Una semana más tarde
-Y hay popótamos, y elefantes -dice Noah contento, mirando las imágenes del folleto del zoo mientras hacemos cola con Frank y Deena para entrar.
Cuando Noah empezó a insistir con que quería ir al zoo, me negué de inmediato. Sí, seré una perra con los seres humanos, pero odio que tengan a animales encerrados y maltratados. Aún así, conseguimos encontrar un zoo fuera de Londres que es más como una reserva animal, tienen mucho espacio y no hacen espectáculos de delfines, algo de lo que estoy muy en contra.
Así que, aprovechando que por fin es sábado, hemos cogido la furgoneta de Frank y nos hemos plantado aquí, a tres horas de Londres, para que el niño pueda ver a los jodidos animales.
-Alice, quita esa cara de perra que aún te van a confundir con una y te van a meter en la reserva -dice Deena, y Frank empieza a reír.
Me limito a rodar los ojos y pago el dinero correspondiente cuando por fin llegamos a la entrada.
-¡Jidafas! -grita Noah, echando a correr hacia el cercado donde se encuentran las jirafas. Realmente ellas tienen mucho espacio allí.
-Mila Ali, es como Melman -sonríe, y luego se dirige a una jirafa-. ¡Hola Melman!
Paseamos durante un buen rato por el parque, en el que Noah grita, corre y se emociona cada dos segundos al ver a los animales, hasta que llegamos donde están las suricatas.
-Realmente este lugar está bien -dice Deena cuando nos paramos delante del cercado de las suricatas.
-Sí, mucho mejor que los zoos urbanos -asiento.
-El pequeño se lo está pasando pipa -ríe Frank-. Realmente es gracioso, de mayor será como tus hermanos, porque tú mucho sentido del humor no tienes.
Yo me limito a encogerme de hombros, y mi mente viaja a los locos de mis hermanos. ¿Dónde estarán ahora? Debe hacer un año que no veo a Louis y Nate.
-¡Noah! -oigo que grita Deena, sacándome de mis pensamientos.
Busco a Noah y no le veo, entonces casualmente miro dentro del cercado y veo que está dentro.
¿Cómo cøño ha entrado un niño de tres años en el cercado de las suricatas?
-¡Timón! -grita, acercándose al grupo de suricatas-. Timón ven conmigo, yo te zalvo y te llevo a mi casa con Ali.
Si sale vivo de esto, voy a tener que llevarle a un jodido psicólogo, este niño no puede estar bien de la cabeza.
-¡Noah sal de ahí! -le grito.
-¡Mila Ali, he encontrado a Timón! -exclama, entusiasmado.
-¡Ven aquí ahora mismo! -grito otra vez, y Frank empieza a subir por la valla para ir a buscar a Noah, pero entonces aparece un vigilante y entra por una puerta que hay un poco más lejos. Echa a correr y coje a Noah en brazos para llevárselo de allí.
-Maldita sea, Noah, ¿no puedes estarte quieto ni dos segundos? -digo, desesperada, cuando Noah ya está fuera.
-Bueno, parece que también defiende los derechos de los animales como tú, pero más radicalmente -dice Frank entre risas.
-Controlen más a su hijo, por favor -gruñe el vigilante.
-Sí, perdone -dice Deena, cogiendo a Noah de la mano.
El vigilante se va y Noah nos mira, enfadado.
-Pelo yo estaba zalvando a Timón -explica-. Tiene que estar con Pumba y Zimba.
-Ya Noah, pero esa no era la manera de hacerlo -le digo, intentando recordarme que tiene tres años y está medio loco.
Él se encoge de hombros y seguimos paseando por el zoo, intentando controlar a Noah, pero cuando llegamos donde los leones, es imposible. El pequeño sale corriendo y se cuelga de la valla, gritando.
-¡Zimba! -grita-. Nalaaaaa.
-¡Noah ya vale! -grito, yendo hacia él, pero el vigilante es más rápido y coge a Noah y lo baja.
-Al final voy a tener que pedirles que se vayan -dice, claramente molesto, con Noah al lado mirándonos con cara de inocencia. Maldito niño.
-Tranquilo, señor, no volverá a pasar -vuelve a disculparse Deena, ya que Frank y yo no somos de disculparnos y esas mierdas, y cogemos a Noah.
-Creo que por hoy ya hemos visto suficiente -sentencio.
-¡Nooo! -se queja Noah-. No he visto los popótamos ni los edefantes ni las cebras...
-Vale, vale, está bien -cedo ante su insistencia-. Pero si vuelves a intentar saltar alguna valla nos vamos, ¿entendido?
-Shi -asiente con la cabeza.
El resto de la mañana pasa en calma, Noah se comporta bastante -aunque grita como un loco al ver los hipopótamos- y comemos allí. Hacia las cuatro de la tarde Noah está que se cae, así que nos montamos en la furgoneta y volvemos a Londres.
----- o -----
Al parecer, las tres horas que Noah ha dormido en la furgoneta son suficientes para recargar su batería al máximo, porque en cuanto llegamos a casa se pone a parlotear y a moverse sin parar. Al final me canso y le doy un papel y varios lápices de colores para que dibuje un poco, y eso parece calmarle.
Voy a fumarme un cigarro al balcón y, cuando termino y entro de nuevo, me acerco a ver qué está haciendo Noah. Veo que ha dibujado varias jirafas y suricatas, y luego nos ha dibujado a nosotros. El más bajito obviamente es él, luego está Frank, y sé que es él por los rizos desordenados, luego Deena y luego yo, con mi pelo azul. Pero hay algo que me sorprende de cómo me ha dibujado.
-¿Por qué me has puesto una sonrisa? -le pregunto, intrigada. Sonreír no es algo que yo haga a diario.
-Tú nunca sonríes -contesta-. Por ezo me gusta.
Sus palabras realmente me dan que pensar, pero decido no comerme demasiado la cabeza. Las cosas son así, y no van a cambiar. Por mucho que digan, uno no elige ser feliz o dejar de serlo, las situaciones y lo que se vive es lo que lo decide.
Cojo mi bloc de esbozo, un lápiz y mis acuarelas, y empiezo a dibujar varias cosas que me pasan por la cabeza o que simplemente veo. Dibujar siempre me ha servido para desconectar del mundo, es algo que me funciona incluso más que los cigarros o los porros, con la diferencia de que los efectos de éstos últimos duran mucho más.
-¡Soy yo! -dice Noah al cabo de un buen rato, señalando uno de mis dibujos.
-Sí, eres tú -contesto, y él sonríe.
-Ali, enséñame a dibujar -me pide-. Yo quelo dibujar como tú.
-Tendrás que practicar mucho para conseguirlo -contesto-. Tú simplemente dibuja mucho.
-¡Vale! -asiente, entusiasmado.
Parece que al pequeño también le va el arte.
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Reivindicando derechos animales sutilmente por aquí jajaja tenéis que ver un documental llamado The Cove sobre la caza masiva de delfines en Japón, realmente es algo que hay que ver porque conciencia muchísimo y te deja muy impresionado, yo la primera vez que lo vi terminé llorando :c Miradlo, de verdad.
He subido hoy tan temprano porque estoy en clase y me aburro como la mierda, HABLADME POR FAVOR.
Este capítulo me ha quedado corto, qué le vamos a hacer. Los demás serán más largos. Subiré el siguiente capítulo el viernes o sábado.
Claire
PD: me meo con la foto de multimedia jajajajajaja son adorables
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Conociendo a Noah [Saga Smeed 1]
RomanceHistoria ganadora de la 1ª edición de los WOW Awards en la categoría "Romance" A sus veinte años, Alice está descontrolada. Hace tiempo que ya no tiene nada que perder, así que solo se dedica a salir de fiesta. Hasta que, un día, se entera de que su...