Lis acababa de llegar al pueblo. Dejó su caballo en uno de los establos, pagando con una moneda al mercenario que se encargaría de cuidarlo mientras ella investigaba.
Cambiando su característica túnica verde por una camiseta verde lisa y unos vaqueros azules básicos, caminó por las calles del pueblo observando a las personas a su alrededor y prestando especial atención a las conversaciones. Todo parecía normal; solo escuchaba los cotilleos del pueblo y poco más.
Se acercó a una tienda de caza para hacer algunas preguntas, pero el hombre a cargo la miró de mala manera, diciendo que ese no era lugar para niñas.
Lis sintió cómo la furia le subía a las mejillas. A sus 16 años, ya no era una niña. Había dejado atrás la Torre, estaba investigando y, hace unos momentos, había estado involucrada en el rescate de su madre y la reina Nawin. Además, era una aprendiza de magia. No le gustó para nada la actitud del hombre. Estuvo a punto de amenazarlo con un hechizo para enseñarle que no era una niña, sino una maga.
Sin embargo, recordó su objetivo principal: investigar. Si mostraba su magia, sus posibilidades de acercarse a la gente y obtener información se verían obstaculizadas. Así que simplemente decidió retirarse del lugar.
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Lis recorrió varios rincones del pueblo, interrogando a diferentes personas, pero nadie parecía tener información sobre el ataque a la manada de los amigos Fenris. Tampoco mencionaban magos oscuros ni cuevas en sus conversaciones.
Resultaba complicado para Lis encontrar cualquier pista. Hizo una pausa para almorzar en un bar local y envió varios mensajes mágicos a sus amigos para conocer cómo iban las cosas. Julia le respondió que todo iba según lo planeado, que todos en la Torre estaban ocupados y que nadie notaría su ausencia.
La noche comenzó a caer, pero Lis seguía sin obtener respuestas sobre la ubicación de los magos oscuros. El tiempo apremiaba. Había explorado todos los rincones del pueblo, y nadie sabía nada sobre el tema; la frustración empezaba a ganarla. Finalmente, llegó a una imponente posada que llevaba por nombre "Las Cervezas de Top".
El lugar era un centro de alboroto y diversión con puertas de madera desgastada que se alzaba en el corazón del pueblo. Un corpulento portero custodiaba la entrada con mirada severa, filtrando a aquellos afortunados capaces de enfrentar la animación y música que fluían desde el interior. Con suelos de madera que crujían bajo los pasos y una iluminación cálida, prometía una noche inolvidable.
Lis respiró profundamente antes de entrar, esperando encontrar a alguien que supiera sobre el incidente que estaba investigando. Sin embargo, antes de cruzar el umbral, el portero la observó con desaprobación, tratándola como si fuera una niña. Lis enfureció, pero esta vez decidió mantener la calma. Murmuró palabras incomprensibles que hicieron que su apariencia envejeciera varios años. Al enfrentarlo nuevamente, el portero se disculpó y le permitió la entrada.
Lis sonrió con orgullo por haber ejecutado un hechizo que pocos magos consagrados dominaban. Su curiosidad y amor por la lectura habían dado sus frutos, ya que había leído ese hechizo en uno de los libros de su padre.
Dentro del lugar, la música animada reinaba, con personas bailando en una pista al fondo y una barra a la entrada donde los asistentes se servían diversas bebidas. Lis pidió un refresco, lo que provocó miradas extrañas del camarero, pero él sirvió su bebida.
Lis trató de escuchar las conversaciones a su alrededor, buscando pistas sobre el incidente que estaba investigando. La mayoría de las conversaciones se centraban en cotilleos y asuntos triviales, pero finalmente, a su izquierda, cerca de la barra, escuchó a tres hombres de edad avanzada hablando sobre el suceso.
-¿Elfos-Lobos? ¿Eso existe? - se preguntó uno de los hombres.
-Sí, por lo que parece, era una aldea repleta de ellos - respondió otro.
-¿Y eso da dinero? - preguntó el tercero. La pregunta indignó a Lis. ¿Cómo podían preocuparse por el dinero y no por la vida de los elfos-lobos?
-Claro, las pieles de esos animales deben de valer una fortuna - contestó el segundo hombre.
Los comentarios de los hombres enfurecieron a Lis, perdiendo de vista que otras personas la observaban.
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Observándola desde una mesa cercana, el hombre, un individuo alto con una camiseta negra ceñida y pantalones de cuero, intercambió miradas con la mujer, quien llevaba un vestido largo de tono azul oscuro. Ambos pensaron si la joven podría ser "uno de los suyos".
El hombre, con una expresión intrigada, murmuró:
-¿Es una maga?
La mujer notó un detalle en el brillo de su rostro, lo que lo llevó a continuar:
-Mira su rostro, lleva un hechizo que la hace parecer mayor de lo que aparenta. Puede que estemos en lo correcto, quizás sea una maga.
-Pues entonces tendremos que averiguarlo-Dijo el hombre con una sonrisa maliciosa
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Los intrusos se acercaron lo suficiente a Lis para que ella pudiera verlos, incluso se giraron para mirarla detenidamente. Sin embargo, Lis parecía demasiado concentrada en otra conversación. Finalmente, el hombre habló:
-Hola chica, ¿Qué haces en un lugar como este?
-¡Déjenme en paz! ¡Váyanse! -respondió Lis con firmeza.
-¡Vaya, una chica rebelde y valiente! -confesó la mujer, asombrada por la respuesta de Lis.
-Iros o... -volvió a insistir Lis.
-¿O qué? -inquirió el hombre mientras con una mano creaba una bola de fuego con un matiz de oscuridad frente a ella. Esto provocó que muchas de las personas que estaban en la posada se escandalizaran y huyeran.
Lis se enfureció porque había cambiado su plan y ya no podría enterarse de lo que estaban hablando. En respuesta, realizó un hechizo del viento.
-¿Qué quieren? ¿Quiénes son ustedes?
-¿Es una de las nuestras? -volvió a preguntar el hombre a la mujer.
-Umm, no, su magia es demasiado pura.
-Entonces, ¿nos la cargamos? -dijo el hombre mientras acercaba aún más la bola de fuego a la cara de Lis, quien temblaba un poco pero mantenía su actitud seria.
-No estúpido, aléjala de eso... veo tanto poder... nunca antes había visto un poder así. ¿De dónde vienes, chica? ¿Quiénes son tus padres? ¿Por qué los abandonaste? -preguntó la mujer, muy curiosa.
-No les interesa -contestó Lis con firmeza.
-Entiendo... nunca antes había visto un potencial mágico así... tan puro, tan entrenado... eres maga de sangre. Tus padres deben de ser magos poderosos... nunca antes había visto algo así.
-¿De qué poder hablas? -preguntó Lis, llena de dudas.
-¿Tus padres no te lo han dicho, no? -dijo la mujer mirándola con una mueca-. Puede que no sean tan buenos padres si no te han hablado de tu valía.
Lis se sintió intrigada por lo que decía la mujer, pero a su vez decepcionada. Sus padres jamás le habían hablado del poder que se encontraba dentro de ella. ¿Por qué no se lo habían dicho? ¿Por qué se lo habían ocultado?
En ese instante, cuando el local parecía vacío debido al momento inoportuno de los magos que habían asustado a las personas, una figura entró en el lugar y extinguió el fuego amenazante del hombre con una bola de agua, haciendo que se desvaneciera. Los intrusos se miraron desconcertados, y la mujer le entregó a Lis una tarjeta con un nombre y una ubicación.
-Tan solo piénsatelo, tal vez aquí podamos ayudarte a sacar el valor de ese poder que tienes.
Mientras la mujer se desvanecía del lugar, una figura se acercó por detrás a Lis, haciendo que retrocediera de los extraños.
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Crónicas de la Torre: Lis
AléatoireTras la trágica pérdida de Dana, el mundo de los vivos continuó su curso aparentemente normal. Sin embargo, un súbito y violento ataque dirigido hacia los elfos-lobos, seguido de la misteriosa desaparición de la reina Nawin, envolvió a todos en un e...