HUNTER
Salí de mi casa dando un fuerte portazo. Me recoloqué la bolsa deportiva sobre el hombro y recorrí el camino desde mi casa hasta el coche dando grandes zancadas.
Sabía que probablemente no tenía el mejor aspecto; no había dormido en toda la noche y unas grandes bolsas de un color morado se dejaban entrever debajo de mis ojos. Estaba tremendamente cansado, y cuando había recibido el mensaje del entrenador que pedía que todos los jugadores de su equipo fuéramos al campo para un último entrenamiento de despedida, había considerado la opción de no acudir a la cita.
Al final, y a pesar de que me sentía fatal, decidí ir. La causa de mi insomnio era obvia: Dylan. Ella y su cabello rubio. Ella y sus ojos verdes. Ella y su personalidad fresca y divertida. Ella y sus sentimientos hacia mí... ella y el tortazo que me había dado la noche anterior.
Pensar en Dylan no me había dejado dormir en toda la noche. Había intentado de todo, pastillas para el insomnio, manzanillas, vasos de leche calientes... pero nada había sido suficiente como para apartar de mi mente la sonrisa que decoraba su hermoso rostro cuando estábamos bailando, y su expresión de preocupación cuando me pegó aquel golpe.
No fue el tortazo lo que me dolió, y ella lo sabía en cuanto miró mis ojos, observándola mientras desaparecía por el pasillo del instituto tras Connor. Lo que más me había dolido había sido verla marchar, verla elegir a Connor antes qué a mí, ver como algo dentro de ella se rompía al ver como Connor tiraba ese ramo de flores. Yo sabía que eran sus favoritas.
Eso me ponía tremendamente celoso.
No quería que hicieran daño a mi mejor amiga.
Pensaba en esto y en aquello cuando llegué al instituto tras unos minutos reflexionando. Salí del coche e inmediatamente me despojé de la sudadera de mi equipo que llevaba; no me esperaba que hiciera tanto calor. Con mi camiseta de manga corta y mis pantalones deportivos me encaminé al campo de fútbol americano del instituto. Paseé la mirada por todo mi alrededor. Aún no había llegado nadie. No me extrañaba, puesto que había decidido salir pronto de casa para despejarme. Me senté en las gradas y me dispuse a sacar mi teléfono móvil del bolsillo.
Cogí aire antes de teclear un mensaje para Dylan diciéndole que teníamos que hablar. Sabía que las personas odiaban que les dijeran eso, pero era una emergencia. Nuestra amistad no se iba a romper por un idiota. Y por si había dudas, me refiero a Connor. Aunque también podría ir perfectamente dirigido a Jason...
Mierda, recordaba con todo detalle el beso que ese imbécil le había dado a Dylan. La había tratado tan dulcemente, como si fuera la cosa más importante en el mundo para él, y luego le había destrozado el corazón como si fuese un trapo sucio que hay que tirar a la basura. Joder, podía recordar con perfección la forma en que Dylan le devolvía el beso con ímpetu, la manera en que yo apretaba la mandíbula cada vez que ese idiota la acariciaba.
Joder, no quería que nadie que no fuera yo la tocara. Eso podía sonar muy posesivo, quizá demasiado, incluso como algo que dijera un acosador. Pero, mierda, era tan verdad.
Me había empezado a sentir atraído por Dylan sin darme cuenta y no podía sacarla de mi cabeza. Su imagen sonriéndome, achicando los ojos estaba en mi mente constantemente. Y no decía que no me gustase pensar en ella. Por supuesto que no. Solamente, empezaba a ser un poquito, y tan solo un poquito molesto no poder tratarla como lo hacía Jason, o incluso Connor, por el simple y estúpido hecho de que era mi mejor amiga. Y los mejores amigos no se besan.
Sabía que esas ganas que me entraron de besarla cuando estábamos bailando no eran normales. Sabía que estaba empezando a sentir algo por ella, y eso me asustaba. No quería arruinar nuestra amistad, pero, ¿nos quedaríamos así para siempre? ¿Deseándonos el uno al otro, pero sin poder hacer nada, por miedo a estropearlo todo?
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Viviendo con los Evans © [Evans 1]
Fiksi RemajaLA NOVELA ESTÁ EN PERIODO DE EDICIÓN. Cuando tu padre te dice que vas a tener que mudarte con la familia de su prometida, sabes que tu verano no puede empeorar. Porque, ¿qué podía ser peor que pasar un verano con dos irresistibles (y terriblemente...