Capítulo 2: Nervios.

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Me crucé de brazos y le saqué la lengua a Connor, quién al verme se puso a reír aún más

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Me crucé de brazos y le saqué la lengua a Connor, quién al verme se puso a reír aún más. No quieres estrangularlo hasta la muerte, Dylan, no quieres hacerlo.

—Se me ha ido el apetito. —Mentira, mi estómago estaba rugiendo de hambre aunque me había comido la mitad del pollo bajo la mirada despectiva de Summer. Pero si tenía que mentir para no tener que soportar los comentarios de los gemelos, lo haría. Me levanté de mi asiento y subí las escaleras para ir a mi habitación. Nadie me dijo nada, y yo lo agradecí. La verdad es que no estaba de muy buen humor.

Me dejé caer sobre la cama y gruñí. Sí, también gruñía cuando estaba sola. ¿Por qué mi padre tuvo que casarse con Christie Martin? ¿No se podía haber casado con la madre de mi mejor amiga, Bianca? No, tenía que casarse con la madre de las personas más insoportables del mundo.

Iba a ser una pesadilla ir al instituto. Los rumores corrían rápido, y en cuanto se enteraran de que era la hermanastra de Noah, Connor y Summer, iban a empezar de decir que yo me acostaba con los gemelos o algo por el estilo, cuando en realidad fantaseaba con cortarles el cuello muy, muy lentamente.

Agarré una toalla y mi pijama y salí de la habitación, entrando en el baño y cerrando la puerta tras mí. Encendí la ducha y me metí en ella, después de desnudarme. Ducharme siempre era una buena opción para despejar mi mente. Dejé caer el agua por mi cabeza y espalda y me lavé el pelo y el cuerpo con jabón. Había cerrado la puerta con el pestillo solo por si a uno de los gemelos se les ocurría asomar la cabeza por allí, así no tendría que preocuparme y podía tomarme todo el tiempo que quisiera duchándome.

Cuando terminé, salí de la ducha, esparcí crema hidratante por todo mi cuerpo y me puse mi pijama de rayas azules. Me sequé el cabello —por raro que suene, mi hermano siempre me ha advertido sobre que si lo dejas húmedo mientras duermes te crecen hongos, tengo un trauma con eso desde que era una niña— y volví a mi habitación. Me deslicé entre las sábanas, apretando los párpados con fuerza y rezando por no tener pesadillas con lo que había pasado esa noche.

Entonces me dormí, pensando en el día de mañana, cuando debía ir al instituto. Con Noah, Connor y Summer. Mis nuevos hermanastros. Las personas con las que iba a tener que compartir oxígeno durante los próximos días, semanas, meses e incluso años.

Oh, pesadillas, venid a mí.

Me desperté con el dulce cantar de los pajaritos, un rayo de sol incidió en mis ojos, haciendo que estos se abrieran y... Ni una maldita mañana en mi vida es así. Ni. Una. Maldita. Mañana. Ojalá, pero no voy a mentir... mis mañanas solían ser más o menos lo contrario.

Desperté con un nudo de pelo mezclado con babas en la cara y me di la vuelta en la cama para apagar el despertador. Lo tiré contra la pared y se rompió en pedazos. El primer despertador roto de la semana, al menos las clases se acababan en unos días.

Cuando me removí y quité las sábanas de mis piernas, para levantarme —no quería hacer esperar a Hunter—, sentí una mano en mi cintura y un aliento en mi cuello. Mhmm, era agradable, me hacía cosquillas y enviaba escalofríos por todo mi cuerpo, pero tenía su encanto. Llevé mi mano a mi cintura para ponerla sobre la que ya estaba allí, cuando me di cuenta de algo. Yo dormía sola, o al menos solía hacerlo.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora