014. Ahora resulto que valgo cien dólares.

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Me sentía flotando entre nubes de algodón y piruletas. Literalmente. Éramos solo Jason y yo. Nuestros labios unidos. Sus manos acariciando mi cintura y mis dedos jugueteando con su cabello. Era maravilloso. Pero claro, todo tiene que acabar antes o temprano. Y cuan fue mi enfado cuando me separaron de Jason agarrándome de la cadera y llevándome lejos de él de un tirón. Mi enfado no fue nada comparado cuando vi quien era el causante de mi reciente ira.

Connor.

En ese momento tenía ganas de estrangularlo, cortarlo en pedacitos y luego venderlo en el mercado negro. Y no, no eran pensamientos violentos.

―¡Connor Charles Evans! ―chillé dándole manotazos a las manos que aún me sujetaban por la cadera. Las de Connor, las de Jason se habían deslizado fuera de mi cuerpo segundos antes.

―Yo no me llamo así... ―empezó a decir Connor. Le interrumpí con un movimiento de mi mano.

―¿Por qué has hecho eso?

Estaba prácticamente gritando. Procuré bajar mi tono y tranquilizarme. Me erguí y cogí aire para luego soltarlo.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez.

¿Qué mierda es esta de contar hasta diez? Sigo queriendo matar a Connor.

―Vamos, Dylan, tu realmente no quieres esto...

―¿Qué es lo que no quiero? ―pregunté avanzando un paso amenazantemente. Connor retrocedió con las manos en alto, en posición inocente―. ¿Besar a Jason? Mierda, Connor, ¡es lo que llevo deseando desde que le vi por primera vez!

Me arrepentí de decir aquello al momento en el cerré mi boca. Bajé mi cabeza avergonzada y empecé a oír murmullos. Había gente a nuestro alrededor, y yo lo sabía. Y ahora, toda esa gente sabía que me gustaba Jason.

Y también sabía que estaba enamorada de Hunter. Lo que me convertía ―por lo menos para la gente que lo sabía- en una perra. En una completa y absoluta perra.

―Mira, Connor, déjalo ―habló Jason adelantándose entre la multitud para llegar a nosotros. No pude pasar por alto que había prácticamente ignorado mi confesión. Eso me hizo calmarme un poco―. Toma esto y aire.

Alcé la cabeza y miré hacia delante. Connor, quien miraba lo que había en la mano de Jason. Jason quien le tendía a Connor unos billetes. Y deseé nunca haberlo hecho. La mirada que Connor me echó fue lo que realmente me rompió el corazón. Sabía lo que habían hecho en cuanto Jason sacó el dinero.

Dylan, tú eres tonta, pero no tanto.

Una apuesta.

Habían hecho una maldita apuesta sobre quién me conseguía besar antes.

Me habían considerado un objeto con el que podían jugar como y cuando quisiesen. Y nadie jugaba con Dylan Chelsea Hudson.

Ahora lo entendía todo. Las insinuaciones de Connor, el casi beso en el salón, cuando pareció molesto al saber que iba con Jason al baile... todo era un simple y cruel juego.

No quería llorar. No iba a llorar porque, como mi padre me dijo un día; algún día habrá un hombre que te hará llorar. Ese será el único hombre por el que debes llorar, porque seguramente sea el que pueda consolarte. Y por eso no iba a llorar por el hecho de que Jason y Connor hubieran jugado conmigo. ¿Estaba dolida? Mucho. ¿Decepcionada? También.

Así que cogí aire y miré al frente con la mirada limpia y la mente despejada. Yo era valiente y dura, y aunque estuviese rota por dentro, no podía mostrarlo. Porque también era orgullosa, y no iba a perder mi dignidad por un simple jueguecito.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora