Algunas preocupaciones

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Tras la tensa pero esclarecedora conversación entre Salamandra, Lis y Jonás, donde se resolvieron los conflictos familiares, a Lis le seguían rondando muchas preguntas en la cabeza. Sus padres ya sabían que era momento de contarle toda la verdad. Salamandra se mantuvo en un segundo plano, dejando que su esposo asumiera la responsabilidad y tratara de mantener la calma.

Lis notó algo peculiar mientras su padre hablaba sobre el poder y la responsabilidad, y algunas cosas que no le llamaban mucho la atención. Su madre no llevaba consigo el colgante de su maestra, algo que siempre había visto en ella. Eso despertó en Lis muchas preguntas sobre si el colgante tenía que ver con las dos figuras que había visto junto a su madre.

Cuando su padre finalmente terminó su monólogo sobre la magia y el poder, Lis lanzó su pregunta sin pensarlo dos veces.

-¿Y el colgante? ¿Y los chicos de antes? - se apresuró a decir Lis.

-Tranquila, tranquila, eso es lo que te íbamos a explicar... a ver por dónde empiezo - comenzó Jonás, quien miró a su mujer pidiéndole ayuda, pero esta negó con la cabeza simbólicamente. Jonás prosiguió - El colgante que nos entregaste, Julia y tú, y que tu madre ha estado llevando, es un objeto muy personal que perteneció a nuestra maestra. Desde entonces, como sabes, han estado pasando cosas muy complejas y extrañas. En ese momento, hemos buscado muchas formas de comunicarnos con nuestra maestra para saber qué estaba pasando y recibir su apoyo, y el amuleto nos lo ha permitido...

-¡AHHHHH! ¡Entonces la chica que vi era Dana! ¿Pero el chico? - dijo Lis, emocionada y comprensiva ante la situación.

-Pues el chico es Kai... digamos que Kai y Dana están vinculados... - en ese momento, Lis lo volvió a interrumpir.

-¡PERO SI KAI ES UN DRAGÓN, NO LO ENTIENDO...!

-A ver, Kai antes de ser un dragón, era un chico. Y no me vayas a preguntar cómo, es una muy larga historia - se pronunció por primera vez Salamandra, esperando de nuevo que su esposo retomara la conversación.

Así, Lis comenzó a asimilar todos los detalles que le había dado su padre y la posibilidad de que el dragón con el que había jugado desde pequeña fuera una persona. Sin embargo, dejando esto de lado, su padre añadió algo más que la hizo estremecerse: resultaba que estos seres solo deberían ser visibles para su madre, quien aportaba el amuleto. Ella estaba viendo a dos muertos por sí sola. En ese momento, Lis sintió un escalofrío. ¿Cómo podía ser esto posible?

Su padre, al percatarse de su inquietud, con todo el cariño del mundo, se puso de rodillas a su altura y buscó abrazarla para ofrecerle ánimo y la protección que necesitaba. Haciéndole saber que siempre estaría allí para cuidarla. Después, el archimago se desvinculó del abrazo para hacerle entender que eso no era nada malo, más bien, era un don.

-Lis, cariño, no tienes que temer nada. Desde pequeña sabíamos que tenías un gran potencial y que tener esa sensibilidad y conexión es algo impresionante. Estoy seguro de que el día de mañana me superarás - dijo Jonás sonriéndole con cariño.

Su hija agradeció sus palabras. Tener a un archimago como su padre tenía muchas ventajas, pero tener un padre como Jonás era algo único. Su padre continuó explicándole las muchas ocasiones en las que había visto crecer su potencial mágico, cómo siendo tan pequeña ya era capaz de realizar hechizos, algo no normativo en los magos. Por lo general, los magos tenían especialidades más marcadas, como su madre en el fuego o Conrado en los portales. Pero no era común que un mago tuviera habilidades excepcionales en todas las formas de magia y una conexión tan especial.

Tras las palabras de su padre, Lis se sintió reconfortada y animada. Sus padres solo buscaban protegerla y que nunca se creyera superior a sus compañeros. Querían que viera la magia como un aliado y no como un poder sobre los demás. Lis comprendió las palabras de sus padres y se sintió llena de energía, así que los abrazó con impulsividad.

Había sido una conversación complicada, pero Lis tenía muchas cosas en mente. Ahora sabía que le deparaba un gran futuro mágico, pero sobre todo, complejo. Al finalizar la conversación, sus padres abandonaron la habitación, pero Salamandra parecía tener la mirada perdida, como si quisiera decirle algo más.

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Al salir de la habitación, Jonás miró a Salamandra con curiosidad, notando que había algo más en ella. Además, había estado más ausente en la conversación y parecía perdida en sus pensamientos en los últimos días.

-¿Te sucede algo? - se atrevió a preguntar su esposo, mirándola con preocupación.

-No... - aunque su respuesta sonó bastante relajada, Jonás pudo percibir algo más.

-¿Se trata de tu potencial mágico, verdad? Llevas unos días más débil, me he dado cuenta de ello. Pero supongo que se tratará de tan solo un momento. A mí a veces también me pasa - le dijo sonriendo, buscando relajarla.

Salamandra sonrió suavemente y replanteó una pregunta que dejó a Jonás muy extrañado...

-Ya entiendo... oye Jonás, ¿tú me quieres, verdad?

-Claro, ¿y esa pregunta? - dijo el archimago, mirándola con curiosidad.

Pero en ese momento aparecieron Marcos y Raul buscando conversar también con el archimago, interrumpiendo aquella conversación que parecía tener más profundidad de lo que se mostraba. Para los jóvenes que apenas la habían apreciado, no la tomaron como importante y comenzaron a plantearle diversas dudas acerca de sus exámenes y preocupaciones mágicas. Jonás entonces cedió a acompañarlos durante unos minutos para ayudarlos, despidiéndose con un suave beso sobre la mejilla de su mujer y un "hablaremos luego de esto".


Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora