033. El mejor regalo de cumpleaños de la historia.

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Mis ojos se enfrentaron con los suyos en el momento en el que advertí que no llevaba camiseta y que solo vestía unos simples boxers negros. Aún en la oscuridad, podía vislumbrar como sus ojos verdes me miraban penetrantes y sus puños se cerraban con fuerza a los lados de su cuerpo. Cogí aire, y le ignoré.

Ya lo sé. Era lo peor que podía hacer, pero no iba a iniciar una discusión con él en esos instantes.

Puse lo que había sacado del frigorífico en una bandeja, más un sándwich envuelto en papel de fil transparente, y la cogí con ambas manos, dispuesta a subir a mi habitación sin ningún tipo de altercado. Me di la vuelta para salir de la cocina, pero aún podía sentir su mirada clavándose en mi nuca con intensidad. Tragué saliva. Sabía que íbamos a tener que arreglarlo tarde o temprano, pero ese no era el momento. Nuestra familia estaba durmiendo, y era tarde. Estábamos cansados. Era mejor que lo resolviéramos al día siguiente, cuando estuviéramos bien despiertos y despejados. Día siguiente, que también, resultaba ser el cumpleaños de mi hermano.

Oh, genial.

-¿Vas a ignorarme?

Su voz firmé me llegó a los oídos como un cubo de agua fría; de golpe, y sentándome tremendamente mal. Me giré con rapidez, porque quería acabar con ese asunto lo antes posible e irme a dormir. Lo necesitaba urgentemente.

-Me has dejado plantada, así que... -titubeé, entrecerrando los ojos y balanceando las llaves entre mis dedos. Las atrapé para que se dejaran de mover y las puse sobre la bandeja-. Sí, yo diría que sí.

Un suspiro inesperado salió de entre sus labios, y sus ojos dejaron los míos para mirar al suelo. Así que ahora estaba arrepentido, ¿eh? Bueno, pues iba a tener que esperar. Él me había dejado plantada en la playa, y este era su castigo.

-Lo siento -murmuró.

Mis ojos se abrieron como platos. ¿Había escuchado bien? ¿Connor Evans disculpándose? En realidad, no sé de qué me sorprendía. El antiguo Connor nunca lo hubiera hecho, pero el nuevo Connor... el nuevo Connor sí.

-Lo siento -repitió, esta vez más alto y con voz más firme. Sus ojos corrieron a encontrarse con los míos, y yo aguanté la respiración mientras se humedecía los labios para volver a hablar-. Siento haberme enfadado, siento haberte ignorado, siento haberte dejado plantada en la playa.

Mientras yo seguía conteniendo la respiración y mi pulso iba a más, él empezó a avanzar hacia mí. Mis manos comenzaron a sudar y el corazón se me empezó a acelerar. La bandeja estaba a punto de escurrirse de mis manos, así que la dejé sobre la encimera de la cocina. Mis ojos no dejaron de mirar los suyos en ningún momento.

-Pero, sobre todo -Connor tomó aire a la vez que yo expulsé el mío. Su mano tocó la mía, y mi corazón dio un salto en el interior de mi pecho-, siento haberte creído.

Su rostro, medio oculto por las sombras se acercó al mío lentamente, como en un sueño.

-¿Q-qué quieres decir? -balbuceé, mientras su mano trepaba por mi brazo, se paseaba por mi hombro y finalmente se colocaba en mi nuca.

-Que siento haber creído que saldrías con Hunter.

Mis labios se torcieron en una mueca de confusión. Eh... creo que no le estaba entendiendo.

-Siento haber creído que saldrías con Hunter sabiendo que yo estoy enamorado de ti.

Mi respiración se comenzó a agitar mientras su rostro se acercaba más al mío y sus labios se quedaban entreabiertos, señal de que iba a volver a hablar. Por favor, ¿es que cada cosa que Connor soltase tenía que hacer que mi corazón diera un vuelco? Porque, bueno, lo hacía. Casi siempre que su voz llegaba a mis oídos en un radio menor de dos metros cerca de mí.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora