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—Mierda, Liam, ¿no habías puesto el despertador? —digo, irritada, cuando veo la hora que es.

—¿Mmmh? —pregunta él, medio dormido, y se da la vuelta para seguir durmiendo.

—¡Despierta! —exclamo, sacudiéndole—. Son las doce del mediodía, hemos quedado con mi madre en menos de una hora.

—Una hora es mucho —murmura con voz dormida, y le doy con la almohada en la espalda.

—¡Levántate, vago! —exijo, y él suelta un suspiro.

—Te odio —gruñe, incorporándose hasta quedar sentado en la cama.

—No, no lo haces. Venga, a la ducha.

Consigo arrastrar a Liam a la ducha, y parece que allí se espabila un poco y se da cuenta de que realmente llegamos tarde, porque al salir ya me está metiendo prisa. Nos vestimos rápidamente y, cuando cojo mi móvil para guardarlo en mi bolsillo, veo que tengo un mensaje de Deena. Bueno, ya lo leeré luego.

Salimos de nuestro apartamento y cojemos un taxi porque sino es imposible que lleguemos a tiempo, ni siquiera nos da tiempo a ir a buscar el coche de Liam, que está aparcado a dos calles. El taxista nos deja en Kensington, justo delante del "modesto" —y lo pongo entre comillas porque es modesto para ser un restaurante de Kensington, pero sigue siendo exageradamente caro— restaurante. Pago el importe correspondiente y nos bajamos del taxi.

—Nunca había estado en esta zona —comenta Liam.

—¿Nunca? —le pregunto—. Yo viví aquí toda mi infancia.

—Joder —murmura, impresionado.

Tampoco es algo de lo que me sienta orgullosa. Los niños pijos de Londres presumen de ser de Kensington como si fuera algo de lo que estar sumamente orgulloso, pero yo lo veo una jodida tontería, además de que no soy una pija descerebrada con nada más que dinero en la cabeza, y preferiría pegarme un tiro a serlo.

Miro mi móvil para ver qué hora es, y lo primero que capta mi atención es la notificación del mensaje de Deena, que sigue ahí. Desbloqueo el móvil para leerlo rápidamente, pero me quedo quieta en medio de la acera al verlo.

Deena (11:46): mierda alice, la he cagado mucho

Frunzo el ceño y escribo una respuesta rápida.

Alice (12:56): ¿qué dices? ¿qué ha pasado?

Guardo el móvil en mi bolsillo de nuevo y entro en el restaurante con Liam. No me cuesta localizar a mi madre, ella está sentada en una de las mesas del fondo y se toca las uñas como siempre hacía antes cuando estaba nerviosa. Suspiro, intentando que se me pasen un poco los nervios, y Liam pasa una mano por mi hombro, sacándome una sonrisa.

—Vamos —dice, y yo asiento.

Tras informar al camarero que atiende que estamos con mi madre, él nos deja pasar y camino hacia la mesa. Sarah levanta la mirada y se encuentra con la mía. Me da una sonrisa un poco forzada —no la culpo, yo también estoy de los nervios— y cuando estamos delante de la mesa, ella se levanta.

—Hola, soy Sarah Dubois —se presenta, y se me hace un poco raro que use su apellido de soltera, aunque es algo obvio—. Tú debes ser Liam, ¿no?

—Sí, Liam Alden —contesta él con una sonrisa, y estrecha su mano—. Un placer.

—Igualmente —dice mi madre, sonriendo, pero esta vez sinceramente.

Nos sentamos en nuestras respectivas sillas, y la atención de todos nosotros se centra en el menú. A los pocos minutos, una camarera viene a tomar nota de lo que queremos.

Conociendo a Noah [Saga Smeed 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora