninguna palabra más. Mi corazón está roto, hecho añicos, y todavía no sé por qué me ha dejado.

-Me mintió - digo tras un tiempo.- Me dejó con excusas.

-Yo ya sé el por qué - me dice Cristina.- Ha vuelto con su ex novia, Rebeca.

-Me suena ese nombre...- murmura pensativa Nuria.- ¡Hostia si es la chica aquella de la cafetería!

Al escuchar aquello, mi mente empieza a pensar rápidamente, y entonces, me acuerdo. Rebeca es aquella chica pelirroja de la cafetería. La conocía de vista y de haber mantenido cortas conversaciones con ella. Ella llegó a enterarse de que salia con Federicco, ya que una ves Cristina lo dijo en voz alta.

-Será hija de puta - digo en voz alta.

Me levanto del suelo y voy corriendo hacia la. Al entrar, me encuentro a Federicco hablando animadamente con ella, tomados de la mano, pero cuando me ve, su cara se desfigura y suelta su mano. Me acerco lentamente a ella por la espalda, poso mi mano en su hombro y ella se gira, mirándome con arrogancia. La furia me recorre por la sangre, hago caso omiso a las súplicas de mis amigas y la agarro del pelo de tal manera que casi cae al suelo.

-Eres una zorra - mascullo.

-Te ha dejado por mí. Cielo, ¿no le contaste la verdad, no? Ah, es cierto. Es que eres demasiado imbécil.

Estiro más de su pelo.

-¡Responde!- grito en plena cafetería.

-Te fue infiel, cariño- dice con esa voz de furcia Rebeca.- Conmigo.

Suelto del pelo a Rebeca y me dirijo a Federicco, le propino una bofetada con todo mi rostro lleno de lágrimas y después volteo y veo cómo Nuria y Cristina pegan a aquella pelirroja.

-Sé feliz con tu novia, capullo- escupo.

Me agarra de la muñeca mientras que con la otra mano se la posa en la mejilla a causa de mi golpe.

-No fue como parece - me dice.- De verdad.

- Ya no sé qué pensar de ti, Federicco. Me has engañado.

-Lucía...

-Déjalo, en serio.

Me voy de aquella cafetería llorando y arropada por dos mis amigas. Al fin sabía el por qué me había dejado.

Me ha sido infiel.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora