Capítulo 6: La condición.

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—N-no sé de qué estás hablando —balbuceé, después segundos de silencio en los que me había quedado impactada, mirando a Connor con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta.

—Claro que lo sabes —aseguró. Sus ojos verdes no se movieron con los míos, dejándome sin habla. ¿Cómo demonios...? —. ¿Crees que no lo he notado? ¿Crees que no he visto cómo le miras?

Una enorme sensación de vergüenza inundó mi cuerpo tan pronto como terminó de hablar. Agaché la cabeza, sintiendo como mis mejillas empezaban a arder y a colorearse de rojo. ¿Tan evidente había sido? ¿Cómo podía ser que Connor hubiera adivinado que a mí me gustaba Hunter, solo con observarnos? Él ni siquiera podía deducirlo con la de indirectas que le mandaba.

—¿De qué está hablado, Dyl? —cuestionó Bianca, desconcertada. Por un momento había olvidado que no estábamos solos... Y que Connor le había desvelado mi gran secreto a mi mejor amiga. Mordiéndome el labio inferior, giré ligeramente la cabeza para poder mirar a Bianca. Esta se encontraba observándome con los ojos como platos, sin poderse creer lo que estaba diciendo Connor. Podía identificar la confusión y el desconcierto en sus iris azules.

—Yo... —Me llevé las manos a la cabeza y tiré ligeramente de mi cabello, frustrada. ¿Por qué Connor tenía que haber dicho eso con Bianca delante? Mi plan era que siguiera siendo un secreto hasta que Hunter consiguiera una chica que lo mereciera de verdad, y yo tuviera que hacerme a la idea de que jamás podría estar con él—. Luego te lo explico... Te lo prometo. —Juré, mirando a mi amiga y asintiendo con la cabeza para que confiara en mí. Ella suspiró, bajando la mirada hacia el sofá en el que estábamos sentadas—. ¿Puedes dejarnos solos, por favor?

Mi amiga asintió lentamente y tras echarnos una última mirada perpleja, se levantó del sofá, sacudió sus pantalones vaqueros y desapareció escaleras arriba, probablemente dirigiéndose a mi habitación. Volví mis ojos hacia Connor. Estábamos más cerca de lo que recordaba. Incómoda, yo también me levanté del sofá y me aparté de su alcance, pegándome a la pared del salón.

—¿Escapando de mí?

No, de tu gilipollez, no quiero que se me pegue.

Iba a responderle con un comentario cortante e hiriente, pero me lo callé. Si sabía mi secreto, era cuestión de tiempo que se lo contara a alguien, y ese alguien a alguien más, y finalmente que todo el instituto acabase sabiendo mi secreto y, por ende, Hunter.

—Tranquila —dijo—. No voy a decir nada.

Observé cómo se sentaba en la esquina del sofá más cercana a mí. Alcé mis cejas con sorpresa, y un poco de sorna. Ahá, claro. ¿Y se suponía yo tenía que creerme eso? ¿Iba a guardar mi secreto sin que le diera nada a cambio? ¿No iba a ponerme una condición por el precio de que se quedara callado? Resoplé, alzando mi mirada para clavarla en sus ojos.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora