022. Se desata la tercera guerra mundial en la casa de Jason Whitley.

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La habitación se sentía como un auténtico volcán, pero cuando Hunter entró, con los ojos escupiendo fuego y su cara roja de rabia, el ambiente se tornó frío como el hielo.

-¿Qué mierda crees que estás haciendo? -gritó Hunter, entrando en la habitación y arrancando mis brazos del cuerpo de Connor. Yo, asustada por su actitud repentina, me acurruqué en una esquina de la cama mirándole con los ojos muy abiertos.

Pude comprobar el estado de Connor después de nuestra acalorada sesión. Su pelo se encontraba despeinado en todas direcciones, sus ojos más oscuros de lo normal, mirando con el ceño fruncido a Hunter, y sus labios rojos e hinchados, condenadamente apetecibles. No quería imaginarme mi aspecto.

-Estaba besándola, idiota. ¿Es que estás ciego?

Las manos de Hunter agarraron firme y bruscamente la camiseta de Connor e hicieron que su espalda golpeara la pared. Sabía que debía hacer algo, que debía separarlos. Pero el alcohol aún circulando en mi sistema y los besos que Connor me había dado hacia que mis sentidos siguieran embotados y que no me diera cuenta de la gravedad de la situación.

-No puedes hacer eso -escupió Hunter furioso, agarrando con más fuerza la camiseta de Connor. Decidí que era hora de intervenir.

-¡Chicos!

Por supuesto y como cada vez que había una pelea entre ellos dos, no me hicieron ni el menor ápice de caso. Me enfurecía eso. ¡Mierda, si no me hacían caso se iban a acabar matando!

-¿Y por qué no?

-Pues... -empezó a decir Hunter vacilante, bajando la cabeza. Luego la alzó y le miró a los ojos cuando se le ocurrió una estúpida respuesta-. Porque sois hermanastros.

Alcé mis cejas, incrédula. No me podía creer que estuvieran teniendo esa estúpida discusión.

-Exacto, hermanastros -alegó Connor empujando a Hunter y consiguiendo librarse de él―. Y además, creo que eso no fue una razón que nos importara demasiado a ninguno de los dos. ¿Verdad, nena?

Ahora sí que me miraban, ¿eh?

Dos pares de ojos, unos oscuros y otros claros, me miraron fijamente esperando que yo dijera algo. Pero, ¿qué querían que hiciera? ¡Yo lo único que quería es que no se pelearan y que le dejaran la cara al otro hecha un mapa!

-Yo... creí que no te gustaba, D -dijo Hunter girándose de pleno hacia mí y fijando su mirada solo en mi persona. Tragué saliva, nerviosa.

-Y no lo hace.

Connor me miró con cara de "¿Estás jodiéndome, nena?". Siempre con un "nena" detrás. Ya era como nuestra seña de identidad. Y la verdad, Connor tenía razón. Me encantaba que me llamase nena. Incluso me parecía ardiente. Bueno, en esos momentos, todo Connor (lo que decía, lo que vestía, su aspecto) me parecía ardiente.

-Bien.

Apreté mis labios fuertemente cuando Hunter dijo aquello tan seco, frío y cortante, dejando en el aire cualquier cosa que fuera a salir de los labios de Connor o de los míos.

Nos quedamos en silencio durante un rato. No sabía concretamente si me estaban mirando, pues yo miraba como mis dedos jugueteaban en mi regazo, pero podía sentir las miradas de Connor y Hunter sobre mí.

Odiaba ese silencio. Y necesitaba romperlo. Y lo hice de la peor forma que podía hacerlo.

-Yo no me puse histérica cuando te vi besando a zorra-Claire.

Observé como el rostro furioso de Hunter se transformaba en una expresión de arrepentimiento. Y como los labios de Connor intentaban esconder una sonrisa por haber llamado a esa perra "zorra-Claire".

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora