041. Mi novio me secuestra en mi cumpleaños.

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Connor y yo estábamos en el coche, sumidos en un absoluto silencio. Yo estaba nerviosa. ¿Qué me había preparado Connor? Se estaba tomando demasiadas molestias por mi cumpleaños, y yo me sentía culpable porque en lo único que estaba pensando era en la carta de Hunter.

No habíamos hablado sobre mi marcha, y, sinceramente, esperaba no tener que pasar por ese momento. No quería sentir el dolor de saber que tendría que dejarle en algún momento. Durante todo el camino, nuestras manos permanecieron unidas, balanceándose entre los dos asientos.

Pocos minutos después, llegamos a la costa, más específicamente, a un puerto, donde transitaba mucha gente y había varias tiendas repartidas por el paseo marítimo. Sonreí. Tenía que olvidarme del asunto de Hunter y del de la custodia y concentrarme en que hoy era mi cumpleaños, y que tenía que pasármelo bien. Ya leería la carta cuando llegara a casa. Así, con ese pensamiento, salí del coche. La brisa marina me dio un golpe en la cara, y absorbí el delicioso aroma del mar por la nariz.

-¿Qué has pensado? -le pregunté a Connor, mientras él sacaba algunas cosas del maletero. Me fijé en que había cogido las aletas de buceo y el equipo de snorkel.

-Nena, es una sorpresa -Cerró el maletero y me dio un beso en la punta de la nariz. Me enfurruñé y él sonrió-. Venga, sígueme.

Connor me agarró con la mano que tenía libre y tiró de mí por el paseo marítimo, hasta llegar a un puerto donde había pequeños barcos para alquilar. Mi novio me arrastró hasta donde había un barquito blanco, con el nombre Libertad escrito con letra cursiva en uno de sus lados. No podía ser...

-¿Has alquilado un barco?

Connor sonrió.

-Va a ser el mejor día de toda tu vida.

Cuando me cogió de la mano y tiró de mí hacia el barquito, con las mejillas rojas, empecé a alucinar. ¿Cuánto dinero le habría costado alquilar un barco como aquél? ¿Tanto significaba para él? Me estaba demostrando que me quería de verdad, y estaba tratando de que me olvidara, al menos por un día, que al final del verano tendría que irme de Hailford para vivir con mi madre. Antes de que montáramos al barco, y después de hablar con el propietario, le paré de un tirón y salté sobre él para estamparle un beso de agradecimiento.

-Te quiero, te quiero, te quiero... -murmuré, abrazándole con fuerza. No podía creerme que había podido volver a sentir lo que sentía por Key, pero con más intensidad aún. Quería a Connor tan fuerte que su pérdida iba a causar en mí el sentimiento más oscuro que alguna vez hubiera albergado mi corazón. Una lágrima me saltó de los ojos, pero me los limpié, porque no quería estar llorando en aquel día-. Estoy segura de que tienes razón: va a ser el mejor día de toda mi vida.

Connor sonrió, y agarrados de la mano avanzamos hasta el barco. El propietario nos ayudó a desatar los cabos, y antes de que pudiera darme cuenta, estábamos alejándonos del puerto. Me senté sobre la cubierta, estando a la vista de Connor, quien conducía el barco desde la cabina. Mi melena rubia volaba al viento, y mis ojos estaban cerrados, tratando de aspirar todo lo que podía de la brisa marina. El día era delicioso. Después de sonreír al cielo y dar gracias a Dios (aunque no fuera creyente) por haber puesto en mi camino a Connor, entré a la cabina y me senté en una silla detrás de mi novio (además de para verle conducir, para tener vistas de su trasero).

-No sabía que supieras conducir un barco -comenté. En realidad, estaba asombrada de que supiera como manejarse en el mar.

-Sí, bueno -Connor se giró para sonreírme con timidez-. Cuando mis padres estaban juntos, solíamos alquilar un barco para ir de pesca. Mi padre fue quién me enseñó a conducir un barco.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora