Capítulo 40.

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-¡¿Qué?! - es lo único que puedo preguntar.

-Ya no me quiere - solloza.

Dejo mi bolso en el suelo y voy corriendo hacia el sofá, me siento a su lado y la abrazo mientras en mi mente aparecen imágenes para torturar a Carlos.

-¿Qué ha pasado, cariño?

Sorbe la nariz.

-Dice que ya le cansa todo... Que ya no siente lo mismo- solloza.- Creo que me ha dejado por otra.

Abro los ojos.

-¿Qué?

-Lucía, ¿podemos hablar un momento?-me pregunta Cristina.

Cristina y yo nos dirigimos a mi habitación, ambas nos sentamos en mi cama y espero a que ella diga algo.

-Tenemos que hacer algo - comenta.- No puedo verla así.

-¿Crees que de verdad la ha dejado por otra?

-Yo que sé...

Suspira.

-Menudo cabrón.

-No soporto verla así...

Pasamos toda la noche junto a Nuria escuchándola llorar desconsoladamente mientras Cristina y yo maldecimos a Carlos por haberle provocado todo esto a nuestra amiga.






***






El despertador suena y miro la hora. Son las 7 a.m. Me despierto e intento no despertar a mis amigas ya que hemos dormido las tres en la misma cama. Me voy a mi habitación, cojo ropa y me dirijo hacia la ducha.

Tras acabar de levantarme, tomarme un café y maquillarme me voy a trabajar. Antes de irme, llamo al trabajo de Nuria y Cristina avisando de que ambas están enfermas, aunque sea mentira.

Aparco mi coche en plena calle transitada y bajo de él, me dirijo hacia el local y entro allí. Al entrar en la zona de trabajadores, voy al baño y me cambio por mi uniforme.

Abro la puerta y salgo del cubículo, dejo la bolsa en mi taquilla y veo a Samuel recostado en el marco de la puerta.

-Hola - musita con una sonrisa. - ¿No has dormido?

Frunzo el ceño.

-¿Desde cuándo te preocupas por mí?

-Desde que te besé ayer.

Suspiro.

-No somos nada.

-Pero yo quiero serlo - me dice. - ¿Te crees que no me he dado cuenta de la atracción mutua? ¿De cómo me miras?

-Estás delirando - niego con la cabeza.

-Por ti deliro.

-Samuel, ya.

-No, Lucía - se acerca a mí lentamente.- Me estoy confesando, ¿no puedes decirme que sí, sin más?

-Es algo muy complicado.

-Es muy sencillo.

Nuestros rostros están a escasos centímetros, posa su mano en mi mejilla y acerca sus labios a los míos, los roza para después devorarlos.

Sus suaves, feroces y duros labios me devoran al igual que los míos. Introduce su lengua en mi boca y viceversa, así provocando que la temperatura suba y gemidos salgan de nuestras bocas.

-Ya - digo separándome de él.

-¿Me tomo el beso como un sí?

Río y suspiro.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora