Capítulo 46.

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-Lucía, tranquila - me dice Carlos tomándome la mano.

Nuria y Cristina me miran preocupadas.

A medida que transcurre, el tiempo mi respiración se vuelve regular y las lágrimas finalmente cesan. Media hora después del suceso, me encuentro en el sofá del salón contando todo lo ocurrido.

-Y nos quedamos mirando. Os juro que pensé que venía con buenas intenciones. Lo noté. Pero ya no estoy tan segura.

-Carlos, mi amor - le llama Nuria.- Tú, que eres hombre, explícanos ese comportamiento.

Carlos la fulmina con la mirada.

-No sabría que decirte, Lucía. Tal vez, si es como tú cuentas, quiera rectificar, pero nadie se puede meter en su cabeza.




***




Beso los labios de Samuel fugazmente para luego mirar a nuestro alrededor y comprobar que no había nadie.

-No estés tan tensa -me dice.- Nadie nos ve.

-No quiero que nadie nos descubra.

Suspiro.

-Nadie lo hará, vida mía.

Sonrío y le vuelvo a besar, pero esta vez más profundamente.

-Me vuelves loca cuando me llamas así.

Él sonríe.

-Mi amor. Mi vida. Mi niña. Mi chica.

-Te quiero - le digo.

Nos besamos y dejamos que se alargue durante más tiempo hasta que nos separamos por las voces que empiezan a llegar a la habitación. Samuel se mete en su despacho, y desde allí me guiña el ojo y yo sonrío.

-Hola, Lucía - saluda Rodrigo dándome un abrazo.

-Tengo hambre - me saluda Marina.

-Hola a ti también.

Ríe.

-Solo quiero comer.

-Aquí tienes algo para comer - le dice un compañero a Marina.

Ambas desviamos la mirada hacia su mano que aprieta fuertemente su masculinidad. Marina estalla a carcajadas y le suelta un simple "Para comer eso tendría primero que buscarlo con lupa", así provocando que todos estallemos a carcajadas.

Rodrigo, Marina y yo nos dedicamos a pasar la media hora de comer charlando animadamente de nuestras vidas.

-¿Y tú, Rodrigo? - le pregunto.

Marina, de la nada, sacó el tema sobre la vida en el instituto. Ella fue la típica chica que se enrollaba a todo el colegio y hacía pellas, yo tan solo me limité a decir que era la buena.

"Pero no tan buena si te acostabas con tu profesor- me dice mi subconsciente alzando las cejas repetidas veces."

Hago a un lado aquel pensamiento y me centro en la conversación. Ahora, lo que menos quiero, es sacar el tema de Federicco. Después de lo que pasé ayer me siento muy débil en ese sentido. Me afecta bastante.

-Yo era normal - dice Rodrigo. - Estudiaba, tenía novia...

-¿Ni pellas ni nada?

Niega con la cabeza.

-Pues que aburrido...- se queja.

-Perdóneme, señora. Es que usted ya me quitó el puesto.

Marina le fulmina con la mirada.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora