―D... ¿Qué significa eso?
Me giré para ver a Hunter mirando con los ojos totalmente abiertos el letrero fosforito. Las lágrimas en mis ojos empezaron a picar cuando su mirada oscura voló del cartel a mí, totalmente confundido.
Lo sabía. Hunter lo sabía. Ya no había vuelta atrás.
Cerré mis manos en dos puños y los apreté con fuerza. Respiré con fuerza, tratando de que las lágrimas no se derramaran por mi rostro. Luego, sacudí la cabeza y giré sobre mis talones. Comencé a caminar, pisando con fuerza el suelo y dando grandes zancadas. Escuché a Hunter llamándome a lo lejos, pero no me importó.
Porque nadie se metía con Dylan Hudson, y se iba de rositas. Y menos si ese alguien se trataba de Connor Evans.
Por suerte para Connor, no vi rastro de él antes de que sonara el primer timbre de la mañana. A regañadientes y evitando las miradas curiosas de todo el mundo, me dirigí hacia mi primera clase. Las tres primeras clases de la mañana fueron horribles; tuve que soportar murmullos, preguntas incómodas y nuevos rumores que comenzaban a circular por el instituto. Alguien incluso me preguntó si había hecho un cuarteto con los gemelos y Hunter. Tuve que clavarme las uñas en las palmas de las manos para no pegar a la chica que me había preguntado aquello.
Al fin llegó la hora del almuerzo. Con las manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta de cuero y los ojos clavados en el suelo, avancé hacia la cafetería, deseando encontrarme con Connor para darle una buena patada en las pelotas. Si antes quería matarlo por haberme mentido, ahora quería matarlo, y rematarlo. Ni siquiera sabía si era posible.
Cuando entré en la bulliciosa cafetería, nadie me miró. La verdad es que no me extrañó, la mayoría de los estudiantes ni siquiera sabían mi nombre. Pero entonces lo vi; ahí estaba, Hunter Sanders, apoyado contra la pared y mirándome fijamente. Le había estado evitando durante las tres primeras clases, sentándome con personas desconocidas en vez de con él y Bianca. Para añadir leña al fuego, estaba guapísimo. Sus ojos chocolate brillaban con desconcierto y su cabello castaño caía sobre su frente en suaves ondas. La camiseta azul oscura que llevaba ese día se le ajustaba perfectamente al cuerpo, al igual que los vaqueros oscuros. Atrapé mi labio inferior entre mis dientes y fingí no haberlo visto. No quise saber si me seguía mirando o si iba a venir hacia mí para comentarme algo acerca de lo del cartel. Preferí seguir buscando a Connor para estampar mi mano en su horrible cara.
Paseé mi mirada por la cafetería, hasta encontrarme con la copia barata dos. Exacto, ahí estaba Connor Evans, riéndose de algún chiste estúpido al lado de su hermano y Jason Whitley.
Sin importarme que estuviera acompañado de Jason, empecé a caminar a zancadas hacia la mesa de Connor. Un par de personas me miraron y se giraron a mascullar algo sobre mí con sus compañeros de mesa, pero no me importó. Cuando llegué a la mesa de los populares, donde Connor estaba sentado, me planté de brazos cruzados detrás del pelinegro. Toqué su hombro un par de veces. Y cuando se giró hacia mí, con esa estúpida sonrisa burlona que tanto odiaba, me lancé hacia él gritando:
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Viviendo con los Evans © [Evans 1]
Teen FictionLA NOVELA ESTÁ EN PERIODO DE EDICIÓN. Cuando tu padre te dice que vas a tener que mudarte con la familia de su prometida, sabes que tu verano no puede empeorar. Porque, ¿qué podía ser peor que pasar un verano con dos irresistibles (y terriblemente...