Mi labio estaba siendo, oficialmente, destrozado por mis dientes.
Mis ojos miraban en dirección a Connor, quién reía por algún chiste que estaba contando mi hermano. En realidad, todos reían. Todos menos yo.
No podía sacar de mi mente aquel momento, aquel segundo en que nuestros labios habían estado a punto de tocarse, justo antes de que Logan perdiera el equilibro y nos hiciera a todos precipitarnos hacia el suelo.
Y para colmo, la idea de que me estaba empezando a gustar Connor, de verdad de la buena, se había acomodado en mi mente y parecía muy cómoda, porque presentía que no iba a salir de ella por una buena temporada.
¡Maldito Connor!
Últimamente decía demasiado aquellas dos palabras juntas, pero eran ciertas. Él no salía de mi mente. Estaba ahí, en ella, constantemente. Con su odiosa sonrisa burlona, su estúpida vocecita llamándome nena y sin camiseta. Siempre sin camiseta.
Simplemente, había llegado a la estúpida conclusión de que todo lo que Connor hacía para molestarme hacía que me gustara más y más. ¡Qué tontería!
Lo que había pasado en la fiesta había sido un momento de debilidad. Yo estaba borracha, él estaba enamorado de mí, habíamos hecho un striptease y había tensión sexual entre nosotros. Lo entendía, no pasaba nada.
Además, había sido un beso. Un simple y largo beso que no había significado nada, ni había cambiado nada entre nosotros. ¿Verdad? Ahora me sentía algo insegura. ¿Verdad?
No, no, no. Nada había cambiado. Seguíamos discutiendo y enviándonos miradas de odio. Lo único que había pasado había sido un beso. Y casi dos. Pero nada más.
-¿Dylan? -me preguntó alguien. Sacudí la cabeza, saliendo de mi ensoñación, y enfoqué la mirada en mi padre. Él me había preguntado eso-. Dylan, ¿me estás escuchando?
Asentí rápidamente, confundida. Luego negué, remendando mi error. Mi pecho subió y bajó al ritmo profundo de mi respiración.
-Estábamos diciendo que ya que has suspendido química... -oh, no. No me gustaba por dónde iban los tiros-. Lo mejor será que tengas un tutor durante el verano.
No, por favor. Él no iba a ponerme un tutor, ¿verdad? No quería estar todo el verano entre cuatro paredes, escuchando aburrida a un viejo que me explicaba química. Gracias, pero casi que pasaba.
-No necesito un tutor, papá -traté de convencerle, negando repetidas veces con la cabeza-. Estudiaré yo sola durante el verano, si así lo quieres...
-Tu tutor será Hunter.
Mi boca se abrió tanto que creí que la barbilla iba a tocar el suelo. Comencé a jadear, incapaz de creer lo que mi padre acababa de decir.
¿Hunter iba a ser mi tutor? ¿Iba a tener que pasar horas encerrada con Hunter en mi cuarto? Una semana antes, la idea me habría parecido maravillosa, genial, algo fantástico. Aparte de porque Hunter era mi mejor amigo, porque así podía pasar más horas enganchada a sus adictivos ojos negros, deleitándome con su presencia, pasando el tiempo mirándole con sus grandes brazos flexionados, sus manos sujetando el cuaderno, su perfil concentrado en el libro de química...
Valió por hoy, adolescente hormonada.
Pero en esos momentos, la idea de que Hunter fuera mi tutor me parecía... terrible, horrible, espantosa. No podía ser mi tutor ahora que habíamos decidido darnos algo de espacio, ¿no? Se suponía que dar espacio era estar un tiempo lejos de la otra persona, para poder reflexionar.
Era un gran y rotundo no, no podía tener a Hunter de tutor.
-No, papá, eso no puede s...
-Tengo entendido que es muy estudioso y que aprobó química con matrícula de honor -me cortó él, mirándome con los ojos entrecerrados-. ¿Tengo razón?
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Viviendo con los Evans © [Evans 1]
Teen FictionLA NOVELA ESTÁ EN PERIODO DE EDICIÓN. Cuando tu padre te dice que vas a tener que mudarte con la familia de su prometida, sabes que tu verano no puede empeorar. Porque, ¿qué podía ser peor que pasar un verano con dos irresistibles (y terriblemente...