El duelo Final: Parte 1

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Morderek regresó con ansias, sediento de atacar a sus oponentes, consciente de que ahora se enfrentaba a una poderosa enemiga en la forma de la señora de la Torre. Dana, con Kai a su lado, se posicionó delante de sus aprendices y antiguos alumnos, protegiéndolos con determinación mientras lanzaba una mirada recriminatoria a Morderek.

-Bueno, ¡ya estamos todos juntos de nuevo!, dijo Morderek burlón. -Qué alegría verte de nuevo, mi maestra.

-No soy tu maestra, Morderek. Deja esto ya, respondió Dana con valentía, mientras Kai bufaba con enfado ante las palabras del mago oscuro.

Mientras tanto, Fenris volvió a retorcerse en el suelo, consumido por la maldición que Morderek le había lanzado. Iris observó con preocupación la situación y miró a Conrado en busca de explicaciones.

-Morderek lo maldijo. Ha estado así desde entonces, susurró Conrado, tratando de no interrumpir la conversación entre Dana y Morderek.

Iris, pensativa, recordó las Timoteas, plantas curativas que podrían ser la clave para salvar a Fenris. Se apresuró a recogerlas y se las entregó al elfo, buscando una solución para su mal.

-Timoteas, dijo Conrado con entusiasmo al ver las plantas.

-Sí, recordé lo importantes que eran para ti, respondió Iris en voz baja, con cariño en sus palabras.

Conrado miró a Iris con gratitud y la abrazó, agradeciendo el gesto con ternura.

Mientras tanto, los ojos de Fenris volvieron a brillar desde la oscuridad, recuperando su atractivo característico. Mientras Morderek continuaba con sus provocaciones, Kai, el dragón, desplegó sus alas con ferocidad para proteger a Dana.

-No tenia en mis planes hacerme con el poder de una archimaga pero bueno, no diré que no dijo con risa maliciosa Morderek

-¡Nadie se hará con el poder de nadie!, rugió Kai, desafiante.

Morderek, sin inmutarse, continuó con sus manipulaciones, multiplicándose en múltiples copias y lanzando un hechizo aún más poderoso, invocando a todos los heridos, malditos y muertos para que se unieran a su lado.

Y entonces en medio de la oscuridad, surgió una figura conocida, una sorpresa desagradable para Dana y Fenris.

-Otra vez tú, murmuró Salamandra con enfado. -Es que siempre son los mismos de siempre.

Dana entonces miro con enfado la figura de su antiguo maestro, en ese momento Fenris también intercambió una mirada con ella, ambos asintieron con la cabeza.

-Debo encargarme yo de esto, dijo Dana, dirigiéndose a los aprendices y sus antiguos alumnos.-Fenris, ¿estás conmigo?, preguntó Dana con un toque de preocupación en su voz, buscando el respaldo de su fiel compañero mientras se preparaban para enfrentarse una vez más a su antiguo maestro. 

No había lugar para la duda; sentían que era su responsabilidad, impulsados por un sentido de deber y el deseo de poner fin al reinado de terror de su enemigo. Fenris posó su mano sobre el hombro de Dana, transmitiendo su apoyo silencioso pero firme. Ella le devolvió la sonrisa, reconociendo la fortaleza que siempre encontraba en él. 

-¿Podréis con esto?, murmuró Dana con una mezcla de preocupación y determinación mientras subían a lomos de Kai. No era solo el desafío físico lo que les inquietaba, sino también la carga emocional de enfrentarse a su pasado y a un enemigo poderoso. Pero estaban decididos a enfrentarlo juntos, sin retroceder. 

-Con diez o veinte magos oscuros, sin problema, bromeó Raul, intentando aligerar la tensión. Sin embargo, Jonás le hizo un gesto para que guardara silencio, enfocando su atención en la tarea que tenían por delante. 

Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora