Algunas sospechas

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Lis descendió las largas escaleras en espiral de la Torre, su mente abrumada por la pregunta de si había tomado la decisión correcta al no revelar la verdad a Conrado. Se cuestionaba lo que él podría haber visto en su poder, y también pensaba en cómo debería abordar el tema con sus compañeros. Se preguntaba si la apoyarían, si se enfadarían o si tomarían medidas por su cuenta. Las dudas la atormentaban, y la sensación de impotencia la abrumaba.

Necesitaba una segunda opinión, alguien en quien pudiera confiar plenamente, alguien que la ayudara a aclarar sus pensamientos. Por eso, decidió dirigirse hacia la habitación de su mejor amiga, Julia, esperando encontrar un poco de sabiduría en su astucia.

Julia la escuchó con atención mientras Lis compartía sus preocupaciones y dudas. Tras un breve silencio, respondió con calma:

-Entiendo tu desconfianza, Lis, pero creo que no nos queda otra solución más que contarles a los maestros lo que ha sucedido, aunque eso signifique enfrentar la furia de tus padres.

Lis reflexionó sobre las palabras de su amiga, contemplando la difícil situación en la que se encontraba. Julia siguió:

-Tal vez tienes razón en tus dudas, pero a veces, enfrentar la verdad y buscar ayuda es la única salida. Además, no estás sola en esto. Siempre podemos buscar juntas alguna otra solución, pero creo que la mejor manera de lidiar con esto es confiar en los maestros y pedir su orientación.

Las palabras de Julia resonaron en la mente de Lis, y aunque la situación seguía siendo incierta, sintió que contar con el apoyo de su amiga era un alivio. Ambas sabían que debían tomar una decisión pronto y enfrentar las consecuencias de sus acciones.

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Conrado permaneció sentado en su habitación, meditando profundamente sobre las palabras de Lis. Sabía que había algo más detrás de lo que ella había compartido, y respetaba la privacidad de las personas, no era alguien que quisiera chismorrear ni contar todo lo que sabía. Sin embargo, la situación lo tenía profundamente preocupado, lo suficiente como para querer hablar de ello con alguien, de manera sutil y sin revelar toda la información.

Conrado decidió teletransportarse a la habitación de su querida compañera y amiga, Iris. Al entrar, la miró con una expresión reflexiva y le planteó sus pensamientos:

-¿Crees que Lis está ocultando algo?- preguntó, su mirada perdida en el suelo Iris

Conrado, también pensativo, respondió:

-No lo sé, Iris, pero me preocupa.

Iris prosiguió:

-¿No deberíamos informar a sus padres?

-No estaría bien, Lis me pidió que no les digiera nada  afirmo Conrado

Iris movió las piernas nerviosamente, reflexionando sobre la idea. Entonces, sin decir una palabra, Conrado supo lo que estaba pensando.

-No estoy dispuesto a usar ningún hechizo para invadir la mente de la hija de mis mejores amigos - afirmó Conrado con determinación.

Iris asintió, mostrando su acuerdo, y luego comenzó a explorar otras posibles soluciones. Sin embargo, ambas sabían que sus opciones eran limitadas y que se enfrentaban a un dilema complicado que requeriría una solución cuidadosa.

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-No nos queda otra... hay que leerle la mente a Lis, aunque me cueste mucho y no me parezca ético - confesó Iris en un tono suave.

El hechizo de leer la mente o de infiltrarse en ella para la magia estaba muy mal visto. No era ético y todo buen mago debía evitar usarlo. Sin embargo, había circunstancias que podían obligarte a recurrir a él, o incluso había magos que lo usaban con bastante frecuencia. A pesar de esto, no estaba bien visto utilizarlo en otros magos o en personas a quienes apreciabas, ya que era como vulnerar su intimidad. Por ello, ni Iris ni Conrado consideraban una buena idea recurrir a ese tipo de magia.

-¿Y si no piensa en ello? ¿O simplemente no piensa en nada? - preguntó Conrado.

-Cuando uno está preocupado, siempre acaba pensando en sus preocupaciones en algún momento - sugirió Iris sutilmente.

-Pero no puedo estar siempre en su mente...

-Puede que tú no puedas... pero hay alguien que sí...

Conrado miró a Iris durante unos segundos, entendiendo a quién se refería. Sabía lo que significaba usar un hechizo de ese poder, los riesgos que conllevaba y lo que debía hacer para averiguar la verdad. Sin embargo, aún se debatía internamente con su propia honestidad y sus principios éticos sobre ese asunto.

Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora