Capítulo 2.

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Actualmente.

Me encuentra sentada en mi escritorio desde hace media hora intentando resolver un ejercicio de matemáticas, pero todo es vano.

Y, cómo no, lo más gracioso es el motivo por el cual no me concentro. Por él, mi profesor de matemáticas, Federico.

Desde aquel día en el que le vi por primera vez, buscando vete tú a saber qué en aquel maletín color negro, no se ha ido de mi cabeza. Y menos aún cuando me miró con aquellos ojos.

Las horas pasan y yo me sigo encontrando sentada en el mismo sitio justo con el mismo ejercicio, intentando por décima vez resolverlo. Pero nada.

Su rostro aparece en mi rostro, de repente, dejándome en blanco y completamente absorta, llevándome a otro lugar. Escucho su voz a lo lejos, deleitándome.

Todo esto tiene que parar. Ya.

Nuria y Cristina siempre han estado al corriente de que me siento atraída por él. Desde que le vi por primera vez y les dije eso por el grupo de WhatsApp, se dieron más que cuenta de que me atraía.

Vislumbro mi teléfono, situado encima de la cama y lo cojo, marcando el teléfono de Nuria. Y, a los pocos segundos, me lo coge.

-Ya pensaba que no me lo ibas a coger... —le saludo de forma poco amigable

-Lo siento. Estaba... Da igual.

-Tengo un problema, Nuria.

-Dime, nena.

-No paro de pensar en él, tía. Hasta cuando duermo está presente —suspiro, llevándome las manos a la cabeza mientras hablo con ella vía teléfono—. No sé qué hacer.

No obtengo respuesta al instante, pero lo que sí oigo es la voz de un hombre a lo lejos. Y rápidamente sé que está hablando con el chico que se ha acostado.

-¿Hola? ¿Nuria, estás ahí?

-Sí, sí. Perdón —dice con la respiración agitada—. Tobías, que es un juguetón... A ver, sobre lo tuyo... Ya sabía que te gustaba, desde el primer momento. ¿Por qué no te lo tiras y lo compruebas? Fácil y efectivo.

-Nuria, esto es serio. Es imposible que le guste. Tiene 32 años y yo 17, casi 18. Es una locura —aclaro.

-Cariño, no te preocupes. ¿Por qué no hablas con él? Entérate si tiene ahí alguna metida que sea su novia o algo. Y si no... ¡Vía libre y a darle al sexo!

Nuria, como siempre, intenta buscarle el buen lado a todas las cosas o situaciones, como está haciendo ahora. Y por eso es una de mis mejores amigas.

Suspiro.

-Lo veo complicado, Nuria... —le comento—. Miraré de hablar con Cristina a ver si nos da su punto de vista.

-¡Esa es una estirada! —se queja— Si nunca ha vivido nada de esto, Lucía. Te dirá que no hagas nada, que está mal, que es incorrecto... Bueno, te dejo, que Tobías te tiene que ir —me envía un beso—. Te amo. Te follo. Te todo.

Río.

-Chao.

Nada más colgar, decido mandar a la mierda los ejercicios y me tumbo de espaldas a la cama, miramos el techo.

-Piensa en números, Lucía. Relájate —me digo a mí misma.

Me pego una torta en mi frente con la mano.

-Números no, mal. Números mal —me riño—. Si piensas en números te acuerdas de él.

Me rasco el brazo intentando pensar en algo que no sea en mi sexy y prohibido profesor de matemáticas de último curso; pero como siempre, acabo quedándome dormida pensando en quien no debo.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora