-¿Pero qué dices?- le pregunto atónita. -¿De dónde sacas eso?
Samuel me mira, entrecierra los ojos y tensa la mandíbula.
-No le quiero ver cerca más de ti.
-No puedes prohibirle la entrada.
-Soy el jefe - me recuerda.
-De los empleados, no del local.
Suspira.
-¿Se puede saber quién es?
Le miro, suspiro y aparto la mirada de él para después volver a mirarle.
-Mi antiguo profesor.
Abre los ojos, sus cejas se alzan y por un segundo creo que la mandíbula le va a caer al suelo.
-¿Tu profesor, Lucía? ¡¿Tu profesor?!
-¡Ni se te ocurra chillarme!- le grito.- Nadie me ha gritado, y tú no serás la excepción.
-Relájate - me dice.- Lo menos que quiero ahora es acabar mal.
-¿Pero qué dices? Si el que se tiene que relajar eres tú, no yo.
Suspira, se sienta en el sofá y me toma la mano. Por unos segundos pienso en apartarla pero al final la dejo debajo de la suya.
Observo su perfil y miro como busca algo que decir. Samuel se enteró,a través de las cámaras, como Federicco me hablaba e intentaba quedar conmigo pero yo me negaba.
No puedo negar que me guste que sea celoso, porque me gusta que se muera de celos, pero tampoco es cuestión de llegar a su casa, encerrarme y empezar una discusión sin sentido alguno.
-¿Le quieres? - pregunta.
-¿A quién? ¿A mi antiguo profesor?
Asiente.
-¿Por qué debería quererle?
-He visto cómo te miraba. ¿Tuvisteis algo, verdad?
Suspiro exasperada, me levanto del sofá y camino por todo el salón hasta estar enfrente suya.
-No te tendría que importar nada de eso, Samuel. Ahora con el que estoy es contigo, no con él.
-Pero le quieres, ¿verdad?
Niego con la cabeza, desvío la mirada y vuelvo a posarla en él.
-¿Tan poca confianza tienes en mí? - cojo aire.- ¡Te he demostrado que te quiero! ¿Acaso no es suficiente?
Me mira y frunce el ceño.
-Yo sé que me quieres, pero a él, ¿le quieres?
No me gusta hablar del tema, todavía sigo dolida.
Le miro con decepción en mi mirada, pero él lo ignora y tan solo espera paciente a mi respuesta.
¿Realmente sigo queriendo a Federicco?
¿Todavía siento lo mismo que años atrás?
No.
Rotundamente no.
-No. No le quiero.
Ladea la cabeza y entrecierra los ojos.
-No me gustaría que mintieses.
Frunzo el ceño y no digo palabra alguna. Me dirijo a la mesa que se encuentra en el salón, tomo el bolso y me dispongo a salir del apartamento, pero Samuel me toma del brazo.
-¿Qué haces?
-No pienso estar con alguien que desconfía de mí.
Abre los ojos atónito.
ESTÁS LEYENDO
Quiéreme, profesor.
רומנטיקהAmbos creían que el amor era pura especulación, o incluso algo que se llegaba a sentir si tenías suerte de encontrar a la persona indicada. Profesor y alumna estarán sumergidos en una historia de amor, llena de pasión y sobre todo momentos dolorosos...