036. El poder de cargarse el romanticismo.

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Cuando me desperté al día siguiente, estaba yo sola en la cama. Me froté los ojos y me desperecé para dirigirme al baño. No había ni rastro de Hunter, lo que me pareció algo extraño, pero me lavé la cara y me deshice la coleta. No quería ducharme, puesto que no tenía ropa limpia para cambiarme, así que lo dejé pasar. Ya me ducharía cuando llegara a casa.

Bajé las escaleras descalza y vestida tan solo con lo que Hunter me había proporcionado el día anterior. Entré en la cocina con cuidado, puesto que no sabía si los padres de Hunter estaban en casa. Pero cuál fue mi sorpresa al encontrarme a Hunter colocando un plato de tortitas con bacon y huevos sobre la mesa. Él me dedicó una sonrisa al verme entrar en la cocina, incrédula.

-No puedo creérmelo -Me llevé las manos a la cabeza exagerando-. ¡Hunter cocinando! ¡Milagro de Dios! ¿Cómo es posible que no se halla quemado nada?

Él me miró con mala cara, pero luego sonrió.

-Muy graciosa, dormilona. ¿Tienes idea de la hora que es? En vez de llamarlo desayuno deberías llamarlo comida.

Desbloqueé mi teléfono móvil (el cual llevaba en la mano) y consulté la hora. Eran la una y media de la tarde. Lo bloqueé y lo dejé sobre la encimera de la cocina, para después tomar asiento en la mesa. Estaba hambrienta.

-¿Y a qué se debe el honor de verte cocinando?

Hunter se sentó en la silla de enfrente y se metió un trozo de bacon en la boca.

-Para celebrar que todo ha vuelto a ser como antes.

Sonreí.

Después de terminarme el desayuno, Hunter me llevó en coche hasta casa y aprovechamos lo que quedaba de la mañana estudiando química. Ahora que todo había vuelto a la normalidad, podía volver a ser mi tutor. Mi padre nos llamó para comer, pero rechazamos la invitación, puesto que habíamos comido apenas hacía una hora y media. Aunque no podía estar más feliz de estar bien con Hunter, no podía esperar el momento de ver a Connor. No le había visto desde el día anterior, cuando me había despedido de él para ir con Hunter, y ya le echaba de menos. Le dije a Hunter que iría al baño cuando sabía que mi familia ya había terminado de comer, pero en realidad me dirige hacia la habitación de Connor.

Toqué la puerta con los nudillos dos veces, porque no quería abrirla y encontrármelo desnudo. Al fin y al cabo, no era tan mala idea...

La puerta se abrió delante de mis narices antes de que pudiera pensar en algo más. Y, efectivamente, Connor se encontraba, no desnudo, pero solo vestido con unos pantalones cortos de chándal. Sus ojos verdes brillaron al verme.

-Hola -le saludé. Me mordí el labio cuando él se apartó de la puerta para dejarme pasar. Di un paso dentro de la habitación, y observé todo a mi alrededor. Él también había terminado de colocar las cosas en su sitio, pero debía admitir que mi habitación estaba más desordenada que la suya. Siempre pensé que las chicas eran más ordenadas que los chicos, pero ese no era mi caso. Me giré una vez estuve dentro para mirarle. No he dicho que fuera a los ojos-. Pensé que venir a darte los buenos días sería buena idea.

-Y sí que son buenos -contestó. Su mirada bajó de mis ojos a pasearse por mis piernas, tan solo cubiertas por unos pantalones muy cortos deportivos. Aguanté la respiración hasta que volvió a mirarme a los ojos-. Pero mejor deberías decir buenas tardes.

Reí un poco por lo bajo, y él se acercó a mí. No me moví.

-¿Qué tal te lo has pasado con Hunter? -me preguntó, subiendo su mano para jugar con mi pelo.

-Estuvimos viendo películas hasta tarde y luego nos fuimos a dormir, nada especial. Estuvo bien. Como en los viejos tiempos -Me encogí de hombros.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora