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Entro en el tanatorio sintiendo que mi cabeza va a estallar. Necesito explicaciones, las he necesitado desde que, hace tres días, me enteré de que mi padre había muerto a través de la televisión, y justo después recibí una llamada de su mujer pidiéndome que Noah y yo fuéramos a Los Ángeles lo antes posible.

De verdad que espero que Milana al menos se digne a explicarme por qué coño nadie me informó de que mi padre tenía cáncer, y tuve que enterarme a través de la puta televisión. Y lo mismo va para Louis y Nate, si es que ellos lo sabían.

—Ali, ¿vamos a ver a papi? —me pregunta Noah, y siento el nudo en mi garganta duplicar su tamaño.

No he sabido explicarle a Noah lo que está pasando. No sé cómo hacerlo, él sólo tiene cuatro años, probablemente todavía no sepa concebir qué es la muerte, ni tenga asumido que todos morimos tarde o temprano.

Respiro hondo y sigo caminando, dejando la pregunta de Noah en el aire, sin respuesta alguna. Liam me mira, con el rostro tintado de preocupación, y camina junto al pequeño, detrás de mí.

Sigo en dirección a la sala que la chica de la entrada me ha indicado, y justo cuando giro por el pasillo, delante de la sala, con toda la intención de armar un escándalo, veo a Milana, sentada en un rincón, en los asientos de delante de la sala, con el rostro lleno de lágrimas, y todo mi enfado y mis ganas de gritar quedan bloqueadas. Louis y Nate también están ahí, sentados. Louis tiene los ojos rojos, mientras que los de Nate son adornados por unas marcadas ojeras y tiene la mirada perdida.

—¡Mami! —grita Noah, y se suelta de la mano de Liam para echar a correr hacia Milana, quien al verlo sonríe entre lágrimas y abre los brazos para envolver al pequeño en un abrazo.

Louis nos mira y esboza una media sonrisa sin humor, triste, mientras que Nate sigue mirando a la nada, sumergido en su mundo.

Suspiro, intentando calmar mis nervios y pensar racionalmente. Apenas he tenido tiempo de pensar en ello, al enterarnos de la noticia nos llamó Milana, y al día siguiente ya estábamos cogiendo un avión hacia Los Ángeles. Ahora son las nueve de la mañana, se supone que el funeral va a celebrarse en una hora, y yo todavía no entiendo nada.

—¿Y papi? —oigo que pregunta Noah, y Milana solloza sonoramente, lo que hace que el niño se alarme—. Mami, ¿por qué lloras? ¿Te has hecho pupa?

El rostro de Louis enrojece debido a las lágrimas que está intentando retener, y Nate se levanta de repente y se va, pasando por nuestro lado sin decir nada.

—¿No lo sabe? —me pregunta Milana, y yo simplemente niego con la cabeza, incapaz de hablar—. Noah, papá ha muerto.

—¿Cómo que ha mueto? —pregunta el pequeño—. Pelo papi no es un abuelo.

—Ya, pero papi estaba muy enfermo —dice Milana, intentando mantenerse serena—. Y ha ido al cielo para dejar de sufrir.

—¿Y no volverá? —pregunta Noah, con voz temblorosa.

—No —contesta ella, negando lentamente con la cabeza.

—P-pelo papi no me dijo adiós... —dice, y veo cómo se pone rojo y algunas lágrimas salen de sus ojos, acariciando sus mejillas hasta caer sobre su camiseta de animales.

—Lo sé, pero papá me dijo que te dijera que te quiere mucho, y que tienes que ser muy fuerte —le dice su madre, con las lágrimas también inundando sus ojos—. Tienes que cuidar de Alice y de tus hermanos.

El pequeño asiente, haciendo un puchero, y de repente rompe a llorar. Noto algunas lágrimas picar mis ojos al ver a mi hermano, que siempre es todo alegría y felicidad, en este estado, pero miro hacia arriba para intentar que se vayan. Milana abraza al niño y Louis entierra su rostro entre sus manos, para evitar que Noah le vea llorar.

Conociendo a Noah [Saga Smeed 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora