―¿Cómo se le ocurre? ¡Hacer una cosa así! ¿Está usted loca? ¡Está en un instituto público!
El director gesticulaba exageradamente con sus brazos mientras hablaba atropelladamente. Solté un suspiro y crucé las piernas mientras el profesor gruñía, así terminando su discurso.
―¿Ha acabado? ―pregunté cruzándome de brazos.
―No me tuteé, señorita Hudson.
―No le he... ―empecé a decir. Al notar la mirada severa del directos decidí callarme―. No importa.
―Voy a llamar a sus padres. ¡Estarán contentos!
Apreté los labios en una fina línea intentando contener la risa. La forma en que el director Lawrence se paseaba nerviosamente por su despacho, con el teléfono en una mano y gesticulando con la otra mientras murmuraban maldiciones, era demasiado graciosa.
―De todas maneras no me puede castigar ―espeté mirándome las uñas con además distraído. El señor Lawrence se giró hacia mí con la cara roja de impaciencia―. Una vez que suene el timbre de la última hora, serán vacaciones de verano.
―Entonces quizá prefiera venir durante las vacaciones de verano para limpiar todo el instituto.
Esbocé una sonrisa inocente y negué con la cabeza. Me quedé en silencio durante los siguientes minutos que estuvo intentando contactar con mi padre. Sin embargo, yo sabía que no iba a contestar; mi padre trabajaba en el hospital y hoy tenía que trabajar durante todo el día.
―Deje de malgastar su tiempo. No va a coger el teléfono ―recomendé al señor Lawrence. Él me fulminó con la mirada, pero dejó el teléfono sobre la mesa.
―Bien, has tenido suerte. Dado que hay es el último día de curso y que tu padre no contesta... no tendrás castigo ―anunció el director y me acomodé en la silla, feliz―. Pero tendrás que sacrificar tu tiempo del almuerzo para limpiar las paredes del baño.
Asentí levemente, y, a su señal, salí del despacho. Agradecí a Dios o al que hubiese ahí arriba por hacer que hoy fuera el último día de curso y me dirigía mi clase.
Entré en ella y me disculpé a la profesora de español diciéndole que estaba en el despacho del director. Asintió y fui a mi sitio. En esa clase únicamente estaba con Alice, la 'amiga' pelirroja de Noah. Me senté a su lado y esbocé una sonrisa.
Así que, al terminar la clase tenía una nueva amiga y sabía que Noah lloraba con las películas de amor.
Me despedía de ella y salí del aula como una flecha en dirección al cuarto del conserje. Cogí un cubo con agua, una esponja y jabón y entré disimuladamente al baño de los chicos. ¿A quién quiero engañar? Yo no sé hacer nada disimuladamente. De hecho, me choqué con la puerta y tiré casi la mitad de agua del cubo. Ups.
Una vez dentro, contemplé mi obra de arte:
'Connor Evans, a su servicio, chicos. Sesiones sexuales totalmente gratuitos llamando al siguiente teléfono o hablando conmigo: 653 81 25 99. Será un placer servirles, hombres del otro equipo, ahora que yo también estoy en él.'
No pude evitar reírme al leer aquello. ¡Era una genio! Una pena que tuviera que borrarlo. Al menos esperaba que alguien del otro equipo hubiese leído el anuncio. Sí, ya sabéis. Del otro equipo, que está en el bando, fuera del armario... ¡Homosexual, hombre!
Pasé el resto del tiempo del almuerzo quietando aquella pintada de la pared del baño de los chicos. Y sí, entraron chicos. Y sí, se rieron al ver el anuncio. Y sí, algunos llamaron al número. Y sí, me silbaron al verme limpiando en pantalón corto. Y sí, algunos salieron corriendo y canturreando '¡Connor!'. Ah, la venganza.
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Viviendo con los Evans © [Evans 1]
Teen FictionLA NOVELA ESTÁ EN PERIODO DE EDICIÓN. Cuando tu padre te dice que vas a tener que mudarte con la familia de su prometida, sabes que tu verano no puede empeorar. Porque, ¿qué podía ser peor que pasar un verano con dos irresistibles (y terriblemente...