018. Las lágrimas de Dylan Hudson.

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CONNOR

Yo era, simplemente, un idiota.

Estaba sacando esta conclusión por mí mismo mientras veía como, al cerrarse la puerta de la casa de Dylan, ella le correspondía el beso a Hunter con el ímpetu con el que la puerta se había abierto.

Era tan predecible. ¿Cómo no me podía haber dado cuenta antes? No tendría que haber hablado con Hunter, eso solo había empeorado las cosas. Para mí, por supuesto. Aunque aún cabía la mínima posibilidad de que Dylan rechazase a Hunter y todo entre ellos se estropeara, dejándome el camino libre.

Pero claro, eso no iba a suceder.

Me quedé mirándolos con las manos metidas en los bolsillos de mis pantalones deportivos. Dylan rodeaba el cuello de Hunter con sus delicados brazos y él envolvía los suyos en torno a la fina cintura de Dylan.

Suspiré mientras esperaba a que terminaran. Lo que daría yo por estar así con ella.

Y es que me gustaba Dylan.

No sabía cómo, cuándo, ni por qué, simplemente sabía que me gustaba. Quizá fueran sus contestaciones irónicas y cortantes, o sus sonrisas divertidas y llenas de burla. Pero me gustaba Dylan Chelsea Hudson.

Había empezado a pensar en ella de una manera amorosa desde que supe que Jason la había invitado al baile. Eso, por supuesto, sin contar las múltiples anteriores veces que había intentado ligar con ella, sin éxito.

Y me resultaba casi imposible de creer que hace tan solo unos días, le había hecho aquella terrible broma de mal gusto. Ahora Dylan me gustaba. Y así, había llegado a la conclusión de que yo era idiota.

Quería que Dylan no me odiara, no me rechazara, me dejara tocarla, cuidarla, hablarla como Hunter y Jason podían.

Jason... no sé en qué estaba pensando cuando hice esa estúpida apuesta con él. ¿En serio creía que cien jodidos euros valían más que Dylan? Quería golpear mi cabeza contra alguna pared muchas veces, hasta que la imagen de su rostro sorprendido y con los ojos cristalizados saliera de mi mente.

Y entonces, cuando miré hacia ellos, Dylan le empujó. Dylan empujó a Hunter. ¡Quería bailar de la felicidad! Oí cómo Dylan se disculpaba con él, murmurando una excusa que, aun agudizando el oído, no conseguí oír.

Suspiré aliviado y sonreí involuntariamente. No estaba todo perdido. Aún tenía una oportunidad, y tenía que aprovecharla.

Mientras seguía inmerso en mi plan para enamorar a Dylan (sí, enamorarla, habéis leído bien), por el rabillo del ojo vi como ella agarraba de la camiseta a Hunter, impulsándose hacia arriba y volviéndole a besar.

La sangre de mis venas comenzó a hervir y mis puños se apretaron con tanta fuerza que creí que mis uñas se quedarían clavadas a la palma de mi mano permanentemente.

¿Por qué mierda hacía eso? ¿Por qué mierda lo rechazaba y luego lo besaba? ¿Y por qué mierda eso me dolía tanto?

Quería correr hacia ellos y separarlos de un empujón, coger a Dylan y llevarla a un lugar donde solo estuviéramos nosotros dos, tenerla solo para mí.

Un segundo... ¿desde cuándo yo pensaba así?

Yo era el típico mujeriego del instituto, el chico que se tiraba a todas sin importarles sus sentimientos, el chico más caliente del instituto del que se sentían atraídos todas y todos. ¿Qué me estaba pasando?

Miré de nuevo hacia ellos. Y ahí estaban, besándose fogosamente, cada vez más juntos. Mierda, tenía ganas de agarrar a Hunter por el pescuezo y estampar mi puño en su cara.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora