Habríais hecho cualquier cosa por amor, pero no te culpo.

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Como era costumbre, los magos se reunían para decidir qué hacer con Iris mientras esta exploraba las cuevas en busca de los supuestos magos oscuros y Morderek.

La atmósfera en el despacho estaba más tensa de lo habitual. Fenris lideraba la conversación en la Sala, y todos parecían estar de acuerdo con sus palabras. No sabían si se debía al hecho de que anteriormente había sido su maestro y eso generaba respeto, a sus años de experiencia en la vida, o simplemente a su cautivadora presencia. Incluso Salamandra, que solía contradecir cualquier razonamiento lógico debido a su naturaleza impulsiva, mostraba ahora una actitud más reflexiva, quizás influenciada por los años de liderazgo en la Torre y su convivencia con Jonás. Tal vez habían dejado atrás la etapa de jóvenes de 15 años y habían desarrollado la capacidad adulta de tomar decisiones, lo que los hacía estar de acuerdo con el elfo.

-Me parece preocupante que Iris tome una decisión a la ligera, comunicándose con Saevin a través del tiempo. No sabemos cómo lo habrá hecho, pero creo que jugar con el tiempo conlleva ciertas consecuencias, expresó Fenris, y todos asintieron.

Cada uno compartió su punto de vista sobre si debían hablar con Iris o simplemente pasar por alto la situación. No querían interferir en su vida sentimental, y aquellos que la conocían mejor no veían en Iris la capacidad de traicionarlos.

-Iris ha aprendido a vivir sin Saevin. Entiendo que quisiera despedirse, pero conozco a mi compañera. Sería incapaz de traicionarnos de esa manera y dejar todo lo que ha construido, la escuela, sus alumnos. Estoy seguro de que la partida de Saevin le dolió, pero ella también ha ganado mucho. No creo que arriesgaría todo por él, concluyó Conrado, con la mirada incómoda, sin desear participar en una reunión sobre su compañera sin su presencia.

-Estoy de acuerdo con Conrado. Todos hemos perdido con la muerte de Dana, pero también hemos ganado mucho. Puede que solo quisiera despedirse, agregó Jonás.

-Puede que tengan razón, pero sabéis muy bien que habríais hecho cualquier cosa por amor. - En ese momento, Nawin miró a Salamandra - Tú recorriste medio mundo en busca de quien creías que era tu amor verdadero. - Las mejillas de Salamandra se sonrojaron intensamente, y Jonás miró hacia abajo incómodo. Fenris también pareció evitar la mirada. - Pero también dejaste atrás tu orgullo para enfrentarte a Morderek, abandonando a Kai y Fenris, y regresaste a la Torre dispuesta a salvar a tu amor verdadero. - Nadie te ha culpado por ello, declaró Nawin. - Fenris, dejaste tu manada y recorriste todo el bosque con tu esposa, y tampoco nadie te culpa. Jonás, decidiste arriesgar tu vida por las personas a las que quieres, sin pensar en la tuya misma. - En ese momento, Nawin miró el colgante de Salamandra. - Ellos hicieron todo lo posible para estar juntos de nuevo, incluso Dana fue tentada por el mal. ¿Quién nos dice que Iris no lo haya sido? - terminó diciendo Nawin.

Un silencio se apoderó de la sala. Las palabras de Nawin habían penetrado en los corazones de todos los presentes. Finalmente, Conrado susurró algo que ni él mismo quería creer.

-Tienes razón, murmuró, haciendo una pausa. Además, hay algo que me intriga mucho. ¿Cómo ha podido hacerlo? ¿Qué hechizo habrá usado? ¿Existirá algún amuleto?. La curiosidad de Conrado se apoderó de él.

Fenris estuvo de acuerdo con Nawin y reiteró que cambiar el pasado era muy peligroso. Además, señaló que la propia Iris podría no querer revivir a Morderek, pero algunas de sus acciones podrían haber tenido consecuencias. Necesitaban respuestas, ya que no sabían qué otras consecuencias podría haber tenido la visita de Iris en el  pasado. Todos concluyeron que debían saber cómo lo hizo Iris y no les quedaba otra opción que preguntarle, incluso considerando leerle la mente o extraerle la verdad si no creían que estaba diciendo la verdad. La decisión estaba tomada: debían hablar con Iris y exponer lo que sabían. Aunque Jonás y Conrado mostraron incomodidad, ya que no querían pensar que su amiga estuviera involucrada en el asunto de Morderek y no consideraban apropiado invadir su privacidad, dos personas que aparecieron junto a Salamandra podrían cambiar su perspectiva. Salamandra, sin sorprenderse demasiado, saludó a las otras dos personas.

-Hola, Dana y Kai. Llegáis un poco tarde.

Fenris, al escuchar el nombre de su amiga Dana, pareció emocionarse. Sin pensarlo, se transformó en lobo para recibirla, y ella le brindó una cálida sonrisa.

-¡Dana!, exclamó Fenris. 

-Estaba muy preocupado por ti.Kai y yo te hemos estado buscando aquí en el más allá. ¿Cómo estás? ¿Y Gaya?. dijo Dana

-Dana, estoy bien. Gaya está descansando, pero se está recuperando. Te ves igual que cuando te conocí, dijo Fenris entre gruñidos.

-Elegí esta edad. En cuanto a ti, también te ves igual a pesar de las décadas, comentó Dana con su sonrisa característica. Sus ojos brillaron al ver a su amigo, incluso en su forma de lobo.

En ese momento, la puerta del despacho se abrió, y una joven de cabellera pelirroja entró sin previo aviso, de manera impulsiva y sin tocar la puerta.

-Lis, toca la puerta antes de entrar, le espetó Salamandra a su hija.

-Pues tú nunca tocas a mi puerta para entrar, contestó la joven.

Salamandra frunció el ceño con enfado, dispuesta a responder de manera cortante. Pero su esposo posó su mano sobre sus hombros, infundiéndole ánimo.

-Prueba lo que hemos practicado, le susurró Jonás.

Salamandra tomó aire y suspiró.

-Está bien, pues la próxima vez tocaré a la puerta. Pero hazlo tú también, dijo con una media sonrisa. Jonás sonrió orgulloso de los esfuerzos de su esposa.

Lis miró a su madre desconcertada; no esperaba esa contestación, pero luego asintió y sonrió. Luego, dirigió la mirada alrededor de la sala, observando a Fenris transformado en lobo, lo cual la desconcertó, pero no pronunció nada. Finalmente, se fijó en el colgante que llevaba su madre. Aunque Lis sabía que desde hacía unos días su madre lo llevaba consigo, pensó que era debido al cariño que le tenía a su maestra. Esta vez, percibió algo más, una magia especial. Lis mantuvo la mirada durante varios segundos hacia el colgante, percibiendo la magia que transmitía, y finalmente pudo observar a dos personas más en la sala junto a su madre. Se desconcertó, ya que no recordaba haberlas visto al entrar, pero después posó su mirada en los ojos verdes del joven de 16 años, unos ojos muy familiares. Los había visto antes en algún sitio. En ese momento, habló.

-¿Quiénes son?, preguntó, mirándolos.

En ese momento, Salamandra y los demás miraron a Lis, desconcertados. ¿Estaba viendo a Dana y Kai? Nadie, excepto la persona unida al amuleto, podría verlos, y Fenris en su forma de lobo. Sin embargo, el amo de la Torre fue bastante rápido y tomó a su hija con delicadeza, sacándola de la sala.

-¡Eh! ¿Por qué me sacas?" protesto su hija

-Estamos teniendo una conversación privada, Lis, le contestó su padre.

-¿Quiénes eran el chico rubio y la chica?, volvió a inquirir su hija.

-Son amigos nuestros. Han venido a ayudar, dijo Jonás, tratando de transmitir tranquilidad, aunque su nerviosismo lo delataba.

-El chico me sonaba... , dijo Lis, intentando recordar. En ese momento, los ojos verdes de un ser que ella conocía muy bien vinieron a su mente: el dragón dorado que le había dado paseos sobre su lomo cuando era una niña.

En ese momento, ni Jonás mismo sabía qué decirle a su hija. Tal vez era el momento de contarle a Lis su potencial mágico, la verdad sobre sus poderes y buscar sentido en lo que acaba de pasar. En la cabeza del archimago, las preguntas acechaban, sin saber cómo responderle a su hija, sin alterarla y, sobre todo, buscando protegerla de todo.

Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora