Capítulo 41.

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Han pasado ya dos semanas desde que Samuel y yo empezamos la relación. Al principio no puedo mentir y afirmar que estoy enamorada de él, pero siento atracción. Ahora empiezo a recordar cómo se sienten aquellos nervios y ansias de ver a aquella persona, quererla besar y estar junto a él, pero en el trabajo no podemos.

Nuria y Carlos han vuelto a estar juntos. Por lo que ella me contó, Carlos se presentó en nuestro apartamento con la rodilla clavada en el suelo y pidiéndole matrimonio. Ella, boquiabierta y descolocada, asintió y aceptó ser su futura mujer.

Cristina junto a Pablo van igual que cuando empezaron. Ya llevan ocho años juntos y se han demostrado que, a pesar de la distancia, su amor puede a todo.

Sobre Eric, no lo sé. Tras cortar nuestra relación seguíamos manteniendo el contacto, pero desde que empecé a trabajar y me mudé al apartamento junto Cristina y Nuria no hemos vuelto a hablar.















En estos momentos, tras haber hecho el amor con Samuel cojo mi teléfono de mi bolso y le envío un mensaje a Eric.

Yo: Hola, perdido. Me gustaría hablar contigo hoy ¿Va bien?

Bloqueo mi teléfono y me tumbo a la cama junto a mi novio, le observo y memorizo cada centímetro de su cuerpo en mi mente.

Mis pensamientos vagan y me hacen volver a mis quince años junto mi primer novio ¿o fue a los catorce? No lo recuerdo, pero por el simple hecho de pensar en eso me viene él a la mente. Federicco. Niego con la cabeza con intención de olvidar a aquella persona que ya no habitaba en mi mente en estos meses.

-Hola, cielo- me saluda Samuel besándome.

Sonrío y le respondo al beso.

El sonido de mi teléfono me da a entender que Eric ha respondido a mi mensaje, me levanto ante la atenta mirada de Samuel y desbloqueo mi teléfono para acceder a WhatsApp.

Eric: Claro, por mi perfecto ¿Te paso a buscar?

Yo: No, gracias ¿Quedamos en el parque?

Eric: Claro. Nos vemos.

-¿Quién era?- me pregunta.

-Un amigo- le digo.- Le he pedido para quedar. Hace tiempo que no le veo.

-¿Te llevo?

Le miro y sonrío.

-¿Lo harías por mí?

-Claro.

Asiento y me empiezo a vestir mientras Samuel y yo nos mandamos miradas como si nos conociésemos de toda la vida.

Tras acabar de vestirnos y hacer una sesión de besos, nos subimos al coche y nos dirigimos hacia el parque. Al llegar, beso a Samuel y me bajo del auto en busca de Eric. Cuando le veo, voy corriendo y le abrazo.

-¿Nuevo novio?- pregunta.

-Tengo que empezar de nuevo- le digo con una mueca. - ¿Y tú?

-No tengo nada serio.

-¿Pero hay alguna?

-De alguna noche sí. Más allá de eso ya no.

Río y niego con la cabeza.

-Tíos... quién os entiende y quién os entenderá.

Eric ríe y mi mente se acuerda de todos los momentos que estuvimos juntos y él se reía como ahora.

Añoro estar con él.

Añoro que sea mi pareja, pero ya los sentimientos no son los mismos. Le miro y veo como su pelo está algo más rizado que antes y como tiene más músculos en los brazos.

-Estás más buenorro- le comento.

-¿Te sigue gustando?

-Lo añoro - confieso.

Me mira con ternura y asiente mientras mira al horizonte.

-Yo también. Ojalá nada hubiese cambiado.

-Me da pena que todo aquello acabase.

-Pero ahora ya tienes a otro, ¿no?- me pregunta.

Asiento.

-Pero no es lo mismo que contigo.

-Me vas a provocar que me sonroje, Lucía.

Reímos.

-Lo digo enserio.

-¿Le quieres?

Pienso.

-Noto lo que noté cuando te conocí.

Eric me mira y veo cierta nostalgia en su mirada, rodea mis hombros con su brazo y me atrae hacia él. Noto la calidez de sus brazos rodeando mi cuerpo y aspiro el aroma que lleva puesto. El que le regalé.

-Llevas mi colonia.

Sonríe.

-La uso en momentos especiales.







Tras acabar de pasar la tarde con Eric, me dirijo a mi apartamento, pero cuando entro escucho gemidos procedentes de la habitación de Nuria.

-Y esto es lo malo de convivir con amigas adictas al sexo.

Suspiro y salgo de casa mientras pienso en algún lugar a dónde ir. Llamo a mi madre y me dirijo a mi antigua casa para estar unas horas hasta que decida volver.

-¿Ya os habéis enfadado?- pregunta mi padre cuando entro por la puerta.

Le miro y frunzo el ceño.

-¿Qué pasa? ¿Qué ahora no puedo ir a visitar a mis padres?

Mi padre ríe y se acerca a mí, me abraza y deposita un beso en mi mejilla.

-Hola, cariño.

-Hola, papi ¿Y mamá?

-En el salón- me responde mientras se dirige hacia el salón

Voy hacia el salón y veo a mi madre viendo una película junto mi padre, voy hacia ella y beso su mejilla, a lo que mi madre me corresponde.

-¿Y esta inesperada visita?

Pienso intentando buscar algo decente.

-Nuria está con su novio.

-Esta niña siempre está en la cama...-murmura mi madre fascinada.- No sé cómo no tendrá agujetas.

Río y me siento junto a ellos en el sofá.

A la media hora decido ir al baño, subo las escaleras y miro los retratos de mis padres junto a mí. Sonrío y decido ir al baño más tarde para poder entrar a mi antigua habitación.

Entro y miro todo a mí alrededor. Las estanterías están vacías, los armarios sin ropa y el colchón sin sábanas que le cubran. Recuerdo todos los momentos vividos aquí y sonrío instintivamente.

Paso mis dedos por la fría madera de mi escritorio y me siento en el colchón para observar toda mi habitación.

-¿Echas de menos todo, verdad?- me pregunta mi madre desde el umbral de mi puerta.

La miro, sonrío y asiento.

-Han pasado tantas cosas aquí...- murmuro.- Echo de menos tener diecisiete años.

Mi madre sonríe y se sienta a mi lado.

-Ay, cariño. Si tú supieras lo que yo añoro tener tu edad ahora mismo. Por eso hay que vivir el día a día.

-He visto a Eric hoy- le comento.- Echo de menos estar con él.

-¿Pero ya no sientes lo mismo, no?

-No- niego.- Pero simplemente añoro estar con él como antes. Ha sido la pareja que más me ha durado.

Mi madre me mira comprensiva, suspira y mira a la pared.

-A mí también me pasó - me dice.- Pero con el tiempo viene alguien que hace que todo aquello desaparezca.

-¿Papá?

Asiente.

Entonces me doy cuenta de que tan solo tengo que esperar y disfrutar de la vida hasta que venga el indicado.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora